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A pocos días de las elecciones nacionales del 26 de octubre, el gobernador Gustavo Sáenz visitó El Tribuno para una entrevista política extensa, en la que repasó su relación con el presidente Javier Milei, las tensiones con el poder central, los desafíos económicos del país y el futuro político del frente Primero los Salteños.
Sáenz reivindicó el federalismo, cuestionó la "mirada porteña" hacia el interior, defendió las obras paralizadas en la provincia y apuntó contra la falta de sensibilidad social del Gobierno nacional.
¿Cómo cierra esta campaña y qué balance hace de estos días previos a la elección?
Ha sido una campaña muy atípica. Es extraño que, después de una elección provincial donde el oficialismo triunfó ampliamente, logramos veintitrés bancas de diputados sobre treinta y once senadores sobre doce, ahora el escenario nacional sea tan distinto. En esa elección provincial sacamos veinte puntos de diferencia y pensábamos que la nacional iba a ser otra cosa. Pero tuvimos varias intervenciones. Usted sabe que intervinieron el Partido Justicialista, después Servini de Cubría lo devolvió y luego apelaron. Ellos, que tienen mayores contactos con los jueces nacionales, apelaron ante la Cámara Federal, y volvió a quedar intervenido. Fue un ida y vuelta muy complejo. El PJ era una de las herramientas electorales dentro de nuestro frente, que es mucho más amplio, no se limita al justicialismo.
Desde los sectores más kirchneristas se dice que los legisladores Vega, Outes y Calletti fueron moneda de cambio para votar proyectos a favor de Milei. ¿Eso es así? ¿Y pasará lo mismo con Flavia Royón y Bernardo Biella?
Mire, los legisladores, así como tienen privilegios que no deberían tener, como los fueros, también tienen libertad de opinión y de voto. En mi vida política siempre acompañé a todos los gobiernos elegidos por la gente. Lo hicimos con Macri, con Fernández y con Milei. Terminada la elección, hay que acompañar al presidente para que pueda llevar adelante el plan económico y político que ofreció a los votantes. No podemos ser una "máquina de impedir". Esa actitud de querer que al presidente le vaya mal por mezquindades partidarias no la comparto. Yo quiero que le vaya bien a quien fue elegido, sea del partido que sea, porque si le va bien al presidente, nos va bien a los argentinos y a los salteños.
Después de soportar difamaciones, insultos y agravios, muchos gobernadores dijimos: "Tenemos que acompañar el plan económico". Esas leyes eran necesarias para dar estabilidad, hacer crecer la macroeconomía y bajar la inflación. Las acompañamos, y no me arrepiento. Tampoco se arrepienten los diputados. Si no lo hubiéramos hecho, hoy seríamos culpables de que el plan económico del presidente no pudiera ponerse en marcha.
En mi vida política siempre acompañé a todos los gobiernos elegidos por la gente. Lo hicimos con Macri, con Fernández y con Milei. Terminada la elección, hay que acompañar al presidente para que pueda llevar adelante el plan económico y político que ofreció a los votantes.
¿Y cree que ese plan económico está funcionando?
Ahí está el problema. Si no le dábamos las herramientas, éramos los culpables; si se las damos, ahora las explicaciones deben darlas ellos. Nosotros cumplimos. Pero veo con preocupación que la macroeconomía está inestable, endeble, y no es lo que esperábamos. Me preocupa como salteño y como argentino. No me alegra que suba el dólar o el riesgo país, porque cuando al país le va mal, nos va mal a todos. Sin embargo, hay un sector de la política con nostalgia de volver al poder. Estuvieron, hicieron cosas buenas y malas, pero eso no ayuda a salir adelante.
Creo que el presidente Milei tiene una oportunidad histórica: dejar atrás las peleas y los discursos de odio, de un lado y del otro, y convocar a un encuentro nacional de dirigentes para definir entre todos cómo salir adelante. La gente está cansada de ver peleas, quiere soluciones.
¿Cómo es su relación actual con Javier Milei? Usted también le reclamó el cumplimiento de acuerdos y lo llamó "paloma de iglesia".
Tengo buena relación personal con todos. No voy por la vida buscando enemigos ni deseando que a otros les vaya mal. Siempre busco el diálogo. Pero también hay que reclamar con vehemencia cuando se trata de compromisos asumidos. En junio del año pasado firmamos convenios con el equipo económico nacional para continuar muchas obras en marcha, algunas casi terminadas, que se paralizaron de un día para otro.
La Nación nos pidió priorizar obras que no afecten el equilibrio fiscal. Perfecto: nos sentamos, consensuamos y firmamos. Entre ellas, la ruta 9/34 —el acceso a la provincia, conocida como la "ruta de la muerte"—, la planta potabilizadora de la zona sur, la depuradora de Cafayate, la Ciudad Judicial, el puente a Vaqueros y muchas más. Pero el tiempo pasó, las obras no se iniciaban o avanzaban muy lentamente.
Me convertí en el "cadete" de todos, gestionando para que se reactiven, que se paguen los certificados, que haya respuestas. En marzo me reuní con el jefe de Gabinete y con el ministro Caputo; hay un video de ese encuentro. Allí me ratificaron el compromiso de cumplir los convenios firmados en junio. Pero pasó marzo, pasó abril y todo seguía igual. Por eso dije que si era necesario iba a acampar en la Casa Rosada para reclamar por las obras de los salteños.
Terminé cantando una canción, se sumó Facundo Saravia sobre el país que queremos y el interior profundo olvidado, porque no siempre hay que reclamar con insultos: se puede hacerlo también con respeto y creatividad.
Me convertí en el "cadete" de todos, gestionando para que se reactiven, que se paguen los certificados, que haya respuestas.
No fue la primera vez que usó el canto para reclamar. También lo hizo en un evento de Clarín, en el Teatro Colón.
(Ríe) Sí, no podía dejar pasar la oportunidad. Si estaba en el Teatro Colón, al menos dejarles a mis hijos y a mis nietos el recuerdo de que su padre o abuelo cantó allí. Aproveché para cantar una canción sobre el federalismo, porque se puede reclamar de muchas formas. Lo que estaba haciendo era exigir el cumplimiento de un convenio firmado y ratificado, en defensa de las obras de los salteños. Cuando fui a Buenos Aires a reclamar, estaba solo, acompañado por un grupo de gauchos salteños. Fue un reclamo legítimo, no desestabilizador. Los gobernadores no queremos desestabilizar; al contrario, demostramos responsabilidad democrática al darle al Gobierno las herramientas necesarias para avanzar. Pero ese acompañamiento tiene límites.
Podemos apoyar mientras el equilibrio fiscal no deje afuera a la gente. Y hoy la gente no la está pasando bien. Hay recesión, no se llega a fin de mes, hay menos protección social. No podemos acompañar que los jubilados sean parte del ajuste, que tengan que comer o comprar medicamentos salteados. Ni tampoco lo que hicieron con las personas con discapacidad: fue una decisión torpe, insensible y de un desconocimiento total del interior.
No es lo mismo notificar a alguien en el centro de Rosario que en un paraje del norte salteño, donde no hay calles numeradas ni pavimento. Tomaron la decisión más fácil: suspender a todos. Y eso significó quitarles su ingreso y su cobertura de salud. Nadie elige nacer o quedar con una discapacidad. Cometieron un error grande.
Sí creo en las auditorías, porque hay abusos, pero también hay miles de instituciones que trabajan con alma y vida por las personas con discapacidad y que hoy quedaron sin apoyo. Eso me pareció de una crueldad enorme, por eso me puse al frente de esa lucha. Y cuando uno acompaña, ayuda y reclama sin ser escuchado, llega un punto en que se cansa. Por eso, en ese momento, dije "paloma de iglesia".
¿Qué opina de los gobernadores que conformaron Provincias Unidas? ¿Usted se sumaría alguna vez?
Yo me sumaría. De hecho, tengo una relación muy buena con todos ellos. Pero no quiero hablar de candidaturas ni de cuestiones electorales, que creo que ya se están planteando en ese grupo como alternativas a Milei o a Cristina, o al kirchnerismo.
Yo quiero gobernar Salta y que le vaya bien a los salteños. Esa es mi lucha y mi responsabilidad hoy. No hago futurología. Digo que somos primos hermanos con los gobernadores de Provincias Unidas. Somos varios mandatarios de frentes provinciales: Weretilneck en Río Negro, Rolo Figueroa en Neuquén, Orrego en San Juan, Passalacqua en Misiones, entre otros.
Nos llaman dialoguistas, y para mí no es un insulto ser dialoguista. Creo que dialogar y consensuar es fundamental en política. Pero más importante aún es cumplir con la palabra. Hoy ya no solo la palabra se la lleva el viento, también los convenios y los papeles.
Por eso tuve que reclamar, reclamar sin desestabilizar, trabajar sin desestabilizar a ningún gobierno. Quiero que al presidente le vaya bien y termine su mandato, y lo voy a acompañar en todo lo que deba acompañarlo. Pero también voy a reclamar con vehemencia todo aquello que se comprometieron a cumplir. Argentina no empieza ni termina en Buenos Aires. Porque uno prende la televisión y los programas nacionales hablan de cosas que no le importan al interior. Si fue el pelado o el colorado, si Milei come o no come milanesas con Macri… Ese no es el problema del interior.
A nosotros nos preocupa cómo se resuelven nuestros problemas. Y no hablo solo de este gobierno: todos los gobiernos han tenido una mirada centralista y un desprecio hacia el interior. Esa visión de superioridad desde Buenos Aires, como si la Argentina estuviera solo allí, es la que explica la falta de obras que seguimos reclamando. La Argentina es mucho más grande que eso.
Creo que dialogar y consensuar es fundamental en política. Pero más importante aún es cumplir con la palabra.
Usted se puso al hombro la campaña, recorrió toda la provincia, incluso solo. El domingo, a las nueve de la noche, cuando estén los resultados, hay tres posibilidades: salir primeros, segundos o terceros. ¿Cuál es la lectura política para cada caso?
Nosotros estamos haciendo una gesta gaucha, algo que nunca se ha hecho: intervenir en una elección que intentan nacionalizar a toda costa, planteando Milei o no Milei, Cristina o Milei. Son dos dirigentes nacionales, respetables o no, pero nosotros nos preguntamos: ¿cómo nos fue a los salteños cuando elegimos candidatos que no representaban a Salta? Y la respuesta es simple: nos fue mal.
El ejemplo más claro es el tardío reconocimiento al general Martín Miguel de Güemes. ¿Cuánto tuvo que esperar para que el poder central de Buenos Aires lo reconociera como héroe de la Patria? Si no hubiera sido por él y sus gauchos, no seríamos libres ni soberanos. Pero como era del norte profundo, tuvo que esperar doscientos años.
Y así seguimos: seguimos esperando las obras de infraestructura que reclamamos. El otro día escuchaba al ministro del Interior, Lisandro Catalán, tucumano, decir que Tucumán se fue quedando atrás y que Salta se había convertido en la "perla del norte". Eso me llena de orgullo, pero también me obliga a seguir peleando por los salteños. ¿Siente que los legisladores nacionales de Salta lo han acompañado en esa lucha? Me hubiese encantado que lo hicieran, y los invité muchas veces. Pero por mezquindad o soberbia, nunca estuvieron. Salta necesita cambiar la historia. Si no nos ha ido bien todos estos años, es porque gobernadores y legisladores no han trabajado juntos por la provincia. No hablo de renunciar a las convicciones o los ideales, que son legítimos, sino de poner un límite: saber cuándo una votación perjudica a los salteños o a la región.
No quiero ser exégeta suyo, pero suena a que está diciendo que si no se vota a los legisladores de Primero los Salteños, nos va a ir mal...
No, lo que digo es que nos va a ir igual. Que no vamos a cambiar la historia. Porque no nos ha ido bien eligiendo legisladores que terminan siendo levantamanos de un dirigente o de un partido político. Los candidatos nacionales, de un lado y del otro, buscan personas funcionales, no capaces ni idóneas. Hablo de una "batalla cultural. A que la batalla cultural que decían que iban a dar otros, la estamos dando nosotros. Entendimos el mensaje de la gente. La lista de Primero los Salteños tiene gente nueva, capaz, idónea, con experiencia y con representación del interior. Hay jóvenes, independientes, de distintos partidos, pero con un objetivo claro: acompañar con sentido común y criterio.
No se trata de ir a decirle "no" a todo al Gobierno nacional, ni de levantar la mano sin leer los proyectos. Pero sí de tener claro que, si algo perjudica a Salta, se cortan la mano antes de votarlo. Eso es lo que significa poner primero a los salteños.
La lista de Primero los Salteños tiene gente nueva, capaz, idónea, con experiencia y con representación del interior. Hay jóvenes, independientes, de distintos partidos, pero con un objetivo claro: acompañar con sentido común y criterio.
¿Y cómo se traduce eso en términos concretos?
Primero los Salteños no es solo un nombre ni un eslogan. Es una forma de entender la historia, la identidad y las costumbres. Y también de ver que los mismos de siempre siguen repitiendo los errores.
De un lado está La Cámpora, que hasta hace poco fue socia del urtubeycismo: juntos disputaron la gobernación contra mí. Si pudieron juntarse para eso, ¿por qué no pueden juntarse para defender a los salteños?
Lo que hay es una disputa de poder, lo mismo que en Buenos Aires. Allá los problemas son siempre los mismos: quién maneja la Corte, quién controla los jueces, quién responde a quién. No discuten los temas que importan al interior. Las universidades públicas, por ejemplo. ¿Alguien puede creer que la Universidad Nacional de Salta, que genera oportunidades y movilidad social para los jóvenes, provoca un desequilibrio fiscal? Claro que no. Pero meten todo en la misma bolsa, por internas entre dirigentes porteños. Ahí no hay derecho. No pueden trasladar sus problemas políticos al interior. Nuestra universidad pública le dio oportunidades a miles de jóvenes salteños, y eso hay que defenderlo.
Gobernador, hablando del eslogan y del tema de la campaña: Urtubey dijo que "debajo del poncho hay una estafa". ¿Qué puede decir sobre eso, teniendo en cuenta que él vuelve a la política y se le reclama mucho por el Fondo de Reparación Histórica?
Mire, yo nunca fui de hablar mal de otros candidatos. El exgobernador tiene todo el derecho del mundo a presentarse, pero debajo del poncho lo que hay es amor por un pueblo. El poncho representa mucho más que una tradición o una identidad: significa la sangre de nuestros gauchos y del general Güemes peleando por la Patria.
Nosotros entendemos que hoy debemos defender nuestra patria chica. En cuanto a las obras que no se hicieron, muchas las estoy haciendo yo, y todavía estamos pagando 640 millones de dólares de esas obras y créditos del Bicentenario y del Fondo de Reparación Histórica. No me quejo, miro hacia adelante. Los temas judiciales le corresponden a la Justicia, pero creo que debe avanzar con lo que tiene que avanzar.
En cuanto a las obras que no se hicieron, muchas las estoy haciendo yo, y todavía estamos pagando 640 millones de dólares de esas obras y créditos del Bicentenario y del Fondo de Reparación Histórica.
¿Y qué le dice al diputado Emiliano Estrada? Él afirma que hay persecución política en su causa, que ahora está en la justicia federal pero comenzó en la provincial.
Esa causa me afectó personalmente. Afectó a mis hijos, a mi familia, a mis amigos, a la gente que me quiere. Y también a muchos otros, incluso periodistas amigos de él, que fueron difamados anónimamente. Yo no siento que sea un perseguido político: me parece más bien un privilegiado de la política. Dos de sus empleados, que respondían a sus órdenes, ya fueron condenados y están cumpliendo pena porque no tienen fueros.
Esos privilegios que te da la política, de poder hacer cualquier cosa y luego decir que sos perseguido, no me parecen bien. Siempre pasa lo mismo: cuando alguien tiene que dar explicaciones ante la Justicia, dice que es una persecución. No le voy a dar más importancia que la que tiene, pero sí creo que los fueros son un privilegio que nadie debería tener. Todos somos iguales ante la ley de Dios y la de los hombres.
Recién hablaba de la justicia federal y los pliegos trabados en Buenos Aires. En Salta se jubilan dos jueces de la Corte: (Ernesto) Samsón y (Guillermo) Catalano. ¿Ya sabe quién los reemplazará?
Todavía no tomé la decisión. Se analizará en su momento. Pero nosotros cambiamos el criterio: hoy tenemos una Corte con mucha representación femenina, con mujeres que no vienen de la política.
¿Podría sumarse una más? ¿Podría ser Calletti?
Sería una buena ministra, muy estudiosa. Pero todavía no está definido.
¿Y con García Castiella?
Todos los que usted me nombra son personas estudiosas y del derecho. Veremos qué pasa. Todavía no hay nada decidido. Primero hay que esperar el domingo y después veremos cómo seguimos.
No hago futurología, pero parece haber candidatos que ya piensan en la próxima elección. Sí, eso pasa siempre. Ganan una elección y creen que ya ganaron la próxima. Me acuerdo en 2017: el país se pintó de amarillo y ya hablaban de reelección de Macri, y después perdieron. Esto es día a día, depende del contexto económico, del contexto social y del hartazgo de la gente.
¿Cómo está su gabinete? Milei anticipó cambios a nivel nacional después de las elecciones. ¿Piensa hacerlos usted también?
Nosotros trabajamos mucho, ganamos la elección provincial y hay cosas que reforzar, siempre. Después de cada elección se evalúa. Pero hoy estoy conforme con mi gabinete; están trabajando mucho.
Más allá de las rebajas en ingresos brutos, algunos sectores dicen que sigue habiendo una carga tributaria alta, incluso municipal. ¿Hay margen real para bajar impuestos?
Sí, y de hecho lo estamos haciendo en la medida de nuestras posibilidades. Pero también necesitamos rediscutir la coparticipación, que nunca fue equitativa. Desde la reforma constitucional del '94 se dice que hay que modificar los criterios objetivos de reparto y nunca se hizo. En el Pacto de Mayo se propuso incluir ese tema junto con la reforma impositiva que plantea el presidente.
Pero imagínese: si nos cortan los fondos de transporte y no se los cortan al AMBA, si nos quitan los subsidios a la luz y no a ellos, si no arreglan nuestras rutas cuando todos pagamos el impuesto al combustible, no hay equidad. El norte argentino es hoy la oportunidad del país, y tienen que verlo así.
¿Cómo está la situación de seguridad en Salta?
La inseguridad golpea a nivel nacional y tiene relación con la conflictividad social, los discursos de odio, el desempleo, la drogadicción, la falta de oportunidades. A mí me da mucha pena ver familias peleándose por dirigentes nacionales que ni siquiera conocen.
Siempre digo que el equilibrio fiscal, tan peleado por el presidente, debe ir acompañado de equilibrio institucional y equilibrio social: tres equilibrios, pero con la gente adentro. No sirve un equilibrio fiscal con la gente afuera. Propuse que, hasta que haya una reforma previsional, la clase política aporte un porcentaje de su sueldo para asistir a los jubilados y personas con discapacidad que menos tienen. Que lo hagan los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
En Salta lo hicimos durante dos meses. No alcanza, pero si se aplicara en todo el país sería una recaudación importante. A mí me angustia ver jubilados llorando, o trabajando a los 82 años porque no llegan a fin de mes. Falta sensibilidad, falta humanidad, y sobra soberbia.
Siempre digo que el equilibrio fiscal, tan peleado por el presidente, debe ir acompañado de equilibrio institucional y equilibrio social: tres equilibrios, pero con la gente adentro.
¿Y cómo ve los casos de presunta corrupción que están apareciendo del Gobierno nacional?
Ahora parece que la pelea es por ver quién es más corrupto. Eso es lamentable. Hay que dar explicaciones claras, porque la corrupción destruye la credibilidad. La verdadera batalla cultural era poner gente nueva, joven, distinta. Pero no la están dando.
¿Y qué opina de Emilia Orozco?
Es Olmedo, es Estrada, es lo mismo. Eran compañeros de fórmula con Zapata. Se juntan cuando les conviene y se separan cuando les conviene. Eso es oportunismo. Cambian de convicciones e ideales de un día para el otro. Defendían a las personas con discapacidad y después les dieron la espalda. No me gusta la hipocresía ni el cinismo en la política.
En el fondo, a nivel nacional pasa lo mismo: los que estuvieron quieren volver, los que están no entienden que hay que acordar, dialogar y cumplir. Si el Gobierno nacional hubiera cumplido con los gobernadores que lo acompañamos, hoy no estaríamos en esta situación. Cada agenda legislativa tiene que ver con sus peleas internas. Discuten el presupuesto del Garrahan como si fuera el de San Bernardo. Es absurdo. El Garrahan tiene una importancia enorme para la salud infantil, y sin embargo se usa políticamente.
Nos pasamos discutiendo lo mismo, sin hablar de lo que realmente importa. Por eso digo: si queremos que las cosas cambien, no hagamos lo mismo de siempre. De un lado La Cámpora, del otro el olmedismo. Nosotros proponemos candidatos nuevos, capaces, jóvenes, idóneos, con criterio y sentido común.
Y lo más importante: que nunca levanten la mano para votar algo que vaya en contra de los intereses de los salteños. Porque no hay autoridad política nacional que pueda obligar a un salteño a votar contra su gente.