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Alianzas, sin pegar portazos

Sabado, 04 de octubre de 2025 00:59
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Argentina busca oxígeno inmediato alineándose con Estados Unidos e Israel, pero ese viraje puede costar caro si se convierte en un dogma que margine a los BRICS y cierre alternativas estratégicas. Lo que hoy parece un rescate financiero, mañana podría ser una hipoteca histórica para la soberanía nacional.

La política exterior, un espacio tan sensible en estos últimos tiempos a nivel internacional exige de los gobiernos una coherencia en el rumbo con intereses inmediatos y con objetivos estratégicos. El giro hacia el eje Washington-Tel Aviv plantea el riesgo de hipotecar la autonomía nacional frente a un mundo que ya no es bipolar, sino multipolar.

Poco de lo prometido en materia económica durante la campaña ha sido logrado. Los préstamos solicitados para fortalecer las reservas del Banco Central se evaporaron y ahora la búsqueda de oxígeno en los Estados Unidos es una actitud desesperada. Obviamente, el respaldo político estadounidense genera una señal de estabilidad para los mercados y los inversores, que siempre observan con lupa el grado de alineamiento geopolítico antes de mover capitales. Pero ¿por cuánto tiempo?

Este es un mundo multipolar donde si se traza una alianza con unos no se puede -no se debe- hacer volar los puentes con otros grupos o países. El discurso antisocialista a ultranza de Milei no mira la dinámica global y entrega el país a manos de un sólo general, por decirlo así.

La actitud de "cortarle el rostro" a los BRICS fue un error. Los BRICS concentran hoy más del 30% del PBI mundial y constituyen un espacio de financiamiento alternativo al FMI y a los organismos tradicionales. Además, China y Brasil -socios centrales del bloque- son también los principales destinos de las exportaciones argentinas. Resulta contradictorio cerrar puertas políticas mientras se depende de esos mismos mercados para vender soja, litio y alimentos. Así, el costo a pagar no es sólo comercial, sino que el país pierde credibilidad como actor capaz de tender puentes entre bloques achicando su capacidad y provocando un aislamiento a nivel regional.

En términos geopolíticos, dejamos de ser un país independiente para convertirnos en un satélite de un bloque que además evidencia signos de debilitamiento global.

Hacia el electorado, este alineamiento alimenta la narrativa de "entrega del país", "resignación de la soberanía", y brinda argumentos a la oposición que utiliza esta adhesión a ultranza pronorteamericana-israelí, para decir que Milei, abandona las cuestiones sociales internas en beneficio de los intereses supranacionales.

El presidente Milei, parece desconocer que la diplomacia no se maneja por tuits, sino con planificación y constituyendo redes de confianza, y sobre todo, con negociaciones pacientes.

El oxígeno y la hipoteca

La pregunta de fondo es clara: ¿la Argentina está defendiendo su soberanía nacional o está rematando sus recursos a cambio de un poco de oxígeno financiero? Si el objetivo es ganar tiempo para ordenar la economía, el viraje hacia Estados Unidos puede ser defendible como un recurso táctico. Pero si ese alineamiento se convierte en un dogma que margina alternativas con BRICS, China o la propia región latinoamericana, entonces no estamos ante un plan estratégico, sino ante una entrega a plazo fijo.

La grandeza de una política exterior no se mide por la cantidad de fotos con líderes internacionales, sino por la capacidad de preservar márgenes de autonomía. Argentina necesita diversificar alianzas, no clausurarlas. Necesita sumar apoyos, no elegir entre padres tutelares. Ninguna política exterior tendrá sustento si no se apoya en una política interna que reduzca la desigualdad y reconstruya un horizonte de desarrollo propio.

Respiramos hoy, sí. Pero si hipotecamos mañana, la factura será demasiado cara para una Nación que ya pagó demasiadas veces las cuentas y el enriquecimiento de sus gobernantes.

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