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En el corazón de La Silleta, donde muchas veces la necesidad golpea más fuerte que las certezas, el comedor Pan de Vida se convirtió en un refugio, en un abrazo colectivo, en un plato caliente que llega cada domingo como una bendición. Detrás de esa gran olla que nunca se apaga está Jimena Calafiore, una mujer marcada por la enfermedad, pero levantada por la fe y por un amor inmenso hacia los demás.
“Cada vez que me siento a contar esta historia, se me cierra el estómago y se me forma un nudo en la garganta”, confesó Jimena durante su reciente visita al streaming de El Tribuno. Hoy, su comedor da desayuno y almuerzo todos los domingos a unas 300 personas. Sin embargo, su mayor anhelo es que “los niños puedan comer en su propia casa”. Mientras tanto, ella sigue cocinando con muchas madres voluntarias sin bajar los brazos.
Pan de Vida nació desde lo más profundo del dolor. Hace 16 años, a Jimena le diagnosticaron cáncer. “Cuando te dicen que tenés una enfermedad así, sentís que todo se termina. Pero Dios hizo un milagro en mi vida”, relató. Esa experiencia la transformó para siempre. “Después de eso te sentís deudora de la vida. Sentís que tenés que hacer algo por los demás”, dijo. Así empezó todo: con tres chicos, su hija y dos nenas más. Hoy, son cientos.
“No es un plato de comida que sobra, es un plato hecho con amor, como si lo comieras vos en tu casa”, repitió Jimena. El comedor no solo alimenta, también escucha, acompaña, contiene. “Muchas veces la gente no solo necesita comer, necesita que alguien le pregunte cómo está, si puede, si le duele algo”, explicó.
Una Navidad distinta para los chicos
Este diciembre, la misión es aún más grande. Jimena sueña con regalarle a los chicos una Navidad distinta, lejos de la rutina y de las carencias. El plan es llevarlos al camping de Campo Quijano, donde podrán compartir una jornada especial con hamburguesas, juegos, cosas dulces y un bolso con alimentos para que también puedan tener algo en sus casas el 24 y el 31.
“Cuando se los conté, uno de los chicos me preguntó si tenía que llevar comida”, relató entre lágrimas. “Le dije que no, que esta vez íbamos a hacerles nosotros las hamburguesas”.
El intendente de Campo Quijano ya ofreció el camping de manera solidaria, un gesto que la familia del comedor agradece profundamente. Sin embargo, aún queda mucho por reunir. “No ha sido fácil este último tiempo, pero siempre aparecen los milagros”, aseguró Jimena. “Lo último que se pierde es la esperanza”.
Hoy, Pan de Vida contiene desde recién nacidos hasta abuelos de 96 años. “Ver las caritas de los chicos, los abrazos, la alegría con la que llegan cada domingo, eso es lo que te da fuerzas para seguir”, expresó. Incluso muchas madres que antes iban a buscar un plato de comida, hoy son las que cocinan y ayudan.
Un compromiso que también educa
La ayuda del comedor no es solo alimentaria. Jimena les prometió a los chicos que la Navidad solo se cumpliría si todos terminaban la escuela. “Y todos pasaron de grado. Ese es el regalo más grande que me pudieron dar”, contó emocionada. “Yo sé, con mis 40 años, lo que cuesta la vida sin estudios”.
Este domingo, incluso, el comedor solo dará desayuno: necesitan destinar todos los recursos para preparar la gran jornada navideña. “Es una decisión dolorosa, pero necesaria para poder cumplir el sueño”, explicó.
Cómo colaborar
Jimena es la cara visible de cientos de historias que muchas veces no se ven. “No muestro para hacerme ver, muestro para que la gente sepa que lo que dona llega a buen puerto”, aclaró.
Quienes quieran colaborar pueden hacerlo con cualquier aporte, por mínimo que sea. “Aunque sea un pan dulce, aunque sean diez pesos, todo suma. Para estos chicos es una bendición”, señaló.
Alias para colaborar: jimena.504.estimo.mp
Redes sociales: Buscar como Jimena Calafiore o Comedor Pan de Vida
Contacto: 3875 82-5661
“Hoy escribo con el alma en la mano”, expresó Jimena en un mensaje reciente. “Verlos comer con esas caritas felices te parte y te cura al mismo tiempo. Y eso es gracias a ustedes”.
Esta Navidad, en Pan de Vida no sobran lujos, pero sí amor, fe, esperanza y un corazón enorme que sigue latiendo por cada chico que se sienta a la mesa.