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El 14 de febrero de 2025, el presidente Javier Milei encendió la mecha de un nuevo episodio en la política argentina al promocionar en su cuenta de X (antes Twitter) una criptomoneda llamada $LIBRA, parte del proyecto Viva la Libertad. Con la promesa de impulsar la economía y atraer inversiones, el token experimentó un ascenso meteórico - casi alcanzó los 5 dólares - solo para desplomarse horas después a menos de 0,5 dólares. La consecuencia fue devastadora: cerca de 44.000 inversores perdieron prácticamente todo su dinero, mientras un reducido grupo amasaba ganancias millonarias.
Este episodio representa más que un desafortunado error financiero. Es, ante todo, una muestra clara de cómo, en el terreno electoral, la gestión se transforma en espectáculo. Milei, como cualquier jefe de Estado, tiene el deber de asumir la responsabilidad de un gobierno basado en la idoneidad, por encima de la estrategia de campaña permanente, que en este caso refleja un modelo que se alimenta del populismo, la polarización y la creación de una verdad intersubjetiva relacionada con el significante denominado "La Casta".
A raíz de este problema, el Dr. Ezequiel Jiménez, en su artículo publicado en el Diario El Tribuno del 18 de febrero de 2025, plantea una reflexión contundente sobre lo que significa ser "un líder idóneo". Más allá de las controversiales medidas políticas y económicas, el texto insiste en que la verdadera fortaleza de un dirigente reside en su capacidad técnica, formación académica y experiencia, pilares esenciales para una gestión responsable. Esta importante condición configura la idoneidad que debe tener un líder, que no se agota en el conocimiento o en la experiencia. La ética y la honestidad emergen como cualidades fundamentales, virtudes que deben permear cada acción y decisión del líder. En un contexto en el que la crisis, ejemplificada por la controversia del token $LIBRA, ha puesto en jaque la confianza en la administración, la falta de estos valores se traduce en un cuestionamiento profundo sobre el compromiso del dirigente con el bien común.
Lo más revelador es que, según el autor, la carencia de idoneidad no solo se refleja en la figura del presidente, sino en la estructura entera de la gestión estatal. Un liderazgo brillante no se sostiene únicamente en un líder "capaz", sino en un equipo comprometido, donde cada integrante comparte esas características de competencia, integridad y ética. Este concepto es vital: el éxito de cualquier administración depende del respaldo de un grupo de colaboradores que, juntos, fortalecen la transparencia, la probidad y el interés público por sobre intereses personales o partidistas.
La campaña perpetua
El poder en la política no se cimienta sobre la verdad objetiva, sino sobre la narrativa compartida que ordena y moviliza a la sociedad. En este sentido, tanto Donald Trump como Javier Milei han sabido utilizar el relato para construir una identidad, un "nosotros" contra una "casta" política. El discurso de asunción de Trump, repleto de medidas radicales y un llamado a recuperar el orgullo nacional, es espejo del mismo juego que Milei está jugando en Argentina.
Milei lo dejó claro en un tweet reciente, en el que admitió haber promocionado un emprendimiento privado sin estar completamente "interiorizado" en sus pormenores. Tras profundizar en el asunto, decidió borrar el mensaje y, en tono desafiante, denunció a "las ratas inmundas de la casta política" que, según él, intentan aprovechar la situación para hacer daño. Este mensaje, que podría parecer una simple declaración impulsiva, encierra una estrategia bien definida: transformar cualquier error o desliz en una oportunidad para atacar a sus adversarios y reafirmar su postura como un "outsider" comprometido a derribar el sistema.
Lo que se pone en evidencia es un dilema crucial. Mientras el liderazgo genuino se basa en la capacidad técnica, la ética, la formación y la experiencia, la campaña electoral se ha convertido en un escenario donde el relato y la imagen pesan más que las competencias reales. Milei parece inclinarse por alimentar una narrativa de cambio radical y de ruptura con el pasado, utilizando episodios como el de $LIBRA para reforzar la idea de que la "casta" política debe ser erradicada.
Sin embargo, esta estrategia tiene un costo. Cuando la campaña se transforma en un espectáculo continuo, se diluye la gravedad que exige la gestión de un país. La confianza se basa no en palabras vacías, sino en la capacidad comprobada de gobernar con responsabilidad. La lección que nos deja el episodio $LIBRA y la respuesta de Milei es clara: el electorado no puede conformarse con líderes que, en lugar de construir, se dedican a perpetuar una campaña que confunde el buen gobierno con el buen espectáculo.
Impacto electoral
A partir de datos propios, una medición antes del episodio del caso $Libra, la gestión de Milei mostró un apoyo dividido: el 37% lo respalda plenamente, el 43% aprueba algunas de sus medidas, y 20% se opone. Además, el segmento de jóvenes varones se muestra particularmente favorable, con un 62% de apoyo.
Analizando los datos, se evidencian tipologías claras: 35% de simpatizantes duros, 28% simpatizantes blandos, 15% opositores duros y 12% opositores blandos, 10% con otras posturas variadas.
En cuanto al episodio $LIBRA, la información indica que los principales damnificados son extranjeros. Aunque no se descarta la posibilidad de que algunos argentinos se hayan visto afectados, la narrativa dominante sugiere que la mayoría de la base de Milei -compuesta por votantes que, en general, no han experimentado directamente este tipo de crisis- no se ve afectada de manera directa.
Esto es crucial para entender el posible impacto en su apoyo electoral. Su base, robusta y polarizada, probablemente mantendrá su adhesión, ya que los votantes duros y blandos se centran en la promesa de cambio y en una retórica de ruptura con la "casta política". Sin embargo, el incidente está siendo aprovechado por los opositores para cuestionar la idoneidad y el juicio del presidente, especialmente entre aquellos que solo aprueban parcialmente sus medidas y se mantienen en una postura más indecisa.
¿Cambio o simulacro?
La estrategia de Milei, se apoya en la construcción de una verdad intersubjetiva, un relato poderoso que busca movilizar a la base y derribar a la vieja casta política, pero la verdadera fortaleza de un gobierno radica en la idoneidad de sus dirigentes y en la solidez del equipo que los respalda. La ética, la honestidad y la competencia técnica no pueden ser sustituidas por retórica confrontativa constante.
Desde una perspectiva analítica, el episodio $LIBRA y la actuación de Milei pueden interpretarse en dos direcciones fundamentales que no benefician al presidente:
* Intencionalidad indebida: Si Milei promocionó el token con conocimiento pleno, buscando beneficiar a su entorno, empresas afines, amigos, familiares o incluso a él mismo, se configura como un acto deliberado de corrupción. Esta conducta, al utilizar la posición pública para favorecer intereses privados, encaja en la definición de un delito grave.
* Falta de prudencia e ineptitud: Por otro lado, si Milei actuó sin estar "interiorizado" en los pormenores del proyecto, se trataría de una grave imprudencia que denota ineptitud. Desde el punto de vista legal, el desconocimiento no es excusa, y tal error evidencia una falta de criterio que daña la credibilidad del líder.
Sin embargo, en el ámbito de la comunicación política se puede plantear un atenuante que evite caer en cualquiera de los dos escenarios descritos, fundamentándose en su discurso liberal que enfatiza la libertad individual. En este sentido, Milei podría—y de hecho lo está haciendo—presentar su acción como parte de un impulso a la actividad emprendedora, argumentando que su intención original era respaldar a micro emprendedores, quienes a menudo enfrentan dificultades para acceder a financiamiento y compartir un interés común en fomentar el crecimiento económico mediante iniciativas innovadoras. Este discurso, en esencia, busca transformar un potencial error en una demostración de compromiso con la economía real y el espíritu emprendedor.
Este atenuante es difícil de sostener ante una evaluación objetiva. La retórica de campaña puede ofrecer cierto margen para suavizar el impacto entre sus seguidores, pero desde el punto de vista legal y ético, ni la intención de impulsar la actividad emprendedora ni el carácter del público al que se dirige pueden eximir a un dirigente de su obligación de actuar con rigor y conocimiento.
Desde la perspectiva del marketing político es poco probable que este episodio debilite de manera significativa la confianza y credibilidad de los seguidores afines a Milei. Para el segmento que busca lo disruptivo y percibe a Milei como un auténtico agente de cambio, este tipo de incidentes puede incluso reforzar su imagen, ya que valoran la ruptura con lo tradicional y están dispuestos a tolerar cierto grado de riesgo o "exceso". Milei transforma un traspié en elemento de campaña, para traducir cada acción en un mensaje electoral. Este enfoque, se basa en construir una verdad intersubjetiva que movilice a su base, aun cuando ello implica cuestionar la idoneidad real en términos técnicos, éticos y de competencia.
El dilema del elector: optar por un cambio que, en apariencia, promete ruptura y renovación, o exigir un liderazgo apoyado en principios sólidos y en la capacidad real para gestionar.
Lo que está en juego no es solo el triunfo electoral, sino el destino de un país que necesita líderes capaces de transformar la retórica en resultados tangibles.