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CABA, Córdoba y Formosa son las jurisdicciones con mejores índices de eficiencia en la inversión educativa, considerando cuánto invierten por alumno del sector estatal y cómo rinden los estudiantes en las pruebas Aprender de primaria. En contraste, provincias como Chaco, Catamarca y Tucumán tienen importantes márgenes de mejora: allí se observan mayores dificultades a la hora de transformar los recursos invertidos en mejores resultados educativos. Estas provincias podrían mejorar sus resultados hasta 52 puntos porcentuales con los mismos recursos disponibles actualmente. En el caso de Salta, la mejora potencial alcanza los 33 puntos porcentuales. Cabe destacar que se trata de una medida relativa de eficiencia, calculada únicamente entre las provincias del país.
Los datos surgen del informe "Eficiencia de la inversión educativa provincial en Argentina", con autoría de María Sol Alzú y Leyre Sáenz Guillén (Argentinos por la Educación), e Ivana Templado (FIEL). El documento compara la eficiencia de la inversión educativa en las provincias argentinas. Para eso, aplica un modelo que contrasta el esfuerzo presupuestario por estudiante (la inversión por alumno estatal en relación con el ingreso per cápita) entre 2012 y 2023, con la proporción de alumnos que alcanzan los resultados esperados de Lengua y Matemática en las pruebas Aprender 2023 de sexto grado.
Una mayor inversión se asocia con mejores aprendizajes: aquellas provincias que destinan mayor presupuesto por estudiante tienden a lograr mejores resultados escolares. Sin embargo, esta relación no es directa, sino que se ve matizada por otros factores, como la gestión educativa, el contexto socioeconómico y las políticas implementadas en cada provincia.
El informe también compara la eficiencia educativa provincial a partir de variables relacionadas con recursos físicos, como el equipamiento y la conectividad, el porcentaje de alumnos que asisten a jornada simple o completa, la relación alumnos por cargo docente y el porcentaje de docentes suplentes.Teniendo en cuenta estas características, las provincias más eficientes son Chubut, Misiones, Córdoba y CABA mientras que los menores niveles de eficiencia se registran en Chaco, La Rioja y Tucumán. Salta, por debajo del promedio nacional en eficiencia educativa: solo aprovecha el 67% de su potencial. Ocupa el tercer lugar dentro de las seis provincias del Noroeste Argentino (NOA).
Esta perspectiva sugiere que en muchos casos el problema no es la disponibilidad de recursos, sino la capacidad del sistema educativo de utilizarlos de manera que fortalezcan los aprendizajes. Esto muestra que la ineficiencia podría estar más vinculada con la estructura de costos (destinados en su mayoría a salarios) que con la gestión de insumos físicos.
Al incorporar otras variables contextuales al análisis, el informe también encontró que las provincias que dependen en mayor medida de recursos nacionales tienden a mostrar niveles más bajos de eficiencia en la inversión educativa, es decir, obtienen resultados por debajo de lo esperable.
"Dados los mismos recursos se pueden lograr mejores resultados educativos. Sin embargo, con niveles de logros generales tan bajos, acercarse a la frontera de eficiencia no implica que el nivel absoluto de aprendizaje sea aceptable; sólo indica que, con los insumos actuales, para hacerlo mejor es necesario cambiar cuestiones más de fondo. Si el objetivo son los aprendizajes, mejorar la forma en que se asignan los recursos —docentes, equipamiento, tiempo escolar, así como costos y cargos— es tan relevante como discutir nuevas fuentes de financiamiento", considera Ivana Templado, coautora del informe y economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL).
"Con frecuencia, las discusiones sobre política pública se reducen a una falsa dicotomía entre más o menos Estado, sin considerar lo más importante: la calidad del Estado y su capacidad para transformar recursos en resultados. Estudios como este permiten pasar del debate ideológico al análisis empírico, mostrando que no alcanza con aumentar el gasto si no se mejora su eficiencia. En un país con recursos fiscales escasos y enormes desafíos sociales, mejorar la eficiencia del gasto público es urgente. Para eso se necesita evidencia como la que ofrece este informe: rigurosa, comparativa y orientada a la toma de decisiones", asegura Daniel Schteingart, director de Planificación Productiva en Fundar.
Javier Curcio, investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (UBA - CONICET), plantea: "El análisis realizado constituye un aporte central para mejorar la asignación de los recursos en busca de favorecer resultados educativos que favorezcan la calidad y equidad en el sector".
Más allá del gasto: otros factores en juego
El informe revela que, si bien existe una correlación positiva entre el esfuerzo presupuestario y los resultados educativos, la relación no es directa ni suficiente. Provincias como CABA, Córdoba y Formosa se destacan por alcanzar altos niveles de aprendizaje con distintos niveles de gasto. En cambio, otras como Santa Fe y Buenos Aires invierten mucho más, pero no obtienen rendimientos escolares proporcionales.
Este hallazgo refuerza la idea de que la eficiencia del gasto, las políticas educativas, la gestión y el contexto socioeconómico son factores determinantes. En un país federal como Argentina, donde cada provincia tiene autonomía para diseñar su política educativa, estas diferencias se reflejan en los aprendizajes de los estudiantes. La conclusión del estudio invita a repensar no solo cuánto se invierte en educación, sino cómo se invierte y con qué objetivos.
Que mide el informe
El índice DEA considera el promedio entre 2012 y 2023 del gasto educativo por alumno estatal, en relación con el ingreso corriente per cápita, para estimar el esfuerzo fiscal de cada provincia. A su vez, relaciona esta inversión con el porcentaje de estudiantes que alcanzaron niveles al menos satisfactorios en Lengua y Matemática en las pruebas Aprender 2023. El informe subraya que, incluso las provincias más eficientes, como CABA, aún tienen margen de mejora. Sin embargo, aquellas con menor eficiencia —como las del NOA, en su mayoría— podrían lograr avances sin destinar más recursos, simplemente optimizando el uso de los fondos existentes.