Bajo la leyenda “Hombres comprometidos con el fin de la violencia hacia las mujeres”, el portal de Lazo Blanco dejan en claro cuál es su objetivo.
Hugo Huberman es psicólogo social y el referente de Lazo Blanco para Argentina y Uruguay. “Mientras los nenes sigan viendo la tele y las nenas haciendo las tareas de la casa, todo va a seguir igual”, afirmó en diálogo con El Tribuno.
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Huberman dedica sus días al programa y mantiene nexos con ciento de organizaciones sociales que luchan contra la violencia de género. Sin embargo, desde Lazo Blanco no dejan al hombre fuera de la problemática.
El especialista advierte. “El abuso sexual está ligado a un modelo sexista. A un sistema que solo considera como genital lo masculino, lo peneano”.
El representante de Lazo Blanco para Argentina y Uruguay adelantó que “sin un trabajo cultural, un trabajo territorial, un trabajo de hormiga, día a día, no se cambiará nada”.
¿Qué es Lazo Blanco y cómo trabaja?
Lazo Blanco es una campaña que nació en Canadá hace 25 años y hoy tiene 90 filiales en los cincos continentes. Yo coordino Argentina y Uruguay, y está conformado por organizaciones sociales de todo el país. La idea es sensibilizar y concientizar sobre todo tipo de conducta que sea agresiva hacia las mujeres y niñas. Principalmente sensibilizar a los hombres. Tenemos un programa de redes juveniles que esta en varias provincias: Chubut, Chaco, Formosa y Entre Ríos. Seguimos creciendo con esta redes que incluyen a jóvenes desde 15 a 19 años.
¿Cómo se trabaja contra el machismo? ¿Cómo se cambia esa idea en la cabeza de los hombres y la mujeres?
Especialmente sensibilizando. Tenemos que entender que hay que ser muy precisos y que hay que partir de la experiencia de cada una de las personas. No se puede trabajar a través de la razón, porque la razón es la que justifica este sistema. Es la emoción la que no la justifica. Tenemos que sensibilizar y activar, sobre lo que no se dice, lo que se calla, lo que se da por naturalizado.
¿Argentina tienen un alto nivel de machismo en su población?
La situación de la Argentina es muy parecida a la de toda Latinoamérica en general. Desde México a Chile hay cuestiones distintivas. Las cuestiones de género se cocinan culturalmente, cada cultura tiene su figura de hombre y mujer. En Argentina no es lo mismo ser hombre en el Chaco que ser hombre en Tierra del Fuego. No es lo mismo ser mujer en Buenos Aires que ser mujer en Calamuchita. Hay que respetar las cuestiones endógenas de cada lugar desde esa experiencia y ver como desde la palabra se ponen en juego las características del género en el que han sido educados. El género se educa. Es una conducción cultural.
Los casos de abusos sexual a mujeres y niñas está ligado con el machismo...
Esta ligado principalmente con un modelo sexista. Este es un problema grave. Es un tema que no lo trabajamos. Si sabemos que impacta fortísimamente. Un sistema que únicamente considera como genital lo masculino, lo peneano, da por resultado el pago por sexo, la trata de personas y también los abusos.
¿Qué medidas se puede tomar para frenar el aumento de los abusos?
Es muy difícil, primero porque hay toda una industria detrás y porque mueve mucho dinero. Segundo educar, concientizar, sensibilizar y abrir la plataforma de “nadie puede tocar mi cuerpo”. Si ampliamos la plataforma de derechos es posible, es probable que se reduzca pero no se va a acabar. Y por último tenemos una ley de educación sexual cajoneada hace 6 años. Las autoridades ni siquiera fueron a buscar los libros, todavía están en el correo. Sólo Córdoba y Ciudad de Buenos Aires hicieron algo. Esto implica que estamos frente a un modelo dispar, inequitativo y muy doloroso para las mujeres y para los hombres. Porque a los hombres nos educan en una sola sexualidad, en una sola manera de ser hombres y todos lo hombres somos diversos.
Si no incluimos al hombre en la educación contra la violencia de género, estamos dejando una parte importante afuera...
Esto forma parte de un proceso. En Lazo Blanco tenemos aliadas, que son mujeres que trabajan con nosotros y también tenemos mujeres que hacen un proceso -totalmente respetable- a las que tenemos que empoderar y las devolvemos a la casa empoderadas. Allí se vuelve a producir un quiebre, si es que no trabajamos con el hombre. El hombre siente que perdió el control, es un tema a discutir.
La mujeres educan a sus hijos y cómo educarlos para que no sean machistas y violentos...
Es muy difícil si no trabajamos crianzas. Si seguimos educando al varón mirando la tele y la niña haciendo las tareas de la casa: lavando los platos o cocinando. Esto va a seguir igual.
En el Congreso hay una proyecto de ley que analiza la creación de un registro de ADN de violadores. ¿Será una medida útil?
Sí, pero el tema es ver también como se implementa. La leyes son leyes, lo que hay que ver es como se aplican. Creo que es necesario un banco de datos y el caso de Chaco donde murió Tatiana Kolodziez, víctima de una remisero, lo dejó bien claro. También creo que sin trabajo territorial, sin trabajo cultural, con trabajito de hormiga no va a haber ley que cambie nada.