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China, el despertar del gigante

Jueves, 06 de febrero de 2025 00:00
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Dos espectaculares anuncios consecutivos sobre sendos prodigiosos avances chinos en inteligencia artificial alteraron el clima de Wall Street y abrieron un intenso debate en Estados Unidos sobre el futuro inmediato de la carrera por el liderazgo tecnológico entre ambas superpotencias en el comienzo del segundo mandato de Donald Trump, precisamente caracterizado por una inédita alianza estratégica entre la Casa Blanca y el conglomerado de compañías de Silicon Valley, encarnado políticamente en la personalidad emblemática de Elon Musk.

Apenas una semana después de la ceremonia de asunción de Trump, la bolsa de Wall Street fue sacudida por una monumental caída de las acciones provocada por la noticia de que la compañía china DeepSeek había puesto en funcionamiento un modelo de inteligencia artificial que no sólo podía competir con las últimas versiones del chat GPT, la estrella de la firma estadounidense Open Ai, sino que había sido desarrollado con una ínfima fracción del costo de su rival norteamericano y con muchísima menos potencia computacional. Días después, cuando todavía perduraban los efectos del impacto y en plena celebración del Año Nuevo Lunar, cuando centenares de familias chinas estaban de vacaciones, el gigante Alibaba informó el lanzamiento de su nuevo modelo de inteligencia artificial Qwen 2.5 que superaba al anterior.

DeepSeek, fundada por Liang Wenfeng, es una subsidiaria de ByteDance, una de las mayores empresas tecnológicas de mundo, nacida en 2012 que es también la propietaria de TikTok, la popular aplicación cuya formidable expansión en Estados Unidos, donde alcanzó los 170 millones de usuarios, fue detenida semanas atrás por un fallo de la Corte Suprema de Justicia, que consideró que la vinculación de la compañía con el régimen de Beijing implicaba un riesgo potencial para la seguridad nacional. Liang, un joven ingeniero de 39 años, ingresó en las pantallas de los radares el año pasado cuando fue uno de los nueve expositores en un seminario a puertas cerradas organizado por el primer ministro chino Li Qiang.

Zhang Yiming, cofundador de ByteDance, proclamado admirador de Marck Zuckerberg, es considerado el hombre más rico de China, con una fortuna estimada en 49.000 millones de dólares.

Alibaba, creadora de Qwn 2.5, es un gigantesco conglomerado de alta tecnología, líder mundial en comercio electrónico, cuyo fundador y mayor accionista, el multimillonario Jack Ma, fue protagonista de una misteriosa desaparición en 2020, cuando la firma amagaba ingresar en el mercado de las "Fintech" y entró en colisión con la banca estatal china. Cuando Ma reapareció muy silenciosamente en el escenario público fue evidente que Alibaba había aceptado adecuar sus ambiciosos planes de expansión a la línea sugerida por el Partido Comunista.

El "caso Alibaba" fue agitado en Estados Unidos como una manifestación evidente de la estrecha asociación existente entre el régimen de Beijing y las grandes empresas tecnológicas chinas, todas las cuales albergan una oficina de control interno del Partido Comunista y están legalmente obligadas a aceptar los requerimientos gubernamentales, una exigencia que incluye la transferencia de datos. China cuenta con la extraordinaria ventaja de su población: la provisión de información de sus más de 1400 millones de habitantes es un tesoro inapreciable para el desarrollo de la inteligencia artificial.

Xi Jinping impulsó el desarrollo de la alta tecnología, y en particular de la inteligencia artificial, como la prioridad estratégica. Los recursos públicos están disponibles para ese objetivo. Los chinos tienen presente que la victoria de Estados Unidos sobre la Unión Soviética en la guerra fría, lograda a pesar del equilibrio nuclear que existía entonces entre ambas superpotencias, fue el resultado de la superioridad tecnológica exhibida en el lanzamiento de la "Iniciativas de las Galaxias", ese programa de Ronald Reagan destinado a construir un escudo misilístico que tornaba virtualmente imposible la llegada de cohetes nucleares al territorio norteamericano.

Geopolítica y negocios

Una famosa novela de Tom Clancy relata una imaginaria guerra mundial que estalla cuando China, que había reconvertido a sus Fuerzas Armadas en un "ejército de hackers" instalado clandestinamente en Hong Kong, penetra en las redes de la defensa estadounidense y consigue que los aviones norteamericanos bombardeen a sus propias bases militares. Ese fantasma aterroriza hoy a una amplia franja de la opinión pública norteamericana que exige mayores medidas orientadas a restringir el abastecimiento de insumos que alimenten el desarrollo tecnológico del coloso oriental.

Ese temor colisiona con una realidad incontrastable. A diferencia de lo que sucedía durante la guerra fría, en la que ambos contendientes podían sobrevivir a la eventual desaparición de su contrincante, la globalización de la economía hizo que Estados Unidos y China hayan establecido lazos de interdependencia extraordinariamente difíciles de romper. Una de las peores catástrofes que podía ocurrirle a Estados Unidos sería un colapso de la economía china y, a la inversa, uno de los peores riesgos para la economía estadounidense sería una debacle económica en China.

Musk es una demostración palpable de esa interdependencia. La segunda fábrica de Tesla, después de la originaria instalada Austin, está radicada en Shangai y es la segunda productora de automóviles eléctricos en China, que por el tamaño de su población y sus problemas de contaminación ambiental en las grandes ciudades constituye naturalmente el mercado más importante del mundo para la electromovilidad. Pero antes que Tesla está BYD, una empresa china que tiene entre sus mayores accionistas a Warren Buffet, el financista estadounidense que compite de igual a igual con Musk la condición de hombre más rico del mundo.

Todavía más significativo es el ejemplo de Jeff Yass, el hombre más rico de Pensilvania, un multimillonario estadounidense que posee el 15 % de las acciones de ByteDance, dueña de DeepSeek y de TikTok. Yass, de ideas libertarias, es un antiguo donante para campañas públicas en defensa de causas afines a la derecha conservadora, como la reducción de impuestos, la privatización de escuelas públicas y la prohibición del aborto. Hoy es mencionado, junto a Musk y otros de sus congéneres de Silicon Valley, entre los posibles compradores de la filial estadounidense de TikTok, una fórmula de compromiso insinuada por Trump para superar la controversia desencadenada por la sentencia de la Corte, que desató una reacción adversa en muchísimos de los 170 millones de norteamericanos usuarios de la aplicación.

Trump está forzado a manejarse con un delicado equilibrio entre el pragmatismo de los hombres de negocios y la fuerte presión "anti-china" de la opinión pública y de la derecha republicana, cuyo principal ideólogo, Steve Bannon, no cesa de embestir contra la influencia de Musk en la Casa Blanca. Sin embargo, el peso de la realidad tiende a inclinar la balanza en la dirección apuntada por el presidente argentino Javier Milei, quien después de haber negado categóricamente la posibilidad de hacer negocios con "países comunistas" finalmente admitió que "China es un socio comercial muy interesante. No exigen nada, sólo que no los molesten".

Mientras esto sucede en Washington, Xi Jinping apuesta a que el realismo de Trump prevalecerá sobre el ideologismo de la derecha de su partido. En ese sentido, los anuncios de DeepSeek y de Alibaba le sirvieron para delimitar la cancha de las futuras negociaciones, que ya no partirían de la admisión de la superioridad tecnológica de Estados Unidos sino de la existencia de una paridad a mantener. China tiene una noción del tiempo muy distinta a la de Occidente. En su visión la historia juega a su favor y sólo se trata de no entorpecer su curso con apresuramientos innecesarios. Deng Xiaoping lo sintetizó en una consigna, "el ascenso pacífico", para eludir la confrontación bélica, y uno de sus clásicos aforismos orientales, "esconder nuestras capacidades y aguardar el momento oportuno".

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

 

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