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En el marco del Día del Trabajador Minero (día instituido por la creación de la Asociación Obrera Minera Argentina hace 71 años), es necesario analizar el impacto de esta actividad unicornio y pujante en Salta, una provincia que ha visto cómo la minería moldea su economía y estructura social. Y hoy ya podemos hablar de un desafío que existe y que a menudo es subestimado: la salud mental de sus trabajadores.
Veamos algunos datos primero. En términos de empleo, Salta se posiciona como la segunda provincia con mayor cantidad de trabajadores mineros, empleando a más de 5.500 personas, lo que representa alrededor del 4,3% del empleo privado registrado en la provincia. Y hay que ver lo que sucede en el departamento de Los Andes (DLA), donde la población minera en los campamentos asciende a unas 7.000 personas (principalmente los de Eramine, Posco, Ganfeng, Mansfield), sumando otros 23.000 de población minera fluctuante (principalmente contratistas), superando en cuatro veces a la población local residente, de apenas 7.182 habitantes según el censo de 2022. Este incremento demográfico evidencia la centralidad de la minería en la región, pero también plantea desafíos en términos del impacto social, urbano y ambiental en todo su territorio, en términos de carga del sistema y de demandas y necesidades de la propia población.
El trabajo minero sin dudas ha transformado la dinámica laboral en Salta, y la forma de pensar las inversiones; donde la búsqueda de empleo en la Puna es constante debido a los altos sueldos, generando incluso un déficit de mano de obra en la construcción en otras localidades por las construcciones en proyectos mineros. Antaño la población de Los Andes migraba a la capital en búsqueda de oportunidades, y actualmente esa lógica se ha invertido.
Además, la minería continúa siendo un sector predominantemente masculino, con hombres ocupando casi el 90% de los puestos. Este hecho tiene un impacto significativo en los hogares de Salta, ya que los sistemas de rotación (Roster) implican largas semanas de trabajo en la Puna, dejando a las mujeres a cargo de la crianza de los hijos en solitario. Esta distancia prolongada y el aislamiento no solo desafía la estabilidad y funcionalidad familiar, sino que también profundiza un asunto que hay que repensar: la salud mental del trabajador minero.
Educación
En Los Andes, propiamente, las problemáticas sociales reflejan un panorama complejo que incide directamente en la cuestión laboral de la actividad minera. La falta de recursos en educación con una marcada carencia de infraestructura y programas de nivel terciario y universitario, evidencia limitaciones para la formación de jóvenes que puedan insertarse en el mercado laboral minero o diversificar sus opciones. A esto se suma una preocupación creciente por el bienestar de los adolescentes, con altos índices de alcoholismo y suicidio en la región, lo que subraya la necesidad de ponderar la salud mental, la educación y el apoyo social en dichas localidades.
Ahora, si vemos la situación de las mujeres, su rol en la minería sigue estando limitado principalmente a tareas de servicios básicos, como cocina y limpieza, mientras los trabajos más pesados o tecnificados son asignados a los hombres. Este es un estereotipo que debe ser desafiado, rompiendo la creencia de que las mujeres están mejor capacitadas para ciertas tareas. A pesar de esto, los puestos ocupados por mujeres en Salta han crecido un 55% desde 2022, mostrando un avance hacia la inclusión y diversidad en el sector. Sin embargo, es importante considerar los desafíos adicionales para las mujeres, como la dificultad de cursar embarazos en la Puna o la necesidad de lactancia y crianza, las cuales muchas empresas mineras han resuelto estas situaciones a favor de ellas, extendiendo licencias, generando teletrabajo, poniendo salas de lactancia en campamentos, etc.
Las compañías reconocieron el valor de la mujer, les ofrecieron capacitación y las vieron crecer. Hoy son ellas quienes escriben una página nueva para su familia y su pueblo, con la estima que representa haberse ganado ese lugar que poco tiempo atrás surgía utópico.
Desafíos
A nivel regional, los desafíos relacionados con la salud mental, la infraestructura educativa y las condiciones laborales demandan un enfoque integral que aborde las necesidades de las comunidades y los trabajadores. La minería, como "madre de todas las industrias", sigue siendo un pilar fundamental en la economía salteña, pero su desarrollo debe ir acompañado de un compromiso con la sostenibilidad y el bienestar social para asegurar un futuro más equitativo y próspero para todos los habitantes de la Puna.
La minería, aunque crucial para la economía, es una industria sujeta a la volatilidad de los precios de los minerales y a condiciones de mercado no del todo estables. Este año estuvo marcado por la fuerte caída del precio del litio, lo que condicionó la viabilidad de la mayoría de los proyectos de exploración y planta piloto.
Es por ello que el turismo se percibe como una alternativa de desarrollo más estable y sostenible, sobre todo en la Puna. Es así que en muchas localidades del DLA se enfocan en proyectos de infraestructura que sirva tanto para la minería como para el turismo, y así diversificar las fuentes de empleo y asegurar un crecimiento económico que no dependa exclusivamente de la minería.
El futuro ha llegado, hoy vemos hombres, y mujeres abriendo camino en nuestra Puna, de la mano de la madre de todas las industrias: la minería, ¡y qué madre! porque aloja y abraza al hombre en sus senos de tierra. Por eso, más que un oficio, los mineros practican el arte de hacer parir a la tierra, que en su vientre gesta y entrega sus hijos, los minerales del suelo. Pensando en ellos, vaya un fuerte abrazo a quienes hacen patria minera en nuestra Puna Salteña.
* El autor es director de la Diplomatura en Derecho Minero y Gestión Empresarial (UCASAL)