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Creer en un mundo mejor: cómo ayudar a los que ayudan cada día | Salteños solidarios, Llamado a la solidaridad

Domingo, 31 de mayo de 2015 00:00
La mesa servida, el logro de Ramón Gudiño en el comedor Chico Bueno. Javier Corbalán
Un par de zapatillas, un kilo de arroz o simplemente las ganas de colaborar con el más necesitado marcan la solidaridad de muchas personas. Salta tiene sobradas muestras de ello. El problema surge cuando existe la voluntad de ayudar y no se sabe dónde ni cómo hacerlo.
El desconocimiento de las distintas organizaciones que asisten a carentes de recursos es una de las causas por las que buenas intenciones, a veces, no llegan a cumplir el objetivo.
Son muchas las entidades que trabajan con la beneficencia como bandera y el pedido de donaciones crece.
En la labor diaria, las necesidades están siempre presentes y, en ciertos casos, la ayuda llega a cuenta gotas.
Ramón Gudiño es uno de los tantos que decidió que la solidaridad sería su estilo de vida. Hace cuatro años que creó el comedor "Chico bueno", que alimenta a más de 30 niños del barrio Primera Junta sin otro apoyo más que el de quienes se acercan a aportar su granito de arena.
Carne, fideos, frutas y verduras son los alimentos que les hacen falta. "Una persona nos regalaba seis pollos cada dos semanas pero, lamentablemente, ya no nos seguirá ayudando. Tengo que ver cómo solucionarlo. Con un pollo y medio les hago guiso a los chicos y a ellos les encanta", relató Ramón.
La suya es una de las tantas historias en las que la ayuda particular es el único sustento para una labor que busca suplir carencias.
Del otro lado de pedidos como este hay personas que sueñan con un mundo mejor e integran un gran grupo de organizaciones benéficas que llevan adelante una importante tarea solidaria.
Los sentimientos como hilo conductor
Hace ocho años, el comedor y merendero Virgen de Urkupiña asiste a niños sin ayuda gubernamental. A pesar de ello, el trabajo continúa y hoy permite que más de cien pequeños reciban un plato de comida y merienda. Cuentan con la ayuda de una panadería, pero les falta alimentos fundamentales como la leche.
Más allá de los obstáculos que deben sortear a diario, Horacio, Claudia y el resto del grupo de voluntarios mantienen las expectativas puestas en seguir con la tarea que realizan en Zuviría 1876.
"Sonrisa del futuro" es el nombre con el que se identifica el merendero de barrio El Cambio. Mariela es una de las colaboradoras y, lejos de intereses personales, aseguró: "No recibimos ningún tipo de ayuda del Gobierno. Nos mantenemos con donaciones de personas humildes como nosotros que nos acercan un kilo de arroz o una botella de aceite. Todo es bienvenido, lo que nos quieran regalar nos sirve mucho". El merendero funciona hace tres años y ayuda a 120 niños de la zona.
Sin dudas, muchas historias se tejen con un hilo conductor: ayudar a los que menos tienen. Si de tejer se trata, las 500 mantas entregadas a recién nacidos de bajos recursos es una muestra de amor al prójimo.
Mujeres que desde hace tiempo dieron forma a "Salta, teje y abriga" se encargan de confeccionar mantitas de lana y polar para bebés que nacen en el Hospital Materno Infantil.
"Nuestro trabajo es a pulmón. Decidimos ayudar con lo que sabemos, que es tejer. Nos juntamos una vez por mes en una mateada. Allí interactuamos y recopilamos lo que fuimos haciendo. Es una alegría muy grande saber que en 2015 ya entregamos 500 mantitas", explicó Carmen, una de las voluntarias. Ellas reciben donativos de lana y polar.
Artículos de limpieza, perfumería, pañales o simplemente golosinas son parte de las cosas que necesitan los abuelos del geriátrico Señor del Milagro ubicado en Rivadavia 1350.
En este tradicional lugar dedicado a la asistencia de adultos mayores, las donaciones son más que bien recibidas por los 21 residentes. "Los abuelos necesitan algunos elementos. Hay gente que viene a verlos y los hace felices por partida doble ya que los visita y traen cosas que les gustan", dijo una empleada del geriátrico.
Las carencias en el interior de la provincia se evidencian en Casa del Niño, organización que asiste a chicos que llegan a Salta capital para hacer tratamientos en el Hospital Materno Infantil. Si bien esta organización pertenece a la cooperadora del hospital, las donaciones les permiten seguir adelante.
De un lugar a otro, la solidaridad se extiende y las historias que la reflejan también. La tarea más importante consiste, entonces, en unir aún más las ganas de ayudar con la necesidad.
Impulsar la participación ciudadana
En Argentina, la solidaridad tiene su día: el 26 de agosto. La fecha fue instituida como tal en 1998 en conmemoración del nacimiento de la madre Teresa de Calcuta.
La idea es que esta jornada sirva para promover la solidaridad, la responsabilidad social y la participación ciudadana.
Las voluntarias de "Salta teje y abriga" están entre los que trabajan para ayudar en la provincia. Para apoyarlas con donaciones de lana y tela de polar que usan para confeccionar mantas se puede llamar al 4363298 o 155-722385.

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Un par de zapatillas, un kilo de arroz o simplemente las ganas de colaborar con el más necesitado marcan la solidaridad de muchas personas. Salta tiene sobradas muestras de ello. El problema surge cuando existe la voluntad de ayudar y no se sabe dónde ni cómo hacerlo.
El desconocimiento de las distintas organizaciones que asisten a carentes de recursos es una de las causas por las que buenas intenciones, a veces, no llegan a cumplir el objetivo.
Son muchas las entidades que trabajan con la beneficencia como bandera y el pedido de donaciones crece.
En la labor diaria, las necesidades están siempre presentes y, en ciertos casos, la ayuda llega a cuenta gotas.
Ramón Gudiño es uno de los tantos que decidió que la solidaridad sería su estilo de vida. Hace cuatro años que creó el comedor "Chico bueno", que alimenta a más de 30 niños del barrio Primera Junta sin otro apoyo más que el de quienes se acercan a aportar su granito de arena.
Carne, fideos, frutas y verduras son los alimentos que les hacen falta. "Una persona nos regalaba seis pollos cada dos semanas pero, lamentablemente, ya no nos seguirá ayudando. Tengo que ver cómo solucionarlo. Con un pollo y medio les hago guiso a los chicos y a ellos les encanta", relató Ramón.
La suya es una de las tantas historias en las que la ayuda particular es el único sustento para una labor que busca suplir carencias.
Del otro lado de pedidos como este hay personas que sueñan con un mundo mejor e integran un gran grupo de organizaciones benéficas que llevan adelante una importante tarea solidaria.
Los sentimientos como hilo conductor
Hace ocho años, el comedor y merendero Virgen de Urkupiña asiste a niños sin ayuda gubernamental. A pesar de ello, el trabajo continúa y hoy permite que más de cien pequeños reciban un plato de comida y merienda. Cuentan con la ayuda de una panadería, pero les falta alimentos fundamentales como la leche.
Más allá de los obstáculos que deben sortear a diario, Horacio, Claudia y el resto del grupo de voluntarios mantienen las expectativas puestas en seguir con la tarea que realizan en Zuviría 1876.
"Sonrisa del futuro" es el nombre con el que se identifica el merendero de barrio El Cambio. Mariela es una de las colaboradoras y, lejos de intereses personales, aseguró: "No recibimos ningún tipo de ayuda del Gobierno. Nos mantenemos con donaciones de personas humildes como nosotros que nos acercan un kilo de arroz o una botella de aceite. Todo es bienvenido, lo que nos quieran regalar nos sirve mucho". El merendero funciona hace tres años y ayuda a 120 niños de la zona.
Sin dudas, muchas historias se tejen con un hilo conductor: ayudar a los que menos tienen. Si de tejer se trata, las 500 mantas entregadas a recién nacidos de bajos recursos es una muestra de amor al prójimo.
Mujeres que desde hace tiempo dieron forma a "Salta, teje y abriga" se encargan de confeccionar mantitas de lana y polar para bebés que nacen en el Hospital Materno Infantil.
"Nuestro trabajo es a pulmón. Decidimos ayudar con lo que sabemos, que es tejer. Nos juntamos una vez por mes en una mateada. Allí interactuamos y recopilamos lo que fuimos haciendo. Es una alegría muy grande saber que en 2015 ya entregamos 500 mantitas", explicó Carmen, una de las voluntarias. Ellas reciben donativos de lana y polar.
Artículos de limpieza, perfumería, pañales o simplemente golosinas son parte de las cosas que necesitan los abuelos del geriátrico Señor del Milagro ubicado en Rivadavia 1350.
En este tradicional lugar dedicado a la asistencia de adultos mayores, las donaciones son más que bien recibidas por los 21 residentes. "Los abuelos necesitan algunos elementos. Hay gente que viene a verlos y los hace felices por partida doble ya que los visita y traen cosas que les gustan", dijo una empleada del geriátrico.
Las carencias en el interior de la provincia se evidencian en Casa del Niño, organización que asiste a chicos que llegan a Salta capital para hacer tratamientos en el Hospital Materno Infantil. Si bien esta organización pertenece a la cooperadora del hospital, las donaciones les permiten seguir adelante.
De un lugar a otro, la solidaridad se extiende y las historias que la reflejan también. La tarea más importante consiste, entonces, en unir aún más las ganas de ayudar con la necesidad.
Impulsar la participación ciudadana
En Argentina, la solidaridad tiene su día: el 26 de agosto. La fecha fue instituida como tal en 1998 en conmemoración del nacimiento de la madre Teresa de Calcuta.
La idea es que esta jornada sirva para promover la solidaridad, la responsabilidad social y la participación ciudadana.
Las voluntarias de "Salta teje y abriga" están entre los que trabajan para ayudar en la provincia. Para apoyarlas con donaciones de lana y tela de polar que usan para confeccionar mantas se puede llamar al 4363298 o 155-722385.

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