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Una educación que se desmorona

Miércoles, 05 de febrero de 2025 02:21
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Desde que ingresé a la docencia he vivido en carne propia las contradicciones de un sistema que sobrevive entre la desidia y la improvisación. Ser docente en Argentina es ejercer la vocación con la certeza de que el esfuerzo diario no se traduce en reconocimiento ni en estabilidad.

Hoy, el ofrecimiento de un aumento del 2% frente a una inflación acumulada del 1020% (2019-2023) es más que insuficiente: es una burla. Refleja la desconexión entre quienes toman decisiones y quienes sostienen la educación con su entrega y sacrificio.

Pero el problema no es solo salarial.

La educación argentina está en crisis. Los docentes no solo enfrentamos sueldos que no cubren la canasta básica, sino escuelas en ruinas, concursos amañados y planes de estudio obsoletos. Se nos exige ser creativos en aulas sin recursos, actualizar contenidos mientras el sistema se mantiene en el pasado y soportar discursos vacíos sobre el futuro de la educación, cuando ni siquiera se garantizan condiciones dignas en el presente.

El espejismo del aumento

En un país donde la inflación devora cualquier incremento, un 2% no es un alivio: es una provocación. Desde hace años, el poder adquisitivo docente se erosiona, mientras la educación es relegada a último plano. Se usa como bandera en campaña, pero una vez en el poder, la descuidan.

Sin embargo, reducir la lucha a lo salarial es un error. Mientras discutimos paritarias, las escuelas siguen derrumbándose, la corrupción en los nombramientos continúa y los planes de estudio permanecen ajenos a la realidad.

Corrupción en los nombramientos: el acomodo antes que el mérito son más que episodios. En la docencia, el esfuerzo y la formación deberían ser la clave para el progreso. Sin embargo, los concursos son un terreno donde la transparencia brilla por su ausencia. Todos lo saben, pocos lo denuncian: los cargos se reparten con excesiva liviandad por acomodo, desalentando a quienes realmente se esfuerzan.

¿Por qué permitimos que el mérito sea desplazado por favores políticos? ¿Hasta cuándo aceptaremos que el acceso a la educación de calidad dependa más de contactos que de compromiso?

Las ruinas

Se habla de educación del futuro, pero muchas escuelas no tienen gas, techos seguros ni libros suficientes. En algunas, los chicos comparten fotocopias porque los manuales son un lujo. Mientras los discursos oficiales prometen innovación, los docentes deben poner dinero de su bolsillo para garantizar lo mínimo. No hay calidad educativa sin infraestructura adecuada ni recursos que permitan enseñar y aprender en condiciones dignas.

Planes de estudio desactualizados: formar para un mundo que ya no existe

El conocimiento avanza, pero la enseñanza sigue anclada en el pasado. En un mundo dominado por la inteligencia artificial y la globalización, seguimos con métodos que no preparan a los alumnos para los desafíos del siglo XXI.

¿Por qué seguimos enseñando materias aisladas en lugar de fomentar el pensamiento crítico y la creatividad? ¿Por qué no exigimos una reforma profunda que conecte la educación con la realidad?

El rol de los gremios: ¿defensores de los docentes o de sus propios intereses?

Los gremios deberían ser la voz de los docentes, pero en muchos casos se han convertido en otra pieza de un sistema que prioriza sus propios intereses. Negocian aumentos insuficientes, aceptan condiciones indignas y se conforman con migajas.

¿Por qué seguimos permitiendo que nos representen quienes no defienden nuestras necesidades? La educación necesita sindicatos comprometidos con un verdadero cambio, no con acuerdos de conveniencia.

Un llamado a la acción

La educación es una herramienta de transformación

No se trata solo de salarios. Se trata de concursos justos, de infraestructura digna, de formación continua y de recursos que realmente enriquezcan la enseñanza. La educación no es solo un medio de subsistencia para los docentes, sino la base para transformar una sociedad.

Es momento de unirnos como comunidad educativa y exigir lo que merecemos. No podemos aceptar parches y soluciones a medias. Necesitamos un plan integral que resuelva los problemas estructurales del sistema y coloque la educación en el lugar que le corresponde.

El aumento del 2% es solo la punta del iceberg. La verdadera crisis está en la falta de visión, en la ausencia de planificación y en la indiferencia de quienes deberían garantizar un futuro mejor.

La pregunta no es si podemos cambiarlo. La pregunta es si estamos dispuestos a hacerlo. ¿Estamos listos para dar ese paso?

 

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