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Juana, salteña y madre de la primera mujer antártica

El próximo 27 de mayo se cumplen 40 años del nacimiento de Marisa de las Nieves en la Base de Ejército Esperanza.
Domingo, 11 de marzo de 2018 00:00

Aquel 27 de mayo de 1978, aproximadamente a las 18, Juana Pabla Benítez entró en trabajo de parto. El viento acechaba furioso y el frío polar era intenso. Una moto hizo de ambulancia y la trasladó en bajada los 80 metros de distancia que había entre su cabaña y la Base de Ejército Esperanza, en el extremo norte de la península Antártica.

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Aquel 27 de mayo de 1978, aproximadamente a las 18, Juana Pabla Benítez entró en trabajo de parto. El viento acechaba furioso y el frío polar era intenso. Una moto hizo de ambulancia y la trasladó en bajada los 80 metros de distancia que había entre su cabaña y la Base de Ejército Esperanza, en el extremo norte de la península Antártica.

"El parto se adelantó y tuve que ayudar al médico porque a todo esto era el primer nacimiento que atendía", recordó Néstor Arturo Delgado, esposo de Juana y militar retirado del Ejército, sentado en el comedor de su casa, en barrio Postal, en la zona norte de la capital salteña.

Así nació su tercera y última hija, Marisa de las Nieves Delgado, que el próximo 27 de mayo cumplirá 40 años.

Hoy Juana tiene 76 años y Néstor, su compañero de toda la vida, en días cumple 75. Son padres de la primera niña nacida en la Antártida Argentina que hoy es abogada y vive en Nueva York, Estados Unidos.

En víspera del Día de la Mujer, Néstor se comunicó con El Tribuno para homenajear a su esposa, que estando embarazada de cuatro meses, aceptó el desafío de acompañarlo en una gran misión militar: ser una de las primeras familias en habitar aquel rincón blanco perdido en el mapa. Pero eso no es nada, se animó a parir en el continente helado, y luego como establece la regla antártica, sobrevivió al invierno junto con su beba.

El 17 de febrero de 1978, ocho familias, entre ellas los Delgado, fundaron el Fortín Sargento Cabral en la base Esperanza. Fortín, de acuerdo a la Real Academia Española, es una de las obras que se levantan en los atrincheramientos de un ejército para su mayor defensa. Distinto al sentido que los salteños le dan a dicha palabra a la hora de referirse a los agrupamientos gauchos, donde aparte realizan actividades vinculadas a la cultura y tradición.

En la historia

Los nombres de los salteños Néstor y Juana y de sus hijos Norma Rosa, que en enero del 78 cuando llegaron a la base Esperanza tenía 14 años, Néstor (6) y el nacimiento de Marisa de las Nieves están marcados con resaltador verde fluorescente en la página 86 del Atlas Enciclopédico Antártico Argentino que la familia conserva con recelo y orgullo.

"Me enamoré de la Antártida, pese a que es una vida dura hasta que te habitúas; la vestimenta, los quehaceres domésticos y laborales, todo es más difícil y distinto porque el clima no ayuda", expresó Juana sobre su experiencia de vivir un año en medio en la nieve.

Marisa de las Nieves, la primera beba nacida en la Base Antártica, tiene padres salteños.

El recuerdo de la Antártida en la casa de los Delgado

Cuadros, álbumes de fotos, recortes de diarios forman parte de un rico patrimonio.

Juana Benítez posa orgullosa al lado de la mesa ratona hecha de un trineo que exhibe en el living y que Néstor Delgado (su esposo) se trajo de la Antártida y adaptó. “Ese era un trineo de carga, que el hombre arrastraba tirando con un arnés puesto”, contó.

El matrimonio salteño regresó a su tierra natal hace 18 años, pero cada rincón de su casa los retrotrae a la vida en el continente helado, donde vivieron un año con sus hijos.

Cuadros de la base militar, de las cinco primeras casas donde vivieron las ocho familias fundadoras, de los hijos y la familia, todas las postales imperdibles con el paisaje de nieve de fondo. Álbumes de fotos y recortes de diario forman parte del patrimonio más preciado de los Delgado.

“Hay que tener agallas para vivir en la Antártida, no hay nada igual en el mundo: sólo hielo, pingüinos, algunas focas, lobos y elefantes marinos, nada más que eso”, señaló Néstor, 40 años después de que formara parte del grupo de familias que por primera vez habitó la Base de Ejército Esperanza.

Hasta entonces habían habido sólo misiones militares, sin embargo ese año el acceso al estudio o a un médico fue distinto, pero no un problema. “Todas las bases antárticas llevan médico y los que van de forma temporaria para las campañas de verano llevan enfermero. Ese año se fundó la escuela, se llevó una sucursal del colegio Dámaso Centeno de Buenos Aires, un establecimiento para hijos huérfanos de militares. Mi hijo Néstor Gabriel hizo el primer grado, tenía clases en la base, y Norma realizó la secundaria a larga distancia; después cuando regresamos rindió sin problemas”, contaron.

En 1978 se celebraron dos casamientos, dos nacimientos, entre ellos el de Marisa de las Nieves Delgado, que fue hasta bautizada en la Antártida y el cumpleaños 7 del pequeño Néstor Gabriel.

“La Antártida significa mucho para nosotros, desde que íbamos a la escuela que nos enseñaron que la Antártida es Argentina. Esos valores lamentablemente se fueron perdiendo. Ahora pasó a ser patrimonio mundial”, contó Néstor Delgado que conoció el suelo blanco el 2 de enero de 1974 y se despidió en julio de 1998, sumando entre todas las veces que estuvo allá por lo menos 10 años.

Desde el 78 hasta la actualidad siguen yendo familias, ahora hay una escuela, una capilla, una radio que se llama Arcángel San Gabriel que se transmite por LRA 36.

El recuerdo de los niños jugando con el trineo tirado por perros polares sigue intacto, al igual que los fuertes vientos que eran capaz de arrastrar a los hijos al mar y el sacrificio de la vida diaria.

Néstor, militar retirado del Ejército, muestra uno de sus recuerdos. Pablo Yapura

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