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El tono dialoguista del discurso de Milei la noche del domingo 26 de octubre marcó el comienzo de la configuración de un nuevo escenario político. La reunión posterior entre el presidente con 19 de los 23 gobernadores y el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires mostró la voluntad de avanzar en una nueva dirección, que no obedece a un súbito rapto de inspiración, sino que es parte del operativo de salvataje con que el gobierno de Donald Trump evitó una crisis de gobernabilidad que parecía inminente.
Las reiteradas demostraciones de apoyo de Trump fueron una inyección de confianza que tuvo también una fuerte repercusión política y hasta un rédito electoral. Por primera vez en la historia argentina el respaldo de Estados Unidos a un gobierno permitió cosechar más votos que los que ahuyenta.
Este viraje en la opinión pública sintetiza dos fenómenos. En primer lugar, la conciencia de que el apoyo de Washington impedía el estallido de una crisis de gobernabilidad, como otras padecidas por la Argentina en las últimas décadas, con sus efectos en el plano económico y social. En segundo término, la percepción sobre el fortalecimiento del poderío estadounidense en este nuevo mandato de Trump.
Desde un primer momento quedó en claro que ese respaldo estaba acompañado por la exigencia de una apertura política que le otorgara sustentabilidad al cumplimiento de las metas acordadas entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional, comprometidas por los reveses parlamentarios acumulados por el gobierno en las últimas semanas.
Apenas conocidos los resultados electorales, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, declaró: "Creo que el presidente va a expandir su coalición". En esa sintonía hay que ubicar el sentido del cambio de gabinete en marcha, que con independencia de las pujas internas ratificó la presunción de que Javier y Karina Milei constituyen una unidad política cuya naturaleza es aún más sólida que la que en su momento encarnaron Néstor y Cristina Kirchner.
La designación de Diego Santilli en el Ministerio el Interior, acordada con Santiago Caputo, no responde a su carácter de dirigente del PRO sino a la autoridad que le confiere su condición de candidato triunfador en la elección bonaerense del 26 de octubre y a una experiencia forjada en una larga militancia, iniciada en el peronismo porteño en la década del 90.
Morgan Stanley
En esa tarea, Santilli actuará en estrecha coordinación con Santiago Caputo. Para entender la naturaleza de esa cooperación cabe subrayar que no es casual que, junto la declaración de Bensett, aterrizara en Buenos Aires, por segunda vez en pocos días, Barry Bennet, un consultor que fue asesor de campaña de Trump y desarrolla una ronda de contactos con figuras políticas de la oposición para persuadirlas de la conveniencia de colaborar con el gobierno.
Bennet es socio de "Tactic Global" una firma de consultoría contratada por la SIDE, a instancias de Caputo, para desempeñar tareas de lobby para el gobierno argentino en Estados Unidos. Es también miembro destacado de la filial argentina de la Conferencia de Política de Acción Conservadora (CPAC), una organización que difunde el ideario de Trump. En la gestación de ese tramado jugó un papel relevante el propio Caputo.
Pero en convergencia con esos vínculos políticos con la administración republicana de Washington establecidos por Caputo, Buenos Aires cabe ubicar a la celebración en Buenos Aires de la reunión anual del Consejo de Administración del Morgan Stanley, un acontecimiento que adquirió excepcional relevancia y colocó en la superficie a otro brazo fundamental de las relaciones entre el gobierno y Estados Unidos, manejado en este caso por otro Caputo, el Ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, tío segundo de Santiago.
Este encuentro, realizado dos días antes de las elecciones, resaltó la relevancia de la estrecha relación anudada entre esa poderosa corporación financiera y varios de los más importantes miembros del equipo económico que en distintas etapas despeñaron cargos directivos en esa compañía. En esa nómina figuran el propio ministro Caputo, el ex secretario de Política Económica y actual secretario de Finanzas José Luis Daza y su antecesor en ese cargo, Pablo Quirno, que ese mismo día fue designado canciller en sustitución del renunciante Gerardo Werthein.
El cónclave alimentó las expectativas sobre la posibilidad de que un consorcio de bancos internacionales liderado por Morgan Stanley encare una restructuración de la deuda pública que permita refinanciar la totalidad o una parte significativa de los 18.000 millones de dólares que vencen en 2026, lo que significaría un enorme alivio para facilitar este "segundo tiempo" del mandato de Milei. Nunca como hoy existió una constelación de vínculos políticos y económicos tan estrechos entre los gobiernos de los dos países.
Condición: déficit cero
El requisito indispensable para la implementación de este programa es el mantenimiento del "déficit cero" y la acumulación de reservas en el Banco Central, lo que requiere no sólo la continuidad del superávit fiscal.
La primera demostración del cumplimiento de ese compromiso es el presupuesto para 2026, que representa la prueba de fuego inmediata que afronta el diálogo con la oposición política.
Pero la sustentabilidad de ese programa exige un salto cualitativo en la competitividad internacional de la economía argentina, a través de la reducción drástica del "costo país". Esta necesidad demanda avanzar en las reformas estructurales, que en lo inmediato incluyen la modernización de la legislación laboral y la modificación del régimen tributario y, en una segunda etapa, un cambio en el sistema provisional e incluye también una mejora significativa en la infraestructura de transportes y comunicaciones.
Estas cuestiones forman parte de la agenda de las negociaciones. En la modernización laboral y el cambio del régimen tributario, el trámite legislativo presupone acuerdos previos con otros actores involucrados. En la legislación laboral los principales interlocutores son la CGT y la Unión Industrial Argentina, cuyos dirigentes tratan de acordar una reforma que no afecte los derechos adquiridos ni el poder de las organizaciones sindicales, pero permita adecuar las normas vigentes, en particular el régimen de indemnización por despidos en las empresas medianas y pequeñas, a las exigencias de mayor productividad. La reforma impositiva constituye una materia central de negociación con los gobernadores.
Negociación permanente
Esta enunciación explica el carácter de la negociación entre el gobierno y distintos sectores políticos y sociales, que implica una recomposición del sistema de poder inaugurado en diciembre de 2023. El ejercicio del hiperpresidencialismo estará ahora condicionado por las exigencias de un sistema de negociación permanente cuya terminal es el Parlamento. Este pragmatismo obligado por las circunstancias anticipa también un capítulo de compensaciones que incluye la cobertura de la infinidad de vacantes existentes en el Poder Judicial y en particular la futura integración de la Corte Superna de Justicia.
En esta recomposición del sistema de poder es fundamental lo que ocurra fuera del arco político del oficialismo. Un efecto relevante importante de los resultados electorales, en especial en la provincia de Buenos Aires, es la profundización de la crisis política del peronismo y el cuestionamiento cada vez más amplio a Cristina Kirchner.
Lo verdaderamente novedoso es que esta derrota del "kirchnerismo" está acompañada por una percepción generalizada acerca de su absoluta carencia de una propuesta alternativa de gobierno. En el debate entre Axel Kicilloff y Cristina Kirchner sobresalen las imputaciones sobre quién tiene la culpa del resultado, pero no aflora ninguna referencia al futuro.
La conclusión, asumida por la totalidad de los gobernadores y los líderes territoriales es que el "kirchnerismo", reducido a la estructura de "La Cámpora", ha dejado de ser un camino para el conjunto del peronismo, puesto otra vez ante el desafío de adecuarse a las nuevas circunstancias del mundo y de la Argentina.
Desde una óptica que trascienda el anecdotario de la coyuntura, los resultados del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires y de las diez elecciones locales que la precedieron no son contradictorios con el balance del 26 de octubre. Las elecciones provinciales evidenciaron el predominio de fuerzas políticas con arraigo local. La elección nacional exhibió el respaldo a Milei, potenciado por la falta de una opción de gobierno. Las competencias provinciales permitieron también mostrar un estado de insatisfacción colectiva de la sociedad. En la contienda nacional primó la apuesta a la gobernabilidad, ante el riesgo de la profundización de una crisis que llevaba al gobierno al abismo sin ninguna alternativa viable de reemplazo en el horizonte.
En este nuevo escenario lo único indiscutible es que no hay vuelta posible a la Argentina de antes de Milei. Lo que venga a partir de ahora tendrá que asumir ese "nunca más" al pasado consagrado como la voluntad mayoritaria inequívocamente expresada en las urnas.
· Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico y miembro del Centro de reflexión política Segundo Centenario