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La contratación bajo la figura del Monotributo muchas veces es usada para eludir la legislación laboral. Nuevos datos del INDEC muestran que esta práctica es frecuente entre las empresas más grandes donde la informalidad es muy baja. Entre las microempresas, donde se concentra la informalidad, la práctica está poco extendida.
El INDEC perfeccionó la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) agregando al cuestionario preguntas sobre el registro en el Monotributo. Cuando la indagación se hace sobre los asalariados no registrados permite describir con mayores detalles el fenómeno de la informalidad laboral dentro de las empresas privadas.
Según el relevamiento del INDEC, un 40% de las personas contratadas por empresas privadas están no registradas ("en negro"). El 14% de estos trabajadores declaran al INDEC estar registrados como monotributistas y entregar a su empleador una factura. Es decir, en la percepción del trabajador hay una relación de dependencia laboral con la empresa, pero legalmente el vínculo se formaliza como una relación no laboral. Lo que la empresa plantea como un contrato a un proveedor de un servicio para el contratado es un trabajo asalariado.
En la EPH correspondiente al 4º trimestre del 2024 se observa que:
* Entre las empresas con menos de 10 trabajadores, el 77% de los trabajadores está "en negro" de los cuales el 7% entrega factura de Monotributo a su empleador.
* En las empresas con entre 10 y 40 trabajadores, el 14% está "en negro" de los cuales el 24% entrega factura de Monotributo.
* En las empresas con más de 40 trabajadores, sólo el 8% está "en negro" de los cuales el 45% entrega factura de Monotributo.
Estos datos muestran que el empleo asalariado "en negro" es un fenómeno muy concentrado en las pequeñas empresas y, entre ellas, es marginal el porcentaje de trabajadores que entregan factura de Monotributo como si estuvieran vendiendo un servicio. En las grandes empresas, en cambio, el empleo no registrado es bajo y la mitad entrega factura de Monotributo como si fuera una venta de servicios. El uso del Monotributo como medio para escapar de la legislación laboral es un fenómeno que usan las empresas más grandes, pero poco extendido entre las empresas más pequeñas.
La informalidad en las pequeñas empresas es consecuencia de su muy baja productividad. La remuneración que pagan estas empresas es menos de la mitad de las que pagan las empresas con trabajadores registrados y muy por debajo de los mínimos salariales que fijan en los convenios colectivos. Sobre este monto hay que aplicar los beneficios laborales (antigüedad, vacaciones, aguinaldo), contribuciones patronales a la seguridad social que ascienden al 30% y contribuciones sindicales que están entre 3% y 5% del salario. Pretender aplicar la legislación laboral al vasto universo de microempresas es una causa perdida porque choca con la imposibilidad administrativa y de costos para poder hacerlo.
Los pasos dados a favor de moderar y dar certidumbre al costo del despido van en el sentido correcto, aunque son insuficientes. Entre los cambios más importantes hay que establecer un mínimo no imponible sobre la masa salarial a las contribuciones patronales (de manera que con un muy bajo costo fiscal se elimine la presión sobre los costos laborales de las microempresas), terminar con la litigiosidad espuria en las justicias provinciales por riesgos del trabajo y permitir que las empresas en acuerdo con sus trabajadores se desenganchen de los convenios colectivos sectoriales o de actividad.
El hecho de que el 77% del empleo no registrado esté en empresas con menos de 10 trabajadores, cuyas remuneraciones son un tercio del salario registrado y el 90% ni siquiera paga el Monotributo, confirma que es un mito creer que el déficit previsional se cerrará cuando esta gente aporte. Mientras no aumenten su productividad, lo que demandará mucho esfuerzo, los aportes de estos trabajadores al sistema previsional serán marginales.