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Soria entró en crisis antes de oír a la mamá de Judith

Martes, 20 de mayo de 2014 01:23

Comenzó ayer a ventilarse el juicio por la violación y muerte de la niña Claudia Judith Palma, hecho acontecido el 18 de mayo de 2013, en la ciudad de Joaquín V. González. Por los delitos de abuso sexual con acceso carnal y homicidio agravado en concurso real llegaron acusados Ramón Alberto Leiva (67), Rubén Sixto Soria (87) y José Ramón Insaurralde (48). El Tribunal de Juicio 1, compuesto por los jueces Mónica Mukdsi, Héctor Alavila y Martín Pérez, escuchó las declaraciones de la madre de la menor, Antonia Quiroga, de Noelia Palma, de Sergio Palma y de un menor de edad -el chico que halló el cadáver de la chiquita-, quien declaró sin público.

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Comenzó ayer a ventilarse el juicio por la violación y muerte de la niña Claudia Judith Palma, hecho acontecido el 18 de mayo de 2013, en la ciudad de Joaquín V. González. Por los delitos de abuso sexual con acceso carnal y homicidio agravado en concurso real llegaron acusados Ramón Alberto Leiva (67), Rubén Sixto Soria (87) y José Ramón Insaurralde (48). El Tribunal de Juicio 1, compuesto por los jueces Mónica Mukdsi, Héctor Alavila y Martín Pérez, escuchó las declaraciones de la madre de la menor, Antonia Quiroga, de Noelia Palma, de Sergio Palma y de un menor de edad -el chico que halló el cadáver de la chiquita-, quien declaró sin público.

Una vez leída la extensa acusación fiscal, el tribunal concedió a los acusados la palabra y la posibilidad de declarar sin obligación de decir verdad. Rubén Sixto Soria, el octogenario imputado se levantó de su banca y contrariando a sus defensores y a los demás imputados manifestó su voluntad de contar su verdad. Su decisión, al parecer indeclinable, hacía presumir una confesión de parte inminente. Sin embargo, sus defensores, Luis César Fernández y Aldo Molina, salieron al cruce y advirtieron acerca de una supuesta confusión del imputado por sordera. Llevaron a Soria hacia un pasillo, con la anuencia del tribunal, y al regresar el imputado dijo que se abstenía de declarar al igual que los otros dos acusados. Contrariado en su decisión, Soria comenzó manifestar malestar y al escuchar el inminente ingreso como testigo de la mamá de Claudia Judith, su rostro se desencajó, siendo advertida la descompensación por el tribunal, que solicitó asistencia médica de inmediato. Luego, Soria fue retirado del recinto y así evitó encontrarse con los ojos de la madre de la niña ultrajada y asesinada. Antonia Quiroga minutos después empalideció a la presidenta del tribunal Mónica Mukdsi con el relato de los minutos previos a la desaparición de su hija, discurso que se entrecortó cuando dijo que ella misma le alcanzó los últimos cinco panes para que vendiera. Allí la mujer se quebró y su dolor abrió una herida fantástica sobre los rostros de los imputados. Un silencio de piedad se hizo interminable. La humanidad siempre puede más. Habló del trabajo de su niña, de su pobreza, del peso de las culpas y de sus premoniciones; también de su pedido de justicia: “Que sean condenados hasta la muerte”, reclamó.

La acusación, firme

Los testimonios ayer escuchados dieron cuenta que la acusación está firme. Los testigos aseguraron que la niña nunca salió del radio de cuatro calles y una manzana, que los culpables o responsables estuvieron al tanto de la búsqueda y a la vez conocían a Judith y la actividad que desempeñaba. Los caminos de la absolución por ahora están lejanos, como el monte por donde rastrillaron durante horas policías y familiares, cuando la malograda niña se encontraba a sólo metros de donde se halló su bicicleta.

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