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El desafío social de León XIV

Miércoles, 04 de junio de 2025 02:20
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Las imágenes del prolongado desfile de influyentes jefes de países y corporaciones ante el féretro del Papa Francisco fueron para muchos una demostración de la influencia y trascendencia que había alcanzado su pontificado. Es probable que recién entonces muchos empezaran a comprender todo lo que el mundo perdía con su ausencia.

Lo que principalmente había construido Francisco era un cuerpo de cardenales que expresaba a todos los continentes y reflejaba la intención de fortalecer la presencia "periférica". Bergoglio fue el Papa que más cardenales no europeos eligió: Entre los que designó Juan Pablo II, 55% eran europeos; Benedicto XVI eligió un 57% de europeos. Francisco, sólo el 40%. En cambio, un 23% son latinoamericanos, 17%, asiáticos; 13%, africanos; 6% norteamericanos; 2%, de Oceanía.

Los cardenales definieron la fumata blanca en su cuarta ronda electoral; lo hicieron por una mayoría que habría superado los 100 votos (3 de cada 4) y votaron en el sentido de continuidad de las líneas centrales del papado de Francisco y de consolidación de la unidad. Los interesados en recalentar las hipótesis cismáticas quedaron aislados.

El cardenal elegido fue Robert Francis Prevost, de 60 años, estadounidense de nacimiento, nacionalizado peruano,

Muy pocos habían considerado a Prevost candidato posible al papado, quizás por su nacionalidad de origen. En 2023 Francisco lo había llevado de Perú a Roma para ponerlo a cargo del Dicasterio para los obispos –una función que le permitió un intenso relacionamiento con jerarquías eclesiásticas de todo el mundo- y también de la Comisión Pontificia para América Latina, tomando en cuenta su rica experiencia de casi dos décadas como sacerdote y obispo en su patria de adopción.

"Con el papa León, estadounidense de Chicago que vivió y misionó 18 años en Perú, el papado permanece en América".

En su primer mensaje urbi et orbi, desde el balcón de San Pedro donde fue proclamado, Prevost, ya convertido en León XIV, orientó con transparencia sobre el rumbo que piensa para su acción.

La primera clave, se ha insistido, está en el nombre adoptado: Es referencia a León XIII, un pontífice modernizador y comprometido con la defensa de los trabajadores en tiempos de la primera revolución industrial, autor de la encíclica base de la doctrina social de la Iglesia (Rerum Novarum, "De las cosas nuevas").

El nuevo Papa tiene ante sí el desafío de la revolución tecnológica contemporánea y la inteligencia artificial, los horizontes que ellas abren y sus consecuencias sobre el trabajo humano.

Si el nombre elegido por Prevost es significativo, no lo fue menos su mensaje: las dos menciones emocionadas a Francisco tributan al proceso de cambios impulsado por el Papa argentino. Empezó invocando la paz: una "paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante". Convocó a buscar una Iglesia abierta y misionera, "que construye puentes, el diálogo", al servicio de "todos los que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor", una Iglesia "que camina", una Iglesia sinodal que "busca siempre la paz, la caridad, que busca estar cerca especialmente de quienes sufren…".

La elección de Prevost ratifica, en principio, un movimiento que se inició a fines de la segunda guerra mundial, La Iglesia empieza entonces a abrirse a las naciones emergentes y paulatinamente su conducción se irá alejando de Europa occidental, se apartará del eurocentrismo. La entronización de Karol Wojtyla -un Papa polaco, el primero no italiano desde 1523-, fue un capítulo importante de ese proceso. Con Bergoglio la Iglesia incorpora la mirada de las periferias en general y la latinoamericana y la rioplatense en particular. Con el papa León, estadounidense de Chicago que vivió y misionó 18 años en Perú y que está extensamente vinculado a la Iglesia latinoamericana, el papado permanece en América, se panamericaniza, si se quiere. Combina periferias con una aproximación al gran cambio tecnológico, plantea una fraternidad (valor básico de los seguidores de San Agustín, como el Papa), una fraternidad global. León XIV se ha encargado de presentarse al mundo como un papa global, hablando en italiano, en español, en inglés…Ese internacionalismo patentizando también en su doble nacionalidad estadounidense y peruana- es probablemente uno de los factores que contribuyó a su elección: los cardenales buscan una Iglesia embarcada en una misión auténticamente universal con un conductor que no se incline ante los centros imperiales.

Prevost, antes de ser Papa, dejó en las redes señales de su divergencia con la política migratoria de Donald Trump. El candidato preferido de Trump para alcanzar el papado era el arzobispo de Nueva York, el cardenal Michael Dolan, de claro perfil conservador.

Trump está rodeado de católicos practicantes, como su secretario de Estado, Marco Rubio; su vicepresidente J. D. Vance y la primera dama, Melania Trump. Pero el nombramiento de Prevost ha dejado desconcertados a muchos de sus seguidores, que no saben si apelar, como Trump, al orgullo nacional porque el Papa es estadounidense o mirarlo con recelo por sus críticas a las políticas republicanas

Con León XIV el catolicismo se proyecta con fuerza hacia América del Norte. Trump había distribuido por las redes una imagen suya disfrazado de Papa. La Iglesia ha puesto en escena un Papa americano de verdad. Un Papa que no comparte varias de las políticas más características del presidente de Estados Unidos y que competirá por el espíritu de los estadounidenses que Trump gobierna.

 

 

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