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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Vivir rodando: un barrio de 100 personas viaja con el circo Servián

Actúan 50 artistas en cada función y hay más de 30 casas rodantes atrás de la carpa que se instaló hace más de un mes en el Centro de Convenciones de Limache. Los chicos tienen una maestra particular.
Domingo, 16 de julio de 2017 00:00

Cuando llega la tarde, Julio Conde sabe que se acerca el momento de prepararse. Tiene que cambiarse el jean con el que estaba cómodo arreglando un camión por el traje negro con el que da la bienvenida al público y corta entradas en la puerta del circo Servián. Con 40 años, es una de las 100 personas que dejaron su ciudad para salir de gira y viven en casas rodantes detrás de la carpa que está desde junio en el Centro de Convenciones de Salta.

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Cuando llega la tarde, Julio Conde sabe que se acerca el momento de prepararse. Tiene que cambiarse el jean con el que estaba cómodo arreglando un camión por el traje negro con el que da la bienvenida al público y corta entradas en la puerta del circo Servián. Con 40 años, es una de las 100 personas que dejaron su ciudad para salir de gira y viven en casas rodantes detrás de la carpa que está desde junio en el Centro de Convenciones de Salta.

Julio es el mecánico encargado de mantener los vehículos que hacen posible que las funciones vayan de ciudad en ciudad. Sin embargo, se considera un "comodín" que hace lo necesario para que funcione el andamiaje del espectáculo.

Unos 50 artistas, algunos familiares y técnicos conviven con el dueño del circo, tres de sus hijos y sus siete nietos en el "barrio ambulante" de más de 30 casillas que se montó frente a la rotonda de Limache.

Antes de Salta, estuvieron en Catamarca y Tucumán. En agosto, levantarán todo de nuevo para trasladarse a Jujuy. Excepto en diciembre y enero, cuando tienen un receso, siempre están de ciudad en ciudad.

Para Julio, la vida en el circo a veces es como un Gran Hermano pero un poco más grande. "Las relaciones son intensas, como en las familias. Podés tener una diferencia con alguien pero siempre sabés que la vas a solucionar. Se generan grandes amistades y mucha fraternidad", cuenta.

Frente a una fila de más de una cuadra de casas rodantes blancas, se instaló un trailer más grande que funciona como cocina y comedor. Afuera, hay una parrilla móvil donde unas dos veces por semana se prepara un asado para compartir.

Armar la carpa, preparar el espectáculo y organizar el espacio para vivir puede llevar unos diez días.

Cuando hay función a las 17.30, poco después de las 15 empiezan los preparativos. En poco más de dos horas todos deben estar vestidos, maquillados y haber entrado en calor.

"Acá podés tener una tarea específica o tener todas. En mi caso, soy un comodín. A la mañana ando lleno de grasa arreglando motores, pero también me pueden ver de traje cortando entradas más tarde y a veces me encuentro ayudando a armar la carpa, aunque hay gente especializada para eso", dice Julio, que tiene su casa y una hija de ocho años en Viedma.

Maestra particular

Jorge Yovanovich, el dueño del circo, viaja junto a su familia y vive con los artistas y los trabajadores que están todos los días atrás de escena.

Ivana, de 43 años, Cristian, de 39, Ginette, de 36, y Gabriela, de 23, son sus hijos. Cada uno tiene un rol en la administración, la logística, la publicidad o en el espectáculo. Los nietos también participan e incluso la más chica, María Eva, de cuatro años, tiene su vestuario para salir en uno de los números en las funciones de la tarde cada vez que quiere.

Solo una de los cuatro hermanos no está con la familia ahora porque se fue a Las Vegas con su marido a trabajar en otro circo por una temporada.

Yovanovich viene de una familia de cuatro generaciones dedicadas a la misma actividad y, si siguen el mismo camino, la de sus nietos será la quinta.

Ninguno de los integrantes de la familia nació en la misma provincia. Todos llegaron al mundo en medio de giras: Ivana, en Formosa, Cristian en Santa Fe, Ginette en Salta y Gabriela en Santa Teresita.

A la primaria, la hicieron itinerando de escuela en escuela. Por ley, las instituciones educativas tienen la obligación de recibir a los chicos que viajan con un circo, ya sea por días, semanas o meses.

En el Servián, además, hay una maestra particular para enseñarles a los niños. "Muchos chicos del circo están más adelantados que los de la ciudad", dice Darío Gómez, un payaso que también viene de familia circense y estudió de provincia en provincia.

Darío, de 40 años, también destaca el aprendizaje que implica conocer todo el país y tomar contacto con diferentes culturas. "Conozco argentina de punta a punta a punta y pueblos que no están en el mapa. Viví un año en Rosario para hacer quinto grado y lo repetí. Extrañaba mucho esta vida hermosa", recuerda.

Cristian cuenta que, cuando era chico, a veces le tocaba ir a una escuela por uno o dos días antes de seguir la gira. "Siempre existió el denominado pase golondrina para nosotros. Yo era muy vergonzoso y me costaba entrar, pero cuando decíamos que éramos de circo, enseguida nos hacíamos amigos", relata.

La secundaria, en cambio, se hace a distancia. Ahora hay planes por internet que facilitan el proceso.

Cuando se levante el circo, en agosto, todo volverá a comenzar en Jujuy. "Esto es un barrio como cualquiera, pero itinerante", repite a El Tribuno Darío, que nació y creció en el Servián.

Cumplir años lejos

Daniel Herrera es un artista de 28 años de La Rioja y está en su primera gira con un circo. “Acá nos levantamos, entrenamos, comemos, cocinamos, compartimos almuerzos y meriendas. Cuando no hay función, salimos. En cada pueblo tenemos que armar y desarmar nuestro barrio”, describe.

Hace días vivió su primer cumpleaños lejos de su casa. “Me preguntaba cómo iba a ser pasarlo con gente desconocida, pero me lo hicieron pasar muy bien. Siempre tratan de darte lo mejor”, dice.

Para Julio Conde, mecánico del circo, la vida itinerante “es atrapante”. Sin embargo, cree que algún día volverá a quedarse en un solo lugar. “Empecé por curiosidad. En el primer año, me quedaron recuerdos para toda la vida”, comparte.

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