"Cuando estoy sin ganas de venir al gimnasio, pienso en José y la cabeza me cambia enseguida", dice alguien y su frase retumba en un inmenso galpón lleno de máquinas y pesas en un gimnasio de La Merced. José (Colque) es uno de los alumnos de "GYM 24/7", tiene 32 años y es ciego prácticamente de nacimiento. "Nací prematuro, a los 7 meses, y perdí la vista por no haber tenido buenos cuidados en la incubadora. Hasta hace unos cinco o seis años veía sombras y debe ser que de tanto forzar me quedé sin ver nada", cuenta a El Tribuno.
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"Cuando estoy sin ganas de venir al gimnasio, pienso en José y la cabeza me cambia enseguida", dice alguien y su frase retumba en un inmenso galpón lleno de máquinas y pesas en un gimnasio de La Merced. José (Colque) es uno de los alumnos de "GYM 24/7", tiene 32 años y es ciego prácticamente de nacimiento. "Nací prematuro, a los 7 meses, y perdí la vista por no haber tenido buenos cuidados en la incubadora. Hasta hace unos cinco o seis años veía sombras y debe ser que de tanto forzar me quedé sin ver nada", cuenta a El Tribuno.
Acompañado por el profe Enrique "Kike" Cortez, José va cada mañana al gimnasio con varios objetivos. El primero es bajar de peso "para no tener dificultades cuando sea grande" y las otras metas van surgiendo. Por el momento, entre enero y mediados de marzo bajó de 94 kilos a 90,600 kg. "Volví a correr por primera vez después de la secundaria", sostiene y su profe "Kike" agrega: "Es muy difícil que se anime a correr de entrada. Tuvimos una buena conexión apenas arrancó. Ahora quiero que salte la cuerda, estamos trabajando en eso".
José vive solo (con sus dos gatos), a unos 200 metros del gimnasio y tiene un gran problema cuando llueve: su calle es de tierra y se llena de barro. "Hace poco se cayó y tuvo que volver a su casa", dice Kike y comenta que esa situación es difícil de atravesar. "Me comentaba que cuando era chico y se caía, se encerraba por una semana. Ahora dentro de todo la lleva bien. Él es una inspiración para mucha gente".
Kike Cortez es uno de los entrenadores del gimnasio y no cobra extra por trabajar como personal trainer, pero le exige constancia: "Depende mucho de la voluntad que tenga. Para él es una enseñanza y también para mí. Todos los días aprendemos algo nuevo". De lunes a viernes entrenan juntos y los sábados José realiza ejercicios con otro profe, Nicolás.
Encontró su lugar
En Kike y el gimnasio, José encontró el ambiente que buscaba desde hacía años. "Fui a otro lugar que ya cerró y si bien al principio me trataron bien, pagué el mes y a los pocos días me dijeron que tenía que venir con un acompañante". No le prohibieron el ingreso, pero con esa solicitud, indirectamente, lo invitaron a retirarse. En su adolescencia practicó fútbol "pero no soy bueno, una vez me golpeé y no quise volver más", relata.
Después del gimnasio, José se prepara para ir al Instituto de Educación Superior Abuelas de Plaza de Mayo (Deán Funes 1151) donde cursa el tercer año de Comunicaciones Sociales. "No tolero la falta de ortografía", cuenta y dice que le gustaría trabajar en algún medio de comunicación en el futuro: "No soy bueno para hacer deportes pero no tengo inconvenientes en cubrir un partido o cualquier otra cosa. Hacer coberturas de casos policiales no me gusta tanto, no quiero dar malas noticias".
Además de prepararse para ser periodista y comunicador, también trabaja en las calles de La Merced. "Mi hermano Rodrigo vende panchos y cosas dulces y yo vendo pochoclos, a veces por encargo".