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El precio del litio cayó desde 70.000 a 10.000 dólares la tonelada en los últimos dos años. El derrumbe del 80% en la cotización del mineral que tiene asignado un papel clave en la transición energética hacia las energías renovables y el desarrollo de la electromovilidad obedeció a varios factores, pero la razón fundamental es la abundante oferta existente frente a una demanda que en este tiempo no ha crecido con la velocidad esperada, principalmente en la industria automotriz.
Panorama
En China, el mayor mercado de autos eléctricos del mundo, las ventas de unidades estuvieron el año pasado muy por debajo de las previsiones con las que grandes mineras desplegaron megaproyectos litíferos en Australia -el mayor productor mundial- y los salares del norte de Chile y el Noroeste argentino.
En Australia, el derrumbe de precios se tradujo en una suspensión parcial de operaciones y mermas de los niveles de producción de compañías como Core Lithium, Albemarle y Arcadium Lithium. En contraste, otras grandes productoras, como Pilbara Minerals, están ampliando plantas confiadas en un repunte de la demanda internacional y los precios del litio.
Analistas internacionales, sin embargo, estiman que el exceso de oferta se mantendría al menos hasta 2028. La situación de Australia plantea mayores desafíos que en Chile y Argentina, porque en el país de Oceanía el proceso de producción del estratégico insumo para la fabricación de baterías requiere tres veces más energía que en los salares de Salta, Jujuy, Catamarca y la región de Atacama, ya que el mineral se extrae de rocas, mientras que en la región andina de Sudamérica se obtiene a través de la evaporación de salmueras.
En el denominado "Triángulo del Litio" de Sudamérica, Bolivia tiene una de las mayores reservas del mundo en el Salar de Uyuni, pero la explotación del mineral está limitada allí por decisiones políticas. En ese restrictivo contexto, las corporaciones Uranium One Group de Rusia y CBC de China tienen entendimientos firmados con la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) y están a la espera de que la Asamblea Legislativa Plurinacional del vecino país apruebe una ley para instalar plantas industriales de carbonato de litio que tienen en carpeta.
Mientras tanto, en Chile y Argentina el fuerte derrumbe del precio ha impactado tanto en los planes de productoras privadas como en las arcas públicas por la consecuente caída de la recaudación de gravámenes específicos del sector.
En la región
En Chile, el litio es producido por dos grandes compañías que operan en el Salar de Atacama: SQM y Albemarle. Esos grupos empresarios extraen, procesan y comercializan el mineral metalífero en una suerte de asociación con el Estado chileno que les arrienda la propiedad de los yacimientos. En ese esquema, las empresas pagan por el derecho a comercializar el recurso minero y el nivel del precio del litio tiene un peso determinante la estructura impositiva escalonada de los impuestos y royalties.
Más allá de los factores coyunturales, los grandes proyectos mineros que se desarrollan en los salares de la región y los programas de inversión están trazados con un horizonte de 10, 20 ó 30 años. La mayor parte del litio se utiliza en la fabricación de autos eléctricos y las estimaciones internacionales, en este punto, concuerdan en que esa industria se seguirá expandiendo en los próximos años. La gran duda hoy es cuántas, cuáles serán las empresas que logren sobrevivir al contexto actual de precios bajos, especialmente en los yacimientos con más altos costos de producción.
Según proyecciones de mercado, en los próximos dos años el precio del carbonato de litio podría repuntar hasta los 16.000 dólares la tonelada y ascender hacia 2023 a unos 18.000 dólares. En Argentina, esas estimaciones, se ubican por debajo de las expectativas que existían hasta 2022 en torno a proyectos que movieron grandes inversiones en salares de Salta, Jujuy y Catamarca.
Algunos, en pleno desarrollo, se encontraron frente a complicados desafíos financieros que obligaron a varias compañías mineras a revisar sus planes originales y extender los plazos previstos para el inicio de su producción. En septiembre de 2024, por la caída del precio del litio, Arcadium canceló dos créditos internacionales por 180 millones de dólares que había obtenido de organismos multilaterales y desaceleró la velocidad de su plan de expansión del proyecto Fénix, la principal mina de litio del país, en el Salar del Hombre Muerto.
La compra del Rio Tinto
Pese a las dificultades, en octubre de 2024 la anglo-australiana Rio Tinto confirmó la compra de Arcadium por 6.700 millones de dólares. Con esa operación, la segunda empresa minera más grande del mundo no solo amplió su presencia en los salares de la Puna, sino que dio una clara señal de que avizora una gran oportunidad en el largo plazo.
Esto abre un desafío. Es sabido que el mercado de la minería y en este caso del litio, es siempre mirando y apostando a lo que pueda venir en el futuro.