A las 2 en punto, cuando el frío marcaba apenas un grado sobre cero, más de 2.000 peregrinos iniciaron desde Cachi la caminata que año tras año se convierte en un rito de devoción y resistencia.
Horas después, en Payogasta, la columna humana encontró su primer gran respiro. Allí los esperaba un desayuno caliente, preparado con esmero por la comunidad que desde hace días organiza cada detalle para recibirlos. Pan, mate cocido y café circulaban entre los cansados caminantes que, pese al desgaste físico, mantienen encendida la llama de la fe.
El paisaje fue testigo de plegarias y promesas. Muchos de los peregrinos piden por la salud de familiares y amigos; otros, con lágrimas en los ojos, agradecen por favores recibidos. También se sumaron muchísimos salteños de la Capital que viajaron a los valles con la decisión de regresar caminando, como un gesto de entrega y fidelidad.
El descanso en Payogasta es apenas un alto en la ruta hacia la Catedral Basílica de Salta, donde todos renovarán su pacto de devoción con el Señor y la Virgen del Milagro. Todavía restan varios días de camino, noches heladas y jornadas exigentes, pero la convicción de llegar sostiene cada paso.
En medio de la penumbra, iluminados por las linternas y el calor de la comunidad, los peregrinos retomaron la marcha. El eco de sus cánticos se perdió en la ruta, dejando en Payogasta la certeza de que la fe continúa andando.