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El esquema competitivo argentino es dual. Por una parte, están los operadores en un marco formal. Por otro lado, están los que operan en el informal. Estos últimos son los que han desarrollado todo tipo de culturas oportunistas. La pregunta es si ellos son los únicos responsables.
En el oportunismo no existen convicciones. Se trata de una forma de creatividad para violar las normas éticas, como tergiversar, mentir, defraudar e, incluso, sobornar ¿Son los oportunistas totalmente responsables de su conducta? En gran medida, sí. Pero sería un error soslayar la responsabilidad del Estado, especialmente a través de su intervención excesiva y su esquema tributario distorsivo, en cierta forma, confiscatorio.
El oportunismo es un derivado de la codicia. Tanto el empresario como el gobierno de turno pueden ser oportunistas, con algo común: la codicia. Se alimentan mutuamente en el comportamiento oportunista. En el caso de los gobiernos, la codicia suele basarse en la demagogia, para captar la voluntad del electorado con "asistencias" o para evitar la disminución del gasto público. Son tantos los ejemplos. El que sigue es uno: la Ley de Ahorro Obligatorio de 1988, en rigor, fue una sustracción a la renta, con devolución a los 60 meses, con una tasa de interés fija de 3% mensual, que resultó irrisoria frente a la tremenda inflación del período.
El único freno efectivo a ese fenómeno son las instituciones. Sin reglas claras, estables y respetadas, la codicia no encuentra límites. Se trata de instituciones formales e informales donde la clave reside en la educación.
El oportunismo conlleva el pisoteo de los derechos propiedad. El Estado, por la acción del gobierno, continúa pese a los esfuerzos por mejorar, con una tendencia a vulnerar los derechos de propiedad. ¿Un ejemplo? El impuesto a los Ingresos Brutos, acumulativo y superpuesto con el IVA que, además, es plurifásico pues se aplica en cada fase del proceso de hacer y vender un bien. En lugar de gravar todo el valor del bien final en la etapa final, se tributa solo el valor que se agrega en cada etapa del camino; en cada fase de la cadena de valor.
El ambiente institucional es fundamental para incrementar las ventajas competitivas. Son las instituciones las que canalizan las transacciones y los acuerdos económicos. Solo la economía de libertad de empresa, con elevada transparencia de la cuestión pública y en el marco de una democracia madura permite el ambiente institucional de mayor competitividad para el conjunto de las empresas.
El nudo central del desarrollo de una sociedad capitalista reside en el efectivo uso de los derechos de propiedad, tanto de bienes personales como de capital.
La experiencia es clara. Miremos al pasado. En la medida en que los gobiernos buscaron financiarse con mecanismos que implicaron la apropiación de activos financieros y monetarios las personas y las empresas tomaron caminos erráticos, desconectados del interés colectivo.
Hay diferencias en el concepto de derecho de propiedad según esté en el plano legal o en el económico. Porque una cosa es tener todos los títulos que digan que uno es propietario y otra es poder ejercer plenamente esa propiedad. Cuando un ladrón roba un automóvil a alguien, éste sigue siendo el propietario, ya que tiene el título de propiedad, sin embargo, desde el punto de vista económico no lo es. Pues, mientras esté en manos del ladrón, no puede utilizarlo o disponerlo. Los argentinos no siempre disponen de la propiedad de tránsito por los lugares públicos, no siempre pueden hacer uso de sus empresas o viviendas. Y lo que es peor, saben que cualquiera de ellos puede quedar marginado de la propiedad económica de algún bien que le corresponde por derecho.
Desde la reinstauración de la democracia, se aprecia una deslegitimación institucional, basada en la ineficaz gestión gubernamental para satisfacer las expectativas de la gente, como lo demuestra la anticipada terminación del gobierno de Raúl Alfonsín.
Entonces, ¿a dónde debemos apuntar? A fortalecer las instituciones, garantizar la propiedad efectiva y reducir la presión tributaria. Este es el camino para debilitar el oportunismo estructural que afecta la competitividad de nuestro país.