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Manteros aseguran que hay más vendedores en las calles de Salta capital

Los ambulantes señalaron que la crisis económica empujó a muchos a vender. Otra parte es la situación de los comercios legales, que ven cómo caen las ventas.
Jueves, 19 de diciembre de 2019 00:15

Llega el tiempo en que las calles al sur del centro de la ciudad se vuelven un terreno de disputa entre vendedores ambulantes y comerciantes legales. Y este fin de año es especial.

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Llega el tiempo en que las calles al sur del centro de la ciudad se vuelven un terreno de disputa entre vendedores ambulantes y comerciantes legales. Y este fin de año es especial.

Según los tradicionales manteros, aquellos que vienen desde hace años trabajando en las veredas, ahora se triplicó la cantidad de vendedores ambulantes. Esta es una observación se realiza sin ningún rigor metodológico; sin embargo son muchos quienes lo sostienen y tienen argumentadas razones.

"Yo quiero que vengan los medios de comunicación luego de las 20 y vean lo que es el centro. Los manteros ocupan la peatonal Florida hasta inclusive la cuadra antes de la plaza 9 de Julio. En este año se triplicaron los manteros porque no hay trabajo. Este gobierno que pasó produjo muchos desocupados que venden de todo; hasta lo que tienen en la casa. Y eso es un mal para todos", dijo María, quien vende manteles navideños, remeras y repasadores al sur de la San Martín.

Esa avenida pasó a ser una frontera, una línea divisoria de dos realidades que se complementan. Las divisiones no se dan solo entre ilegales y legales. Para el norte están los nuevos vendedores que comenzaron a llegar tras la crisis económica de los últimos años. Para el sur están los que desde hace varios años encontraron una fuente de ingresos.

En esas veredas en disputa se vende de todo: desde choripanes y panchos, imágenes de pesebre, musgo, panes caseros de chicos que se recuperan de las adiciones, ofertas de latas de durazno al natural, mote y locoto, humitas dulces y saladas, servicios de taxiflet, anteojos y baratijas de senegaleses, bombachas rosadas, guirnaldas, juguetes de todos los tamaños, ropa diversa, jugos de fruta exprimida en el lugar, herramientas, artículos de bazar, hasta las cosas que ya no se usan en la casa.

"Dicen que hasta estos días podremos vender tranquilamente. Luego vendrán los controles y nos dejarán vender luego de la medianoche", dijo el hombre que vende los San José, María y un niño Jesús, de yeso, a 250 pesos el combo más caro.

"No tenemos información alguna. Lo que vemos los vendedores ambulantes es que esto es un problema que excede al municipio. La crisis económica nacional nos puso en las calles desde hace unos cuantos años. Ahora somos muchos más, por lo tanto para que no haya peleas sería bueno encontrar un lugar para irnos todos. Muchos hablan del parque San Martín como un terreno para salir del paso", dijo una vendedora de ropa interior.

Un consenso

Del otro lado del mostrador, los comerciantes continúan atrapados por las significativas bajas en las ventas, el aumento discrecional de los servicios públicos, los alquileres y la presión tributaria nacional, provincial y municipal. El incremento de manteros vendiendo en frente de sus vidrieras resulta una estocada final. Es que en este año hubo muchos despidos por la caída de ventas en los comercios.

Curiosamente, ilegales y legales coinciden en que una buena solución transitoria sería encontrar un lugar específico para realizar un éxodo de manteros por este fin de año.

Control a periqueños

Otro grave problema que intensifica el malestar en las calles de la ciudad es la presencia de comerciantes que provienen de Jujuy. Estos vendedores llegan unos días antes de la Navidad y luego de Año de Nuevo. Esa llegada colmata el centro de venta ambulante y todo se vuelve un descontrol.

“Para el 22 o 23 de diciembre llegan los periqueños y ya no hay espacio para nadie. Una buena medida, que aliviaría la venta callejera, sería que en el expeaje de Aunor, donde están los policías, controlen a los que vienen desde Perico. Eso también es comercio ilegal, pero nadie controla”, dijo una mujer que vende ropa en una esquina.

 

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