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Trident Foundation Limited, la organización creada por First Quantum Minerals en 2014 para canalizar su inversión social corporativa en el área de influencia de la mina Trident, presentó en Kalumbila, en el noroeste de Zambia, los programas que acompañan el desarrollo del proyecto de cobre y níquel que opera en esta región y que ha transformado el crecimiento de las comunidades locales. La actividad reunió a periodistas de Argentina, entre ellos El Tribuno, y de Panamá, invitados especialmente por FQM. Durante la presentación se detallaron ocho ejes estratégicos: apoyo agrícola para fortalecer ingresos y seguridad alimentaria, programas educativos con cuatrocientas becas y formación en habilidades, acciones sanitarias que incluyen campañas de higiene y la construcción de un hospital, desarrollo de negocios locales mediante incubación, clínicas empresariales, visitas de exposición y subsidios reembolsables, provisión de agua segura a través de sistemas comunitarios, conservación de fauna y bosques en una superficie de catorce mil kilómetros cuadrados, infraestructura comunitaria como aulas, clínicas rurales, caminos, radio comunitaria y puesto policial, y actividades deportivas sostenidas. Toda esta estructura se apoya en un mismo principio, la colaboración entre comunidades, organizaciones y gobierno.
En ese marco, el área de desarrollo de negocios locales ocupa un rol fundamental. Su responsable, Kafula Mutale-Kutontonkanya, concedió una entrevista directa a El Tribuno tras su presentación.
¿Cuál es tu rol actual y cómo llegaste a trabajar en la fundación?
Mi rol es acompañar a las pequeñas y medianas empresas de las comunidades, asegurar que tengan planes de negocio sólidos y ayudarlas a crecer. Antes trabajaba en el sector financiero con empresas corporativas y pymes. En el banco las ayudaba a acceder a créditos y ahora puedo trabajar desde el otro lado, ayudando a crear negocios desde la base.
¿Qué desafíos enfrentaste como mujer para llegar hasta aquí?
Ha sido un desafío porque en muchos lugares del mundo todavía es difícil competir en espacios dominados por hombres. Me he dado cuenta de que tengo que trabajar dos o tres veces más para que se escuche mi opinión o se tome en serio una idea. Aun así, estoy orgullosa de haber sido persistente y de no abandonar mis metas.
¿Cómo describís el ambiente dentro de la fundación en relación con el liderazgo femenino?
Es un ambiente muy inclusivo. Aunque la minería es una industria con mayoría masculina y solo cerca del diez por ciento somos mujeres, aquí no siento que tenga que luchar para ser escuchada. Recursos Humanos es abierto y mi jefe entiende lo que implica ser mujer en este sector, nos respalda y nos anima.
Estudiás y trabajás al mismo tiempo, ¿cómo lo llevás adelante?
Estoy cursando un máster en comercio y finanzas. Es una presión adicional, pero cuento con apoyo total de mis superiores. No me han apartado de proyectos por estudiar, algo que sí ocurre en otros ámbitos donde, si no podés trabajar al ciento por ciento, te desplazan.
¿Cuál es tu formación y qué te orientó hacia el desarrollo?
Estudié banca y finanzas en la Universidad. Luego hice un posgrado en emprendeduría en la Universidad de Zambia y ahora curso un máster en comercio y desarrollo financiero. La sostenibilidad y el desarrollo siempre me interesaron y este trabajo me permite mejorar vidas desde el territorio.
¿Qué mirada más amplia te aporta este trabajo?
Me permite ver cómo un proyecto puede pasar de un impacto comunitario a un impacto nacional. Creo que Zambia y África pueden fortalecerse, interconectarse y depender menos de la ayuda externa. Participar en este programa mientras trabajamos con comunidades que tienen tantas necesidades es muy significativo para mí.
¿Qué te preocupa cuando acompañás a mujeres emprendedoras?
Me preocupa el miedo que muchas sienten por la reacción de sus maridos o de sus comunidades. Recuerdo el caso de una emprendedora que presentó su negocio ante un ministro y fue reconocida públicamente. Al volver a su casa, su familia la criticó por aparecer en televisión y por la percepción de que estaba del lado de la mina. Su esposo tampoco la apoyó y llegó llorando. Nosotros no podemos intervenir en asuntos familiares, pero sí podemos acompañarlas y animarlas a seguir adelante, explicando que lo que hacen beneficia a toda su familia.
¿Qué es lo que más te alegra de tu trabajo?
Me alegra ver cuando los negocios que apoyamos se vuelven reales. Muchas mujeres participan porque la mina las invita, pero no creen que puedan transformar sus ideas en algo concreto. Cuando ven que sus proyectos funcionan, se sorprenden y se sienten orgullosas. Hoy hay mujeres con contratos con la mina que jamás imaginaron esa posibilidad. Esas historias inspiran a otras y generan un efecto multiplicador en toda la comunidad.