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Simulacro: el espectador, el que menos provecho sacó

Jueves, 14 de marzo de 2013 23:43

Se hizo por la noche para que sea más acorde a la realidad. Coincidió además con el extraordinario evento del nombramiento de un papa argentino, lo que convocó a más personas a la Catedral e inmediaciones de la plaza 9 de Julio. De todas maneras, no fue necesario cancelarlo y el simulacro comenzó a la hora estipulada: las 21.10.

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Se hizo por la noche para que sea más acorde a la realidad. Coincidió además con el extraordinario evento del nombramiento de un papa argentino, lo que convocó a más personas a la Catedral e inmediaciones de la plaza 9 de Julio. De todas maneras, no fue necesario cancelarlo y el simulacro comenzó a la hora estipulada: las 21.10.

Eso sí, el Teatro Provincial no estaba lleno. Puede tener hasta 1.512 personas en el público, pero al comienzo debía estar en un 65 por ciento de su capacidad. El gran vacío se dio en las butacas de los últimos dos pisos, en las secciones pullman y superpullman, donde hay 665 butacas. Sin embargo, esa no era la única particularidad de un evento que hubiese sido mejor aprovechado de estar a sala llena. La particularidad era que el público de esta área era en su gran mayoría policía o aspirante a policía.

No estaban de uniforme, claro, pero habían sido convocados para que participaran del acontecimiento. Ante la observación de la cantidad que eran, uno de ellos comentó: “A nosotros nos pidieron que vengamos, pero no me imaginé que seríamos tantos”. Es decir, en el piso de más arriba, brillaban por su ausencia personas de la tercera edad, embarazadas y niños.

Los primeros treinta minutos fueron de función. La Orquesta Sinfónica de Salta brindaba música desde el foso del teatro mientras que tanto el Ballet de la Provincia como el Ballet Folklórico actuaban diferentes números de gran nivel. Tanto, que el público permitió relajarse, disfrutar y olvidar por un momento que todo era un gran simulacro. La excepción era que los celulares estaban prendidos y sonaban como si no se estuviese realmente en el teatro.

Pero finalmente el estruendo sonó por los parlantes y ese fue el aviso de sismo. Al menos en los pisos de arriba la gente no procedió a la cubrirse la cabeza ni protegerse de alguna manera sino que esperó, tranquila, a que las acomodadoras diesen la aprobación para salir. Se prendieron las luces y de a poco los pasillos comenzaron a llenarse.

El mayor hincapié estuvo puesto en que se bajasen las escaleras pegados a la pared, lo que hizo que se armaran filas que de todas maneras avanzaban de manera bastante fluida hasta llegar a la calle Zuviría. Por su parte, músicos y bailarines salían por su correspondiente salida de emergencia, por calle España.

Fue recién ahí que comenzó la verdadera “acción” del simulacro. Llegaron los bomberos, los grupos de rescate, el Samec instaló una carpa en la esquina -en verdad, estaba ya lista desde antes de la función-, la policía, la Brigada USAR (Defensa Civil) y personal de Tránsito, entre otros organismos.

Se simuló la atención a cinco víctimas por lo que gran parte del trabajo se concentró en su salvataje. Cada una tuvo necesidades y atenciones especiales que exigieron gran trabajo en equipo y una fluida comunicación con los organismos que esperaban fuera. Es decir, avisaban el nivel de código de la víctima y si era necesaria una ambulancia. Incluso, una de ellas tuvo que ser atada a la camilla y enganchada a un arnés para poder descender del segundo piso.

 

Para darle más realidad al acontecimiento, en medio de estas tareas el silbato sonó y todos los allí presentes simularon que la tierra volvía a temblar por lo que se protegieron antes de seguir con la actuación que consistía en dejar el teatro sin personas en él.

En total, desde que sonaron las alarmas y hasta que salió la última víctima, transcurrieron cerca de treinta minutos. Fuera, el público era espectador de todas estas tareas y aplaudía la salida de cada uno de los heridos como si se tratase de un verdadero acontecimiento.

Y lo fue, excepto tal vez en lo que respectó a las tareas con el público. La evacuación llevó un total de un minuto y veinte segundos, además de que no se presentaron más inconvenientes que los planificados.

Precisamente en ello se hizo hincapé en la evaluación final del simulacro: "es importante insistir con la capacitación de la comunidad", informaron desde la prensa gubernamental. Además, la conclusión a la que llegaron los representantes de los organismos y los veedores -alumnos de la carrera de Higiene y Seguridad de la Universidad Católica de Salta y del Instituto de Formación Docente de Vaqueros- fue la importancia de las prácticas continuas de este tipo "para incorporar información e internalizar las medidas de autoprotección".

 

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