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Dramáticos testimonios de esposas de víctimas

Miércoles, 08 de agosto de 2012 02:24

El juicio por la megacausa de la UNSa convocó ayer a numerosos testigos durante una audiencia que se extendió por espacio de diez horas. El caso del secuestro y asesinato del dirigente de la Juventud Peronista de General Mosconi, Jorge René Santillán, impulsó de nuevo al general Héctor Ríos Ereñú a pedir la palabra. El militar insistió en que mientras él se desempeñó como jefe del Regimiento de Infantería de Monte 28, Tartagal, ni siquiera se enteró de lo sucedido con Santillán y mucho menos pudo haber dado directivas para la eliminación de la víctima. De igual forma refutó el testimonio del querellante David Leiva, quien manifestó que Ríos Ereñú como jefe de la subzona 322-1 tenía el control de la lucha antisubversiva en la zona y que jamás pudo ser ajeno a los asesinatos de Santillán, del médico Pedro Urueña, de la dirigente justicialista Menena Montilla y otros.

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El juicio por la megacausa de la UNSa convocó ayer a numerosos testigos durante una audiencia que se extendió por espacio de diez horas. El caso del secuestro y asesinato del dirigente de la Juventud Peronista de General Mosconi, Jorge René Santillán, impulsó de nuevo al general Héctor Ríos Ereñú a pedir la palabra. El militar insistió en que mientras él se desempeñó como jefe del Regimiento de Infantería de Monte 28, Tartagal, ni siquiera se enteró de lo sucedido con Santillán y mucho menos pudo haber dado directivas para la eliminación de la víctima. De igual forma refutó el testimonio del querellante David Leiva, quien manifestó que Ríos Ereñú como jefe de la subzona 322-1 tenía el control de la lucha antisubversiva en la zona y que jamás pudo ser ajeno a los asesinatos de Santillán, del médico Pedro Urueña, de la dirigente justicialista Menena Montilla y otros.

 El testimonio más emotivo lo brindó Irma Yolanda Prado, quien estalló en llanto al recordar el dramático secuestro de Santillán, ocurrido el 10 de agosto de 1976. Contó que aquella noche un grupo de encapuchados portando armas de grueso calibre irrumpió en su domicilio para llevarse a su marido. “Cuando abrí la puerta me desmayaron de un golpe y a partir de ese momento Jorge se resistió tenazmente”, dijo. Explicó que cuando recuperó el conocimiento, junto a sus hijos de seis y siete años, trataron de ayudar a Santillán para evitar que se lo llevaran. “Mientras a mi marido lo golpeaban, con mis hijos nos prendíamos de las ropas de los agresores y así estuvimos en una feroz lucha por espacio de dos horas hasta que nuestras fuerzas se agotaron”, afirmó. El dirigente fue introducido en un vehículo y horas más tarde su cuerpo apareció dinamitado en el camino a Acambuco.

En la audiencia de ayer también se escuchó el testimonio por los secuestros y desaparición de Oscar Alberto Bianchini y de Néstor Oscar Díaz. Las esposas de las víctimas contaron con detalle el accionar del grupo de tarea que irrumpió en sus respectivos domicilios.

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