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Entre kurdos, catalanes y mapuches

Miércoles, 13 de septiembre de 2017 00:00

Suele señalarse que los kurdos son el pueblo más numeroso sin un estado nacional propio. Pero esto podría cambiar el 25 de septiembre: el Gobierno Regional de Kurdistán (KRG), con sede en Erbil, en el norte de Irak, realizará un referéndum independentista. La creación de un Kurdistán independiente sería una novedad que podría trastocar el mapa geopolítico de Medio Oriente.

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Suele señalarse que los kurdos son el pueblo más numeroso sin un estado nacional propio. Pero esto podría cambiar el 25 de septiembre: el Gobierno Regional de Kurdistán (KRG), con sede en Erbil, en el norte de Irak, realizará un referéndum independentista. La creación de un Kurdistán independiente sería una novedad que podría trastocar el mapa geopolítico de Medio Oriente.

El pueblo kurdo, cuya población total orilla los 40 millones de personas, está disperso entre Irak, Irán, Siria y Turquía. En esos cuatro países constituye otras tantas minorías nacionales que desde hace un siglo luchan por su autonomía. Componen el 18% de la población turca, el 9% de la población siria y el 6% de la población iraní. La idea de un Kurdistán unificado es una utopía de imposible materialización, pero la conversión del Kurdistán iraquí en un estado independiente aparece hoy a la vuelta de la esquina.

En términos prácticos, ese Kurdistán iraquí, que nuclearía a un 20% de esa dispersa comunidad étnica, es una realidad fáctica desde hace catorce años. La intervención militar estadounidense de 2003, que provocó el derrumbe del régimen de Saddam Hussein, permitió que los territorios kurdos (Dohuk, Erbil y Suleimaniya) fueran reconocidos por las nuevas autoridades de Bagdad como una entidad federal con un amplio margen de autonomía.

Esta conquista fue institucionalizada por la Constitución iraquí de 2005. Un referéndum informal, aunque meramente simbólico, consignó que el 98% de los kurdos quería la independencia. Desde entonces, la región tiene un gobierno propio, presidido por el legendario líder independentista Masud Barzani, líder del conservador Partido Democrático de Kurdistán (PDK).

La mayoría de los kurdos son musulmanes de la rama sunita, pero su cultura política es laica, igualmente opuesta al sectarismo chiíta predominante en Irak y al fundamentalismo sunita encarnado por ISIS. Pese a que Barzani, considerado pro-occidental, pretende presentar internacionalmente a su gobierno como un oasis pacífico y democrático en una región sacudida por la violencia, la oposición de la Unión Patriótica de Kurdistán (UPK) lo acusa de nepotismo y corrupción. De todos modos, es la zona más segura de Irak.

Pródiga en recursos petroleros, Kurdistán es la región económicamente más próspera de Irak. A pesar de que la explotación de los yacimientos es legalmente competencia de las autoridades de Gobierno nacional, desde 2014, cuando la irrupción de ISIS aceleró la desintegración del Estado iraquí, el Gobierno Regional aprovechó la coyuntura para explotar el petróleo por su cuenta y enviarlo a la vecina Turquía. Cientos de miles de barriles diarios de petróleo eluden las tasas impositivas y los oleoductos iraquíes y pasan a territorio turco para terminar en Israel. Tel Aviv considera a los kurdos iraquíes como aliados estratégicos implantados en el mundo árabe.

En represalia, Bagdad privó a la región del 17% que le corresponde del presupuesto nacional. Pero Barzani no se echó atrás. Avanzó en la firma de contratos con empresas petroleras independientes y acaba de rubricar un megaacuerdo con la petrolera estatal rusa Rosnef. Ese giro estratégico le permitió convertir a Moscú en un segundo y valioso aliado para sus aspiraciones secesionistas.

 

Los mapas también se mueven ...

 

Lo cierto es que los kurdos iraquíes son beneficiarios netos de la desintegración de Irak, materializada en un proceso que reconoce tres etapas perfectamente identificables. La primera etapa comenzó en 1991, cuando terminó la guerra del Golfo y lograron consolidar un espacio de autonomía relativa, amparados bajo el paraguas militar estadounidense que los protegía del exánime ejército de Hussein. La segunda fase empezó en 2003, cuando la invasión norteamericana abrió camino al reconocimiento legal de esa autonomía. La actual etapa se inició en 2014, cuando la aparición de ISIS profundizó la crisis del Gobierno de Bagdad, que perdió el control territorial de la mayor parte de la superficie del país. En consonancia con su tradición de pueblo indómito y guerrero, las milicias kurdas se erigieron en una pieza fundamental en la guerra contra el Califato Islámico. En el transcurso de esa contienda consiguieron un triple objetivo: el reconocimiento internacional como un actor relevante de la coalición multinacional que combate a ISIS, la obtención de equipamiento bélico norteamericano de última generación para pertrechar a sus tropas y la consolidación de su dominio sobre el territorio que reclaman como propio.

El problema es que la institucionalización de un estado kurdo en Irak representa un precedente que genera inocultable preocupación en Siria, Irán y Turquía, cuyos gobiernos temen la onda expansiva de ese acontecimiento y presionan a Barzani para que suspenda el referéndum del 29 de septiembre. Estados Unidos y Rusia, que por distintos motivos miran con simpatía la causa de los kurdos iraquíes, también le sugirieron al líder kurdo que, para evitar una fractura en la coalición internacional contra ISIS, postergue la fecha de la consulta popular hasta después de la culminación exitosa de la ofensiva militar contra el Califato.

En Siria el tema tuvo una derivación imprevista. La minoría kurda, que forma parte de la oposición al régimen de Bashar Al Assad y participa en el ataque contra Raqqa, la capital de ISIS, se adueñó de una zona que bautizó como Rojava y proclamó la constitución de una comunidad autónoma. En Irán, el régimen de Teherán acusa a Washington de alentar la rebeldía de la minoría kurda, localizada en la frontera con Irak. En Turquía, el presidente Recep Erdogan reprime duramente al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PTK), al que califica de organización terrorista.

Pero las implicancias de la cuestión exceden de lejos el marco regional. La Nova Esquerra Catalana, fracción izquierdista del separatismo catalán (soliviantado ante la decisión del Tribunal Constitucional español que suspendió el referéndum convocado para el 1§ de octubre), confirmó que colabora en tareas de asesoramiento a los kurdos iraquíes para la conformación de su futuro estado independiente.

The Mapuche Nation

Mientras tanto, el sitio de "The Mapuche Nation", la organización no gubernamental británica con sede en Bristol consagrada a la promoción internacional de las reivindicaciones de la etnia mapuche, realiza un curioso ejercicio discursivo para emparentar las causas nacionales de los catalanes, los vascos y los kurdos con la lucha por el reconocimiento de un "Estado mapuche" enclavado en el sur de Chile y la Argentina. Como agregado pintoresco, que revela que el mundo es cada vez más chico, puede consultarse en Facebook la página del "Comité de Solidaridad con Kurdistán Chileno-Mapuche".

Conviene tomar en serio a Henry Kissinger cuando advierte que "la geopolítica es la comprobación de que los mapas también se mueven".

 

 

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