Ignacio Zuleta, columnista de política nacional en Clarín, autor de libros sobre Macri, Carrió y el Papa, y miembro del CARI, fue el último expositor en una mesa donde eligió un registro distinto: mirar más allá de la coyuntura inmediata. Citando a Hannah Arendt, definió la tarea del comentario político como aclarar confusiones, ambigüedades y prejuicios, aún con el riesgo de equivocarse.
Con humor, advirtió que la política es una tarea colectiva "destinada al fracaso" y lanzó su tesis central: la Argentina está gobernada por un gobierno de minoría, algo que choca con la naturaleza misma del presidencialismo.
"La Argentina vive una disfuncionalidad institucional de una gravedad que la necesidad nos impide contemplar", planteó. A su juicio, el oficialismo encarna un gobierno de minoría, algo "casi imposible" de sostener en sistemas presidenciales, diseñados para que gobiernen mayorías.
Recordó que el constitucionalismo argentino, inspirado en el siglo XIX, buscó siempre limitar el abuso de las mayorías: colegios electorales, bicameralismo, elecciones desancladas del ciclo presidencial. Todo fue pensado para frenar el impulso súbito de la "turbamulta", imagen que Zuleta ilustró con la toma del Capitolio en Estados Unidos.
Ese diseño conservador, dijo, está en el origen de un presente en el que el presidente llegó al poder sin respaldo legislativo ni territorial.
El balotaje y la cláusula Alfonsín
Zuleta repasó la historia de la reforma constitucional de 1994. Aquel pacto entre Menem y Alfonsín, sostuvo, produjo un balotaje a la medida de los sistemas parlamentarios europeos, que en la Argentina opera como "explosivo" en la dinámica democrática. "Menem aceptó que el umbral no fuera 50 sino 45%, porque de lo contrario el peronismo no ganaba nunca más una elección", relató.
En 2023, esa cláusula fue decisiva: abrió la puerta para que Milei, sin estructura ni gobernadores, alcanzara la presidencia.
La "utopía argentina"
El analista identificó un hilo de larga duración: lo que llama la "utopía argentina". Desde hace un siglo, dijo, el país alimenta la aspiración de ser igualitario, abierto y con derechos universales: educación gratuita, jubilaciones amplias, acceso a salud. "Es la agenda del preámbulo de la Constitución", remarcó.
Pero esa utopía convive con una economía en negro gigantesca y con ahorros fuera del sistema: entre 400 mil y 600 mil millones de dólares guardados en "el colchón". "Argentina es el comedor de Sudamérica -ironizó-, da de comer, educa y cuida, salvo a Brasil, que no nos manda gente".
El costo se paga en inflación, riesgo país y litigiosidad creciente. "No hay plata para todos. Todo reparto termina en conflicto", advirtió.
"El déficit cero es un fenómeno libresco que no existe"
En ese marco, el especialista Ignacio Zuleta cuestionó la bandera central del oficialismo: el déficit cero. "No existe en ninguna parte del mundo. Es un fenómeno libresco que expresa la idea de una minoría", dijo durante su presentación en el ciclo de Hablemos de lo que viene, el jueves pasado en el Centro de Convenciones.
Zuleta señaló que el Estado hoy no paga sus propias cuentas internas: retiene lo recaudado en combustibles y aportes patronales, eliminó fideicomisos y acumula juicios que "van a costar fortunas". Comparó esa dinámica con las crisis de deuda de los años 80 y la bola de subsidios de la década pasada.
Un grupo de WhatsApp
La debilidad política del oficialismo fue otro eje de su análisis. "El resultado electoral no es el de un partido: es el de un grupo de WhatsApp", ironizó. A diferencia de los partidos mayoritarios, La Libertad Avanza no tiene gobernadores, cuadros técnicos ni estructura federal.
La llegada de Milei, sostuvo, se explica más por errores de cálculo de Cristina Kirchner y Mauricio Macri que por méritos propios. Cristina apostó por Massa pese a la inflación más alta en décadas; Macri eligió a Patricia Bullrich como candidata, debilitando a Juntos por el Cambio. Ese vacío facilitó la irrupción de un outsider.
El rol de Macri
Zuleta recordó que Macri coqueteó con incorporar a Milei en la mesa de Cambiemos en 2023. "Lo sacaron corriendo Patricia Bullrich y otros dirigentes", apuntó. El trasfondo, explicó, fue la tensión con el viejo conservadurismo que había nutrido al PRO y que vio en Milei una nueva expresión de su ideario extremo.
Ese movimiento, dijo, dinamitó Cambiemos, que entre 2021 y 2023 perdió 18 puntos de votos "sin gobernar, solo hablando en la televisión".
Alternancia y sistema binario
Zuleta defendió la solidez del sistema argentino: un bipartidismo amplio que asegura alternancia pacífica sin rupturas violentas, a diferencia de la región. "Argentina es el país más seguro de América, junto a Uruguay. No hay tiros ni persecuciones. La democracia acá es sinónimo de alternancia", señaló.
Sin embargo, advirtió que la ausencia de representación explica el ausentismo electoral creciente. Muchos votantes de Cambiemos en 2019, dijo, "hoy no se sienten representados ni por Milei ni por el peronismo". Allí ve la posibilidad de que en 2027 emerja un centro político que articule esos electores huérfanos.
El reloj de los dos años
En el cierre, retomó una máxima: todo presidente tiene dos años para aprender a gobernar. Alfonsín lo hizo, Menem lo hizo cuando sumó a Cavallo, De la Rúa no, y Milei —aseguró— "todavía no aprobó ese examen".
Comparó la situación con Pedro Sánchez en España, que gobierna con una "alianza de perdedores", y con Merkel en Alemania, que cedió al gas ruso para sostener su permanencia. "Gobernar desde la minoría suele terminar mal", concluyó.
Epílogo
Zuleta cerró con una paradoja: "La Argentina es un país normal. Lo anormal son sus indicadores: riesgo país de 1.100 puntos, reservas negativas, informalidad altísima". El campo produce, la vaca da leche y el político futuro, dijo en tono irónico, pero la disfunción institucional impide proyectar.
La salida, insistió, no será desde la épica del déficit cero ni desde la soledad de un outsider, sino desde la reconstrucción de representación política y acuerdos en un Congreso que, por diseño y correlación, seguirá siendo el corazón de la gobernabilidad.
Pichetto y Romero, los pilares de la gobernabilidad
"No hay papel que se mueva en Diputados sin que pase por Pichetto, sea del peronismo o del no peronismo". Comparó su rol con el que ejerció Mario Negri como jefe del interbloque entre 2015 y 2023, capaz de ordenar, negociar y garantizar que los temas sensibles se encaucen.
El dirigente rionegrino, hoy al frente de un bloque propio, es visto como una bisagra: mantiene vínculos con sectores peronistas, radicales y macristas, y logró convertirse en un árbitro de la agenda parlamentaria. Según Zuleta, Pichetto ha tenido un papel clave en "despendejar" la política del gobierno, una expresión con la que el propio exsenador graficó su intención de quitar a la gestión de Milei los rasgos más improvisados o disruptivos.
En el Senado, Zuleta ubicó al salteño Juan Carlos Romero como el otro sostén clave de la gobernabilidad. "Romero armó los 39", dijo, en alusión al grupo de senadores que logró desplazar al peronismo de la conducción de la Cámara alta. Ese movimiento, detalló, se tradujo en que ningún cargo relevante —secretarías o prosecretarías— quedara en manos del PJ.
El exgobernador salteño, aclaró, no es un oficialista: acompaña al gobierno en lo que considera razonable, pero también marca límites. "Romero ha sido uno de los que más ayudó a este gobierno siendo opositor, porque no admitió cualquier cosa, pero sí sostuvo lo gobernable", subrayó Zuleta.