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Cada año, la movida solidaria de ayudar y acompañar el paso de los peregrinos se va haciendo más grande. Son cientos de organizaciones familiares, de amigos y hasta de empresas privadas las que preparan de todo para que los caminantes de Cristo estén acompañados en sus largos caminos. Desde asociaciones de masajistas, atenciones veterinarias, hasta familias que reparten lo que no tienen. Todos salen a acompañar a ese movimiento de fe que le dieron los peregrinos al Milagro.
En la zona sur de la ciudad, un grupo de compañeros de trabajo de una estación de servicio, atiende el hambre y la sed de los caminantes del Milagro. Con el uniforme de la patronal realizan su tarea solidaria. El puesto oficial es "operador de playa", y son hombres y mujeres que dedican un espacio de su tiempo laboral a brindar esa mano extendida que le hace tan bien al peregrino.
Los trabajadores se turnan de manera rotativa, mientras un grupo atiende la playa, otro grupo atiende a los peregrinos. Entregan galletas, frutas, energizantes, golosinas y aguas en envases de medio litro.
"Este es el quinto año que venimos a realizar esta tarea solidaria. La iniciativa parte del dueño del surtidor, él aporta mucho de lo que entregamos, nosotros ponemos el trabajo y el tiempo; más lo que aportan otros amigos solidarios. Nosotros decimos que es un gazebo solidario de ayuda al caminante. Esta es una tarea que nos llena de orgullo hacerla, sentimos que hacemos el bien y que no hace bien a nosotros mismos. Es solo un día, pero nos energiza para todo el año", dijo Enzo Raúl López, uno de los trabajadores que, con bandeja en mano, repartía jugos.
Quien estaba encendido era un hombre sin uniforme, pero que estaba en el "puesto de los playeros". El hombre ayudaba a los trabajadores y entregaba su ayuda como quien entrega el alma. Salía cargado de alfajores y golosinas y regresaba con las manos vacías pero con una sonrisa de satisfacción que iluminaba la mañana nublada. Ese hombre se Guillermo Ripoll, es amigo de la casa y estaba ahí como uno más de ese grupo solidario.
La familia unida
Al lado del puesto de los playeros está otra organización solidaria. Podríamos decir que ser trata del puesto solidario de los Ramírez Peralta.
Tienen una dinámica que es imposible contar cuántos son. Van y vienen, con distintas edad, de todas las generaciones, saben lo que hacen, un niño de unos 4 años también sale con frutas, unas nenas adolescentes (Alfonsina y Luján) reparten bebidas, Jeremías y Julián también entregan alfajores, las mamás los organizan en el medio de la vorágine de miles de peregrinaciones pasando por la Excombatientes de Malvinas. Cajones de frutas, gelatinas, jugos, sándwiches de pebetes cortados a la mitad en bolsas individuales. Es toda una demostración de trabajo intenso y extenso realizado para esta fecha.
"Hace 13 años comencé con esto sola. No pedí ayuda a nadie y sin embargo todos comenzaron a ayudarme. El primer año traje lo que pude y así fuimos creciendo hasta tener esta organización donde vienen todos mis hijos, sobrinos y lo mismo con la otra familia que compartimos esta tarea que nos agota, pero que nos llena de amor", dijo Marianela Peralta.
La mujer contó que no sabe muy bien cómo consiguen todo lo que entregan; son como los misterios del Milagro. "Tenemos amigos solidarios que nos aportan porque saben que trabajamos para los peregrinos del Milagro. El resto lo hacen todos los integrantes de las familias. Esta tarea nos mantiene unidos, con un objetivo claro y todos ponen un poco de tiempo, de dinero, de ahorros para que podamos hoy estar acá ayudando. Hoy los veo a todos y me emociona ver a los más chicos, a los más grandes, todos con un mismo fin: ser solidarios con los fieles de Dios", dijo la mujer y se conmovió.