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Brasil y China firmaron hace unos días a un acuerdo para construir un ferrocarril que conecte la región productiva de la costa atlántica de con el Océano Pacífico. Es decir, para que las exportaciones lleguen, a través del Mato Grosso, a la costa oeste y a este océano, que, además, se va convirtiendo en el centro geopolítico más importante del planeta. El proyecto ferroviario tiene como destino el megapuerto de Chancay, que será operado por la empresa china Cosco Shipping Ports.
Este acuerdo parece dar consistencia a una aspiración histórica, que es la de los corredores bioceánicos. Ese proyecto, pero a la altura del Trópico de Capricornio, inspiró la constitución del Norte Grande Argentino, hace ya cuatro décadas, que apuntaba al fortalecimiento de una región estratégica del país, integrada por nueve provincias con necesidades homogéneas y posibilidades complementarias.
Las conexiones interoceánicas ya se vislumbraban como imprescindibles desde los tiempos de Solís y Magallanes. Pero, para nuestras provincias, cuyo desarrollo está totalmente postergado por un federalismo deforme, un corredor bioceánico fortalecería el vínculo con el sudeste de Brasil, con Paraguay, Bolivia y Chile.
La construcción de ferrocarriles y rutas interconectadas es un instrumento básico para plasmar este tipo de corredores. Y requieren de la decisión política del poder central y de las provincias. Por varias razones. La comunicación trae consigo el progresivo desarrollo de inversiones en producción primaria y valor agregado, pero necesita de una estrategia de muy firme para garantizar los servicios de educación y salud pública y planes de vivienda. Sin el apoyo del Estado nacional, es muy difícil; esperando de brazos cruzados que ese apoyo llegue, imposible.
La falta de un horizonte de desarrollo es una de las causas del retroceso argentino. El pensamiento antiproductivista de muchos intelectuales y la comodidad de casi toda la dirigencia política garantiza que la economía del Norte Grande y de casi todo el país fuera de la región central se primarice cada vez más. Así, el hallazgo de nuevos filones, de hidrocarburos o de minerales estrella, no garantizan por si solos la calidad de vida de los pueblos aledaños.
El acuerdo entre Brasil y China, además de evidenciar un entendimiento político entre ambos países, y reflejar las aspiraciones expansivas de la superpotencia asiática, demuestra una visión de futuro.
Es decir, si los gobiernos provinciales recuperaran la vocación de futuro, y si los gobiernos nacionales dejaran de lado los encandilamientos con revoluciones culturales y con las batallas políticas del poder por el poder mismo, un corredor del Norte Grande dejaría de ser una quimera.
De hecho, en Chile, ese proyecto estimuló hace décadas la creación del mega puerto de Mejillones, muy cercano al de Antofagasta y accesible para nuestro ferrocarril transcordillerano y desde los pasos de Sico y Jama.
Hace pocas semanas, el embajador de la República Popular China en Chile, Liu Qingbao, visitó el Complejo Portuario Mejillones (CPM) y sus terminales portuarios acompañado de su comitiva de negocios. Allí y destacó el potencial del megapuerto y de su zona industrial para fortalecer el intercambio comercial entre China y Chile, así como su relevancia para el corredor bioceánico. Entre ambos países existe la voluntad de fortalecer el Polo de Cooperación Antofagasta–China, una plataforma que busca "profundizar la vinculación entre ambos territorios en ámbitos como el desarrollo económico, logístico, académico y cultural, proyectando a la región como un punto clave de integración internacional".
En abril, el gerente general del Complejo Portuario Mejillones, Juan Alberto Ruiz, fue parte de la comitiva oficial encabezada por el presidente Gabriel Boric que viajó a Brasil con la iniciativa de integración regional en el centro de la agenda
Ese proyecto bioceánico busca conectar a Chile con el Atlántico, y a Brasil con el Océano Pacífico, a través de una obra de integración vial y portuaria. Ruiz afirmó que "Mejillones tiene un potencial importante para aportar a esta iniciativa, con una zona portuaria e industrial consolidada, pero a la vez, con una serie de oportunidades para seguir creciendo. En este sentido, el Complejo Portuario Mejillones se está preparando con la reciente ampliación de sus instalaciones para embarcar concentrados mineros y el proyecto para levantar una plataforma de servicios logísticos que conecten a la minería y la industria con el mundo".
La noticia es un llamado de atención para el Norte grande. No es posible crecer como región esperando que "llueva café".
Las decisiones de los presidentes Lula y Boric expresan miradas de largo alcance sobre un mundo que se está reordenando. Ellos buscan acuerdos que, además, exigen un criterio de integración regional. Las naciones deben posicionarse frente al nuevo orden mundial, identificar sus intereses y esmerarse en compartir esfuerzos.
Un corredor bioceánico no es solo un trayecto comercial: para nuestra región es un instrumento indispensable que puede potenciar las posibilidades de crecimiento y de generación de empleo, sin los cuales no hay paz social.
Es un vínculo internacional que puede fortalecer la soberanía.
Para nuestro Norte no solo se trata de reflotar un viejo proyecto. Es un elemento sustancial para no perder el tren de una globalización a la que la revolución tecnológica imprime un ritmo de vértigo que no permite que nadie se quede dormido.