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Tucumano bromista, Gitano vengador

Lunes, 23 de junio de 2014 23:03

Salir de excursión de pesca no solamente se trata de tirar el gancho, más aún cuando se va en grupo con amigos dispuestos a pasarla bien.
Me estoy refiriendo a las bromas que suelen jugarse entre compañeros, algunas terminadas en risas, otras en piñas y otras en la popular venganza.
Bueno, largo el rollo. En una oportunidad, el Tucumano Gómez salió de pesca al dique Las Lomitas, Quijano, junto al mecánico Ramón y el Gitano, hijo de la Vieja González, un pescador que fue muy conocido en todo el norte y afiliado al Bochín Club. Era víspera del concurso que organizaban los changos de la Dirección de Tránsito.
Instalados en el dique, el Gitano estaba preparando el equipo de pesca del pejerrey con boya y tenía que ponerle perla para que la sujete. Estaba en esa tarea, no la podía enhebrar, cuando se le cayó la perla y no la pudo encontrar. Entonces le pidió una perla al tucumano, quien se la paso al instante, la tenía lista.
Pasaba el tiempo y el Gitano no podía embocarle al agujero de la perla que le alcanzó el amigo. En ese menester se encontraba hasta que comenzó a putear. Entonces Ramón le acercó la linterna y allí descubrió que el Tucumano le había dado una perla ciega, sin agujero. Todos largaron la carcajada.
El Gitano lo perdonó al Tucumano, pero de prenda tuvo que hacerle un café que tan bien le salía y que tanto le gustaba al Gitano.
El Tucumano se fue a hacer el café y Ramón le preguntó: “¿Cuál es el secreto para que te salga tan rico?”. El Tucumano le contesto: “Te lo voy a enseñar, pero no le contés al Gitano. Una vez listo el café lo cuelo, para eso me saco la media que tengo puesta y listo”. Echa la demostración, Ramón quedó con la boca abierta y después de que el Gitano tomó el café le preguntó qué tal. Respondió. “Bueno, che”. Ramón no pudo con su conciencia y le contó que lo coló con la media. El Gitano comenzó a chuñar.
Las risas se escuchaban en todo el dique. El Gitano le perdonó la vida, pero, al otro día, terminado el concurso, el Gitano, dueño de la camioneta que los trasladó, paró en Quijano, lo hizo bajar al Tucumano y lo dejó a pata. Fue una venganza de Gitano. ¿Churo, no?

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Salir de excursión de pesca no solamente se trata de tirar el gancho, más aún cuando se va en grupo con amigos dispuestos a pasarla bien.
Me estoy refiriendo a las bromas que suelen jugarse entre compañeros, algunas terminadas en risas, otras en piñas y otras en la popular venganza.
Bueno, largo el rollo. En una oportunidad, el Tucumano Gómez salió de pesca al dique Las Lomitas, Quijano, junto al mecánico Ramón y el Gitano, hijo de la Vieja González, un pescador que fue muy conocido en todo el norte y afiliado al Bochín Club. Era víspera del concurso que organizaban los changos de la Dirección de Tránsito.
Instalados en el dique, el Gitano estaba preparando el equipo de pesca del pejerrey con boya y tenía que ponerle perla para que la sujete. Estaba en esa tarea, no la podía enhebrar, cuando se le cayó la perla y no la pudo encontrar. Entonces le pidió una perla al tucumano, quien se la paso al instante, la tenía lista.
Pasaba el tiempo y el Gitano no podía embocarle al agujero de la perla que le alcanzó el amigo. En ese menester se encontraba hasta que comenzó a putear. Entonces Ramón le acercó la linterna y allí descubrió que el Tucumano le había dado una perla ciega, sin agujero. Todos largaron la carcajada.
El Gitano lo perdonó al Tucumano, pero de prenda tuvo que hacerle un café que tan bien le salía y que tanto le gustaba al Gitano.
El Tucumano se fue a hacer el café y Ramón le preguntó: “¿Cuál es el secreto para que te salga tan rico?”. El Tucumano le contesto: “Te lo voy a enseñar, pero no le contés al Gitano. Una vez listo el café lo cuelo, para eso me saco la media que tengo puesta y listo”. Echa la demostración, Ramón quedó con la boca abierta y después de que el Gitano tomó el café le preguntó qué tal. Respondió. “Bueno, che”. Ramón no pudo con su conciencia y le contó que lo coló con la media. El Gitano comenzó a chuñar.
Las risas se escuchaban en todo el dique. El Gitano le perdonó la vida, pero, al otro día, terminado el concurso, el Gitano, dueño de la camioneta que los trasladó, paró en Quijano, lo hizo bajar al Tucumano y lo dejó a pata. Fue una venganza de Gitano. ¿Churo, no?

 

 

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