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Qatar, vista con los ojos de un salteño

Lunes, 16 de abril de 2012 20:07

Un fino polvo casi imperceptible se cuela por todos lados y dejará su manto blanco en pocas horas... es otra tormenta de arena. La gente que trabaja al aire libre suele cubrirse la cara, protegerse los ojos y la boca con un barbijo... los modernísimos edificios, gigantes de acero y vidrio, deberán ser nuevamente lavados por fuera por equipos de arriesgados “hombre araña” a alturas inimaginables...
Cuesta creer que este pequeño país, poseedor de las terceras reservas de gas no asociado del mundo, el mayor productor de LNG (gas natural licuado), y que encabeza muchos de los índices de riqueza del planeta, hace medio siglo era solo una desolada península alejada del mundo, un páramo habitado por un puñado de pastores y pescadores de perlas, que subsistían del comercio de ese producto del mar y que se alimentaban de pescado, dátiles y leche de camello, y vivían en tiendas o en casas hechas -en su mayoría- con hojas de palmeras. ¡La electricidad, la primera escuela y el primer hospital recién aparecieron en la década de 1960!
Qatar es hoy un país de increíbles contrastes que gracias a los recursos naturales que posee está convirtiéndose en un punto neurálgico del Golfo Pérsico. Tras unas pocas décadas de generación de inmensas divisas, el país no solo está comenzando a invertir fuertemente los billonarios resultados de su producción de hidrocarburos y sus derivados, sino que bajo el liderazgo del Emir Al Thani está encauzando innumerables iniciativas que apuntan a posicionarlo fuertemente en muchos ámbitos: académico, tecnológico, deportivo, político -incluyendo la influencia en la “primavera árabe” (como la presión sobre Siria o la colaboración con la resistencia y reconstrucción de Libia)- y el establecimiento de conversaciones de paz entre Al-Qaeda y Occidente (y hasta la apertura de una oficina de esa cuestionada organización en Doha) a tal punto que algunos medios especializados ya lo llaman el “Kissinger árabe”. Qatar también está invirtiendo fuertemente en adquisiciones de centros comerciales, fábricas automotrices, bancos y participaciones en empresas petroleras europeas.
El Gobierno (emirato) ha tomado la firme decisión de desarrollarse económica, cultural y científicamente, y esa voluntad se observa en nuevas obras civiles y de otro tipo en todos los ámbitos. Este poderoso actor actualmente disputa el liderazgo de la región en el Consejo de Cooperación del Golfo (conocida como “GCC”) buscando emular a los Emiratos que iniciaron hace unas décadas un proceso de gran visibilidad mundial: por ejemplo, el Congreso Mundial del Petróleo tuvo lugar aquí a fin de 2011; es la sede de la red de multimedios Al Jazeera; ha sido sede de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio y albergará este año la XIII Conferencia de la UNCTAD y la XVIII Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 18). También recientemente este país ha logrado obtener una de las oportunidades de mayor exposición mundial como es la realización de la Copa del Mundo de Fútbol en 2022.
Este es el ambiente en el que me ha tocado trabajar; con nacionales de los más variados orígenes, en proyectos de desarrollo de hidrocarburos, en joint ventures con empresas de todo el mundo deseosas de ser socios y poder compartir de alguna forma esta sobrecogedora bonanza económica. Para poder manejar esta economía de la abundancia extrema Qatar administra los grandes negocios mediante una aceitada red de miembros de la familia real y sus clanes y familias que ocupan los puestos de liderazgo, pero ha importado profesionales de todas las especialidades para que los asesoren y ocupen los niveles gerenciales medios y puestos técnicos. Su objetivo es lograr formar a sus ciudadanos, quienes progresivamente irán asumiendo crecientes responsabilidades.
La tradición islámica tiene todavía en este país un gran peso; y rige muchas de las actividades cotidianas: el saludo, la oración cinco veces al día, mezquitas por doquier, la separación de actividades entre hombres y mujeres, la rigurosa abaya negra que cubre a casi todas las mujeres qataríes, el Ramadán, cierta censura de imágenes en medios periodísticos e internet, la ausencia de carne de cerdo y la restricción a las bebidas alcohólicas, entre otros...
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Un fino polvo casi imperceptible se cuela por todos lados y dejará su manto blanco en pocas horas... es otra tormenta de arena. La gente que trabaja al aire libre suele cubrirse la cara, protegerse los ojos y la boca con un barbijo... los modernísimos edificios, gigantes de acero y vidrio, deberán ser nuevamente lavados por fuera por equipos de arriesgados “hombre araña” a alturas inimaginables...
Cuesta creer que este pequeño país, poseedor de las terceras reservas de gas no asociado del mundo, el mayor productor de LNG (gas natural licuado), y que encabeza muchos de los índices de riqueza del planeta, hace medio siglo era solo una desolada península alejada del mundo, un páramo habitado por un puñado de pastores y pescadores de perlas, que subsistían del comercio de ese producto del mar y que se alimentaban de pescado, dátiles y leche de camello, y vivían en tiendas o en casas hechas -en su mayoría- con hojas de palmeras. ¡La electricidad, la primera escuela y el primer hospital recién aparecieron en la década de 1960!
Qatar es hoy un país de increíbles contrastes que gracias a los recursos naturales que posee está convirtiéndose en un punto neurálgico del Golfo Pérsico. Tras unas pocas décadas de generación de inmensas divisas, el país no solo está comenzando a invertir fuertemente los billonarios resultados de su producción de hidrocarburos y sus derivados, sino que bajo el liderazgo del Emir Al Thani está encauzando innumerables iniciativas que apuntan a posicionarlo fuertemente en muchos ámbitos: académico, tecnológico, deportivo, político -incluyendo la influencia en la “primavera árabe” (como la presión sobre Siria o la colaboración con la resistencia y reconstrucción de Libia)- y el establecimiento de conversaciones de paz entre Al-Qaeda y Occidente (y hasta la apertura de una oficina de esa cuestionada organización en Doha) a tal punto que algunos medios especializados ya lo llaman el “Kissinger árabe”. Qatar también está invirtiendo fuertemente en adquisiciones de centros comerciales, fábricas automotrices, bancos y participaciones en empresas petroleras europeas.
El Gobierno (emirato) ha tomado la firme decisión de desarrollarse económica, cultural y científicamente, y esa voluntad se observa en nuevas obras civiles y de otro tipo en todos los ámbitos. Este poderoso actor actualmente disputa el liderazgo de la región en el Consejo de Cooperación del Golfo (conocida como “GCC”) buscando emular a los Emiratos que iniciaron hace unas décadas un proceso de gran visibilidad mundial: por ejemplo, el Congreso Mundial del Petróleo tuvo lugar aquí a fin de 2011; es la sede de la red de multimedios Al Jazeera; ha sido sede de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio y albergará este año la XIII Conferencia de la UNCTAD y la XVIII Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 18). También recientemente este país ha logrado obtener una de las oportunidades de mayor exposición mundial como es la realización de la Copa del Mundo de Fútbol en 2022.
Este es el ambiente en el que me ha tocado trabajar; con nacionales de los más variados orígenes, en proyectos de desarrollo de hidrocarburos, en joint ventures con empresas de todo el mundo deseosas de ser socios y poder compartir de alguna forma esta sobrecogedora bonanza económica. Para poder manejar esta economía de la abundancia extrema Qatar administra los grandes negocios mediante una aceitada red de miembros de la familia real y sus clanes y familias que ocupan los puestos de liderazgo, pero ha importado profesionales de todas las especialidades para que los asesoren y ocupen los niveles gerenciales medios y puestos técnicos. Su objetivo es lograr formar a sus ciudadanos, quienes progresivamente irán asumiendo crecientes responsabilidades.
La tradición islámica tiene todavía en este país un gran peso; y rige muchas de las actividades cotidianas: el saludo, la oración cinco veces al día, mezquitas por doquier, la separación de actividades entre hombres y mujeres, la rigurosa abaya negra que cubre a casi todas las mujeres qataríes, el Ramadán, cierta censura de imágenes en medios periodísticos e internet, la ausencia de carne de cerdo y la restricción a las bebidas alcohólicas, entre otros...
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