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“Me quiero ir del país”, dos mujeres que lo hicieron comparten su experiencia desde Lima y Barcelona

Mientras la fantasía de dejar la Argentina da vueltas en la cabeza de muchos, hablamos con Daniela y Agustina que lo concretaron.
Lunes, 07 de octubre de 2019 21:27

Mientras la angustia y la ansiedad se apoderan de los argentinos por la incertidumbre política y económica que vivimos, la frase “me quiero ir del país” suena cada vez con mayor intensidad.

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Mientras la angustia y la ansiedad se apoderan de los argentinos por la incertidumbre política y económica que vivimos, la frase “me quiero ir del país” suena cada vez con mayor intensidad.

La promesa de que en otros países se puede vivir mejor está y salimos a buscar voces con experiencia. Hablamos con dos argentinas que hicieron las valijas para emigrar, una a Perú y la otra a España, e hicimos un double check de las cosas que te pueden deparar vivir en otras latitudes.

Lima, cerca y con poco sol.

Daniela Maldonado conversa con nosotros desde un restaurante en Lima, Perú. Se fue hace cuatro años con Esteban, su pareja, y está feliz con la decisión que tomó. “No elegimos el destino, fue una oportunidad laboral de mi pareja y la idea era que yo también pueda crecer profesionalmente”, dice Dani.

Lo que más extraño es el sol. De mayo a diciembre el sol no se ve en Lima, mucho menos donde vivimos nosotros, San Isidro. Estamos pegados al mar por lo que hay bruma o una llovizna finita todo el tiempo. Siempre está nublado y en verano cuando sale el sol, tampoco es como en Argentina. Esos días de cielo celeste a pleno acá no existen, es casi como vivir en Inglaterra”, cuenta Daniela que trabaja en una empresa relacionada a la industria farmacéutica.

Dani, es fanática del sol y es una de las cosas que más extraña en Lima, donde casi siempre está nublado.

Claro que para Daniela la familia y los amigos también son importantes, pero también las 4 horas que separan Lima de Buenos Aires son un obstáculo salvable cuando los acontecimientos lo requieren. “Vamos siempre para las fiestas y después para algún cumpleaños importantes o el día de la madre, también viajamos. Nos vienen a visitar mucho tanto la familia como los amigos. A veces sentimos que necesitamos vacaciones para estar solos”, bromea Daniela.

Para ella la comida no es un problema, pero dice que su pareja añora las pastas y la pizza. “Carne conseguimos y buena, pero otras cosas sobretodo para Esteban son irremplazables”.

Lo que definitivamente no extrañan son las malas noticias, la inestabilidad económica y la inseguridad. “En Lima vivimos más tranquilos con respecto a la inseguridad. Acá hay corrupción como en todos los países latinoamericanos, pero lo político no está ligado a la economía. No tenés la inestabilidad cambiaria que se vive en la Argentina y la inflación será de un 3% anual”, cuenta Daniela.

Su realidad es diferente a la de otras personas que decidieron mudarse a otro país. “Tengo una amiga viviendo en Europa con dos hijos y claro, para ella es un presupuesto mayor visitar la Argentina. Puede venir cada dos o tres años y ahí se le hace más cuesta arriba. Mi realidad es muy distinta a esa. Este año vinieron unos amigos y nos fuimos de viaje a Cuzco. También en distintos momentos vinieron mis padres, sobrinas y mi suegro”; cuenta.

“Más allá de la situación actual de la Argentina, siempre alenté a mis amigas a tomar las oportunidades que te pone la vida por delante. Irse a vivir a otro país es una experiencia enriquecedora. En lo personal prefiero arrepentirme de lo que hice, que preguntarme después cómo habría sido”

Sus tips para adaptarse a la ciudad de Lima son simple: “El tránsito es un caos, hay pocas reglas y no las respetan, paciencia”. También dice que hay que entender que los peruanos tienen otro ritmo y lo mejor es ir descubriéndolo. “Al principio me enojaba porque quedaba en algo y no lo cumplían, pero después me fui dando cuenta que hay que rechequear. Tiene que ver con su forma de ser, y se trata de entender cómo tenés que pedir las cosas.”

“A los argentinos los peruanos nos quieren. A nosotros nos abrieron las puertas de su casa y ya tenemos un grupo de amigos peruanos al que extrañaríamos muchos si algún día nos fuéramos”, dice

Frente a la pregunta de si volvería a vivir en la Argentina, Dani es categórica: “No volveríamos salvo que las circunstancias nos obliguen. Tenemos amigos peruanos, buenos trabajos y a la familia la vemos todo el tiempo. No hay razón para volver.”

Barcelona, un mundo para descubrir

En el caso de Agustina Perez LLanesa su decisión de partir tuvo que ver con una posibilidad de crecimiento profesional. “Apliqué a una posición interna dentro de mi empresas y era justo en Barcelona”, cuenta.

Agustina Pérez Llanesa.

Desde hace cinco años es Clinical Team Manager para una multinacional en la ciudad española y lo que la llevó a embarcarse en esa aventura fue una combinación de inquietudes y un momento personal. “Quería vivir la experiencia y además amo viajar. Por supuesto que conocer lugares desde Barcelona es más barato y accesible. Además, necesitaba un cambio a nivel personal y me vino estupendo.”

En el caso de Agustina viajó sola y confiesa que “Barcelona no es el mejor lugar para venir sin una pareja, es difícil. Lo que más extraño definitivamente es mi grupo de amigas. Acá el concepto de amistad es muy diferente”, cuenta y dice que intenta al menos una vez al año venir de visita.

Agustina Pérez Llanesa

“La inseguridad y la inestabilidad que tiene vivir en Argentina son las cosas negativas que uno deja atrás. Acá se vive más tranquilo”, confiesa.

“Caos. Esa es la palabra que viene a mi cabeza cuando pienso en la Argentina hoy. No pienso en volver, puede ser que de acá vaya a vivir a otro país pero ahora mismo no me imagino viviendo otra vez en la Argentina”, dice Agustina.

Agustina Pérez Llanesa y Joel, su novio catalán.

Con respecto a Barcelona y que tipo de ciudad es dice: “No es la ciudad más sencilla para venir a vivir solo y sin conocer a nadie pero vale la pena darle una oportunidad, cuesta generar amistades pero una vez que ya hechas raíces es complicado irse. Por cierto, impagable tener el mar y la montaña tan cerca”

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