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28 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Hornos de fundición de metales en la Puna

Las poblaciones andinas desarrollaron creativas fundiciones mineras denominadas "huayras", atizadas con fuelles. Esa experiencia fue capitalizada y continuada por jesuitas y pioneros, y así trazaron el camino para la minería argentina de hoy y del futuro.
Lunes, 28 de julio de 2025 01:47
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La producción de metales por fundición se remonta en la Puna a mucho antes de la llegada de los españoles.

Las huayras

Los indígenas de los Andes supieron desarrollar un método para aprovechar los vientos que soplaban en las quebradas a los cuales llamaron huayras. Las huayras fueron descriptas por muchos de los españoles en sus obras.

El jesuita José Eusebio del Llano Zapata (1721-1780) quien en 1761 subraya: "Los indios le enseñaron el modo que ellos tenían, de tiempo inmemorial, para fundir los metales. Esto lo hacían en unos hornos que llamaban guayras. Ellos eran de barro, de una vara de alto, casi cuadrada, abiertas por arriba cuatro ventanillas a los lados y al fondo más estrecho que la cima. Dentro depositaban el mineral metálico bastante humedecido e incorporado con otros que facilitasen su fundición; después llenaban aquellas máquinas de materia combustible, que empezaba a arder a medida que soplaba el viento natural y como éste es más fresco, parejo y continuo que el que agita el artificio, salía la plata más acendrada que la que se beneficia por medio del viento artificial conmovido por los fuelles. Y luego apunta: "Se continuó este modo de beneficio, de manera que se veían todas las noches por las alturas de aquel cerro y sus pizarrales, más de 15.000 hornillos". Se refiere al Cerro Rico de Potosí.

Juan B. Ambrosetti (1865-1917), padre de la etnografía argentina, en su clásico trabajo sobre "El Bronce en la Región Calchaquí", al referirse a las huayras y su funcionamiento cita una comunicación personal que al respecto le hizo Moisés Lozano. Dice Ambrosetti: "El Sr. D. Moisés Lozano, infatigable minero y cateador de minas de Salta, me ha comunicado que sobre los cerros, en distintos puntos de esta provincia, halló restos de huayras, todas ellas de pequeño tamaño; un metro a lo más de diámetro, cuyas paredes eran de pirca de piedra, una arenisca, y el fondo en forma de taza de una mezcla de cenizas y huesos machacados. Según este señor, por restos de carbón que halló, cree que este lo hacían con leña de churqui, una leguminosa muy abundante en la región Calchaquí".

En realidad, se utilizaron distintas especies vegetales como la yareta, queñoa, cuerno, tola, añagua y también el excremento seco de animales llamado "taquia". Oro, plata, cobre, y el bronce como aleación, se obtuvo con dicho método.

En S.A. de los Cobres

Lo que no lograron los pueblos de América fue alcanzar a fundir hierro dado el mayor punto de fusión, cosa que se logró recién en 1700 en las misiones jesuíticas del Paraguay. Primitivos hornos de fundición o huayras se han encontrado a lo largo y ancho de la Puna de Jujuy, Salta y Catamarca. Entre ellos en Rosario de Susques, Cobres, Acay, Incahuasi, entre otros puntos. Muchos de los topónimos "Fundición" o "Fundiciones" hacen referencia a la presencia de hornos de fundir metales. Según el documento colonial de Filiberto de Mena (1791), la mina de plata San Francisco de Asís, en el Nevado del Acay, fue descubierta en 1665 por el sevillano Gonzalo Sedano Sotomaior, la cual también había sido trabajada anteriormente por los indígenas, ya que se encontraron allí socavones y restos de hornos de fundición primitivos. La idea de este artículo es dar a conocer una historia poco conocida y es la de los hornos de fundición de metales que existieron en cercanías de San Antonio de los Cobres.

De ellos ya no quedan ni ruinas, aunque se rescatan algunos vestigios en donde estuvieron emplazados. Fueron importantes instalaciones de ingenios metalúrgicos en el interior de una quebrada por donde hoy corre la R.N. N° 51 y al pie del Abra de Chorrillos. Tuvieron su esplendor a finales del siglo XIX y decayeron en los primeros años del siglo XX.

Dan cuenta de su existencia viajeros como el geólogo alemán Ludwig Brackebusch, el chileno radicado en Salta don Abraham Alberto Becerra y el ya mencionado Juan Bautista Ambrosetti. Este último pasó por allí en 1902 y publicó su trabajo sobre "Viaje a la Puna de Atacama" en 1904 con dos fotos del estado en que se encontraban en ese momento.

Esas fotos resultan un muy valioso testimonio para la historia de San Antonio de los Cobres en particular y para la historia de la minería de la Puna. Mucha de esta información fue condensada en mi libro: "Historia de la Minería de Salta y Jujuy, siglos XV a XX". Mundo Gráfico, 332 p., 2010, Salta. Y fue también parte de una conferencia del suscripto a los alumnos de los colegios secundarios de San Antonio de los Cobres que se llevó a cabo el 8 de julio de 2025 y que fuera organizada por la Comisión de Minería del H. Senado de la Provincia de Salta, con la participación de los senadores Leopoldo Salva, Gustavo Carrizo, Miguel Calabró, Gonzalo Caro Dávalos y el diputado Víctor Lamberto.

Empuje de pioneros

Señalamos allí que fue notable el extraordinario empuje emprendedor que desarrollaron mineros salteños a la par de chilenos, bolivianos, alemanes, franceses y españoles para explotar las minas de la comarca, instalar grandes ingenios metalúrgicos, fundir los minerales y exportar los metales a Europa a fines del siglo XIX.

En una época sin caminos ni vías férreas y con límites indefinidos con Chile y Bolivia. Donde todo se transportaba a lomo de animales. Quedan para la historia los nombres del salteño Moisés Lozano, el chileno Ángel C. Roco, el francés Emilio Fressart, los hermanos bolivianos Belisario, Patricio y Joaquín Corbalán, el gibraltareño Marcos Amar y los alemanes Jorge H. Boden, Julio y Jerardo Korn (ambos hermanos y procedentes de Göttingen tal como los menciona L. Brackebusch), Otto von Klix, Teodoro Becker, Guillermo Mayer, Augusto Merkens, Guillermo Augspurg, Asmus, entre otros.

Todos los mencionados explotaban minas de manera individual o en sociedades según figuran en los registros de la época en los distritos del Acay y de San Antonio de los Cobres. Los metales eran tratados en algunos de los tres ingenios que se habían preparado a tal propósito y formaban un importante complejo metalúrgico minero. Uno de ellos en la entrada a las aguas termales de los Baños de Pompeya y los otros dos al pie de Chorrillos.

El de Pompeya pertenecía a Ángel Roco y beneficiaba los minerales de la mina Concordia. Los de Chorrillos pertenecían uno de ellos, el Ingenio Humboldt, a la firma Roco y Lozano, mientras que el otro era operado por don Emilio Fressart.

De estos dos últimos están las fotos en el folleto citado de Ambrosetti. Fressart describe en 1888 su horno de fundición del Ingenio Humboldt en Chorrillos y dice: "El horno de fundición que actualmente empleo, es de reverbero. Por lo delgado de las leñas de aquí, los hornos de manga me han dado resultados inferiores. Dimensiones son 2,30 m de largo por 1,60 m de ancho y 0, 60 m de alto. Leña de tola, añaguas y otras congéneres. Todas de un diámetro que no pasa de 0,5 cm. Sin embargo, con facilidad se llega al grado de fusión del cobre y de la plata. En 20 horas este horno liquida 70 quintales de mineral, en los que van de 10 a 20 quintales de mezcla y fundentes. Su precio se puede estimar en 0,12 centavos el quintal".

Hünicken (1894) comenta que desde el establecimiento Humboldt se despachaban importantes partidas de metales a Europa por intermedio de la casa Boden y Cía. Ambrosetti (1904) señala: "A pocos kilómetros se llega a Chorrillos (4.000 m), punto en otro tiempo importante, a la entrada de la quebrada del mismo nombre, donde aún se ven, uno frente a otro, a dos establecimientos de fundición de metales, ambos paralizados. El Ingenio "Humboldt" de los Señores Moisés Lozano y Ángel Roco hoy abandonado, y el del señor Emilio Fressart que no funciona. En ambos se conservan las habitaciones, la mayor parte con su techumbre intacta, y algunos hornos también en buen estado y gran cantidad de escorias. Da un profundo sentimiento de tristeza el ver tanto trabajo y tanto capital malogrado en aquellas soledades, donde ha sido necesario en la época de su instalación, transportarlo todo a lomo de mula, de modo que cualquier objeto resultaba con un costo doble colocado allí.

Perspectivas de futuro

Todo ese esfuerzo inteligente y toda la fe y la perseverancia de esos hombres, ha quedado destruida e inutilizada por la falta de fe de otros, que bien hubieran podido ayudarlos con sus capitales, si entre nosotros se conocieran más las riquezas mineras que encierra el país, y si no se mirase con tanta desconfianza y escepticismo lo que se refiere a la Minería Nacional, la que algún día, explotada con inteligencia, forzosamente tendrá que ser una de nuestras fuentes más importantes de riqueza.

Las minas que proveían de ricos metales a estos ingenios están cerca de ellos, apenas arañadas en la superficie. Hoy con el camino nacional carretero hasta Chorrillos, su explotación se facilitaría, y sólo se necesitan capitalistas y hombres emprendedores que tengan fe para transformar esa región en uno de los más ricos distritos mineros de la República".

La rica historia de la minería puneña y de sus esforzados protagonistas es todavía una asignatura pendiente.

 

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