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Cuando falta el pan...

Viernes, 08 de noviembre de 2013 01:43

El fuerte incremento que el precio de la harina sufrió hace pocos días fue condición suficiente para que algunos comedores tuvieran que limitar más aún la elaboración de pan. 

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El fuerte incremento que el precio de la harina sufrió hace pocos días fue condición suficiente para que algunos comedores tuvieran que limitar más aún la elaboración de pan. 

Como la inflación no discrimina, lógicamente los más perjudicados son los sectores vulnerables, sobre todo aquellas mujeres luchadoras que todos los días tienen que alimentar, por decisión propia, a cientos de niños sin ayuda estatal.
“Los chicos vienen, me piden tortillas y...”, se queda callada pensando con la cabeza agachada y la mirada fija en el piso. Norma Soraire es la fundadora del comedor Buen Samaritano, ubicado en villa Floresta. Sigue: “Me duele decirles que no hay pan. Una amiga me dice dejá todo, no te hagás mala sangre. Si no tenés, no tenés. Deciles no hay y punto. Cerrá el comedor”. Decirles a los niños que no hay pan, es para Norma muy duro porque ella conoce de ir comedor por comedor con un recipiente a buscar comida para sus hijos. Su merendero se sostiene por el aporte de mercadería que realiza la agrupación Barrios de Pie.

En los últimos días la bolsa de 50 kilogramos de harina subió a $420. Algunos la consiguen a $390, pero no deja de ser un precio alto y priva a muchos de un alimento tan básico como un pedazo de pan. El kilogramo de miñón se ubica en los $22 y una tortilla chica cuesta $1,25.

Con esos valores, las mujeres que manejan los comedores y merenderos reman contra la corriente. Algunos abren todos los días, otros cuatro veces por semana. Ellas enfrentaron subas de precios de productos que componen la canasta básica de alimentos pero el incremento de la harina casi las deja en jaque.

No pudieron escapar tampoco del aumento del precio de la yerba y menos de la suba de las verduras.
Juana Gutiérrez abrió el comedor Soldaditos de Cristo en el barrio Santa Cecilia, hace varios años. Ella se define como una “buscadora serial de alimentos”. “Todos los días salgo a buscar comida para que a las 18.30 los chicos puedan cenar en el comedor. Les pido a los fruteros de Cofruthos, a los verduleros y carniceros del barrio y me colaboran cuando pueden”, cuenta Juana. A su comedor, la Cooperadora Asistencial le envía 12 litros de leche los lunes, miércoles y viernes. A veces yerba y azúcar.

“Trato de hacer comidas que rindan, como arroz con leche y que suplanten el pan. Nos mandan una cantidad insuficiente siempre pero por más que les digás, es como si nada. Nunca te alcanza lo que te da la Cooperadora ”, señala Juana, que recibe a poco más de 60 chicos en su comedor de la zona sudeste. Las donaciones de privados constituyen un pilar importante ante la carencia que los afecta. “Los vecinos que viven cerca del merendero me llevan comida que les sobra y así vamos juntando. Es un aporte importante que se nota sobre todo cuando hay madres que de manera voluntaria te ayudan a servir la comida para los chicos”.

A los 161 comedores infantiles que dependen de la Secretaría de Asistencia Crítica del Ministerio de Derechos Humanos acuden 14.431 niños. El monto por niño que la Provincia otorga aumentó en los últimos meses y no supera los $4. A ello se adiciona lo que Nación envía en concepto de comedores.

En diálogo con El Tribuno, la secretaria de Acción Social de la Municipalidad de Salta, Ivette Dousset, consideró que con el dinero que reciben las madres por la Asignación Universal por Hijos y el aporte de Nación y la Provincia a los comedores no es insuficiente.

La canasta indispensable

Que los precios suban constantemente y golpeen el bolsillo de los consumidores con mayor intensidad mes tras mes no es una exageración de aquellas que tienen que salir a buscar ayuda para llevar comida a sus comedores. Entre agosto y septiembre, según el relevamiento realizado por el Instituto de Estudios Sociales, Económicos y Política Ciudadana, los precios de los bienes que integran la canasta aumentaron un 6%. La canasta básica total pasó de $4.212,86 en agosto a $ 4.459,84 en septiembre.

Las cifras

105 niños y 2 abuelos acuden a buscar alimentos al merendero Buen Samaritano, que no recibe ayuda ni del Ejecutivo provincial ni municipal.

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14.431 niños acudena los comedores que hay registrados en toda la provincia de Salta, según el Ministerio de Dere-chos Humanos.

154892744 El merendero Buen Samaritano se ubica en villa Floresta, en Abel Gómez Rincón 1739 y Soldaditos de Cristo, en Esteban Echeverría 84, Finca Valdivia

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