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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Patotas atacaron a tiros a vecinos de Campo Quijano

Martes, 02 de septiembre de 2014 12:23

La batahola descomunal ocurrida en el barrio San Jorge durante este fin de semana, dejó secuelas imborrables a los vecinos. Todavía quedan los cascotes diseminados en las calles y en los techos de las viviendas arrojados por patotas. Ni las cruces del cementerio se salvaron. Dos de ellas fueron halladas en las esquinas de la manzana nº51. La agresión duró por espacio de dos horas. Hubo ocho heridos. Dos con cortes profundos en el cuero cabelludo, producidos con un hierro. Uno de ellos estuvo en el piso tirado por espacio de media hora, sin que se pudiera rescatarlo. El joven de salvo de milagro, cuando los patoteros intentaron violarlo con un fierro. Los propios vecinos relataron a El Tribuno que una lluvia de piedras cayó al barrio. Luego les siguió una balacera que por fortuna ninguna bala hizo blanco en niños y mujeres que estaban en las veredas en el momento de la gresca. Incluso una camioneta arremetió sobre la humanidad de la gente, que en ese instante se hallaba en la calle. Increíblemente no hubo detenidos. Aseguran los pobladores de este barrio que la policía hizo lo de siempre "dispersó a los patoteros con itacas y después se fue del lugar".

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La batahola descomunal ocurrida en el barrio San Jorge durante este fin de semana, dejó secuelas imborrables a los vecinos. Todavía quedan los cascotes diseminados en las calles y en los techos de las viviendas arrojados por patotas. Ni las cruces del cementerio se salvaron. Dos de ellas fueron halladas en las esquinas de la manzana nº51. La agresión duró por espacio de dos horas. Hubo ocho heridos. Dos con cortes profundos en el cuero cabelludo, producidos con un hierro. Uno de ellos estuvo en el piso tirado por espacio de media hora, sin que se pudiera rescatarlo. El joven de salvo de milagro, cuando los patoteros intentaron violarlo con un fierro. Los propios vecinos relataron a El Tribuno que una lluvia de piedras cayó al barrio. Luego les siguió una balacera que por fortuna ninguna bala hizo blanco en niños y mujeres que estaban en las veredas en el momento de la gresca. Incluso una camioneta arremetió sobre la humanidad de la gente, que en ese instante se hallaba en la calle. Increíblemente no hubo detenidos. Aseguran los pobladores de este barrio que la policía hizo lo de siempre "dispersó a los patoteros con itacas y después se fue del lugar".

"Vienen del barrio que está al otro lado del cementerio (San Roque). Agredieron a los chicos de este barrio (San Jorge) porque un vecino los arenga. El domingo en la noche agarraron a un chico, lo tiraron por el piso, cuando salimos a ayudarlo comenzaron a tirarnos piedras. Después se metieron a mi casa, les pegaron a mis hijos y nietos. Me rompieron el televisor y muchas otras cosas. A todos los atacaban. Estaban enloquecidos" contó Susana P. a El Tribuno. Y agregó lo peor del relato "a otro chico lo golpearon con un fierro y después le bajaron los pantalones para introducirle el hierro con el que le habían pegado. Como pudo el chico se escapó. Más allá no se podía ver por la falta de iluminación que hay en esa zona del barrio". Frente a esta manzana está el cementerio. Allí se atrincheraron los patoteros. Del otro lado de la pared vecinos se resguardaban de los cascotazos. Metros más allá. La otra patota que respondía. Saltaban los vidrios de las ventanas y los techos. De repente las agresiones eran respondidas con tiros al vacío. En medio de la oscuridad se escudaban los violentos grupos antagónicos. Del lado del camposanto de Quijano, quedaron cinco sepulturas hechas añicos. Jarrones y vidrios rotos. Varias cruces fueron arrojadas como elementos contundentes. "Estamos cansados de tanta violencia. Acá las patotas hacen y deshacen a cualquier hora del día. Llamamos a la policía y no vienen. Cuando vamos a poner las denuncias nos miran de arriba abajo y nos hacen esperar horas. Incluso nos niegan asentar la denuncia. Eso sí, cuando le roban a algún finquero de apellido, los policías se meten a nuestras casas sin orden a registrar todo. Necesitamos que nos ayuden no que nos discriminen" enfatizó Angela B. De las dos grescas del fin de semana, la del domingo fue la peor. Violenta y vengativa. Según pudo averiguar El Tribuno, las amenazas entre los grupos violentos de los Barrios San Roque y San Jorge son constantes. Se trenzan por espacios de poder. Muchas veces tiene que ver la droga. Las vendettas están a la orden del día. Lo ocurrido el domingo en la noche, fue un desquite contra unos jóvenes de San Jorge por cuentas pendientes.

Entre humildes trabajadores, malvivientes

En el mes de Julio pasado, un finquero con parentesco con el vicegobernador de la provincia fue víctima de robo. Su propiedad ubicada en la zona sur de esta zona, hacia la zona conocida como Paraje Cámara fue vaciada. Se llevaron armamento y dinero. Nunca aprehendieron a los ladrones. Pero la sospecha de los investigadores es que la gavilla tiene su aguantadero en San Jorge. Pero también es cierto que este este barrio junto al San Roque, enemistados desde hace mucho tiempo, vive mucha gente trabajadora y que quiere salir adelante.

Ausencia de un destacamento policial

La batalla campal duró dos horas; pasada la medianoche las patotas se disiparon. Sin embargo en la madrugada seguían los tiros. No hay noticias de detenciones. Los vecinos al unísono reclaman por la ausencia de la jefatura policial. Este lunes en la noche se autoconvocaron los vecinos. "Queremos protección. Un destacamento policial. Es inseguro el barrio por estos grupos que atacan a todos. Nadie se salva. La droga hace desquicios en estos barrios"

El domingo en la noche varias vecinas observaron cómo los desquiciados patoteros, intentaron abusar de un joven bajándole los pantalones, queriendo introducirle un fierro en el ano. "Esto es intolerable, por unos pocos, nos tachan de delincuentes a todos. Acá hay gente trabajadora y chicos que estudian. Pedimos por seguridad. Controles en la zona como corresponde. Y que pongan tras las rejas a los delincuentes" contó Jesy M. a El Tribuno


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