inicia sesión o regístrate.
La jefa del programa de Inmunizaciones de la Provincia, Adriana Jure, explicó que Salta mantiene una cobertura vacunatoria por encima del promedio nacional, pero aún insuficiente para alcanzar el objetivo sanitario fijado para fin de año. El desafío principal, detalló, se concentra en los niños menores de un año, en los chicos de un año y en los nacidos en 2020, grupo que corresponde a la edad de ingreso escolar. A pesar de que la provincia muestra indicadores altos, todavía falta completar esquemas y reforzar dosis en sectores de la población donde se detectan brechas, especialmente en los grandes centros urbanos.
Jure señaló que el propósito es llegar al 31 de diciembre con un 95 por ciento de cobertura en los grupos críticos. "Si bien está por encima de la media nacional, hay poblaciones que faltan", indicó. Recalcó que los niños nacidos en 2020 deben ser vacunados este año, aun cuando no hayan cumplido todavía los cinco años. "No esperamos que tengan cinco años. Si nació en 2020, ya tendría que ser vacunado. Hay chicos que nacieron en diciembre y todavía no tienen los cinco años, pero les pedimos a las familias que no esperen", insistió. También remarcó que la vacuna de sarampión —incluida dentro de la triple viral— debe aplicarse en los chicos que cumplen un año.
Consultada por la existencia de grupos antivacunas en la provincia, sostuvo que sí existen, aunque no representan un número significativo. Explicó que además de quienes se oponen a las vacunas, hay un porcentaje mayor de personas que duda y que necesita más tiempo y explicaciones para comprender la importancia de la vacunación. Recordó que muchas de las enfermedades que hoy casi no se ven —como poliomielitis, meningitis bacterianas graves o tétanos neonatal— dejaron de aparecer gracias a décadas de campañas sistemáticas. "No se vacuna para prevenir enfermedades banales, sino para enfermedades que pueden complicarse con patologías serias, como neumonía, encefalitis o incluso llevar a la muerte", enfatizó.
En relación con los movimientos antivacunas, mencionó antecedentes en los que la oposición pública a determinados inmunizantes estuvo vinculada a intereses económicos. Se refirió al caso de un médico que habló en contra de la vacuna del sarampión con la intención de promocionar un producto propio. Subrayó que ese tipo de información no siempre llega al público general, aunque influye en la propagación de discursos que confunden a las familias.
Jure recordó cómo la experiencia clínica previa a la introducción de ciertas vacunas permite dimensionar su impacto. Contó que, al comenzar su residencia en pediatría, se atendían numerosos casos de meningitis y otras infecciones graves provocadas por Haemophilus influenzae. "Veíamos otitis, laringitis, neumonías con derrame", afirmó. Desde la incorporación de la vacuna correspondiente, esos cuadros prácticamente dejaron de aparecer cuando las coberturas son altas. Algo similar ocurrió con el tétanos neonatal, una enfermedad grave que se redujo de manera drástica con la vacunación universal.
Sobre el sarampión, precisó que no se trata de una enfermedad leve. Repasó complicaciones frecuentes como neumonía, neumonía con derrame pleural, encefalitis, diarrea, deshidratación, ceguera y otras afecciones de gravedad. Dijo que, en un contexto sin circulación viral, un solo caso ya es considerado un brote. Recordó que el año pasado hubo un caso en Salta y que ese niño —que no estaba vacunado pese a tener la edad correspondiente— sufrió todas las complicaciones asociadas a la enfermedad. Advirtió que mantener alejado al sarampión depende de sostener niveles altos de inmunización para proteger, entre otros, a los menores que aún no pueden recibir la dosis por su edad y a personas inmunocomprometidas.