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Fernández y la tormenta

Miércoles, 04 de diciembre de 2019 00:00

A muy pocos días de que asuma, sigue siendo una incógnita cuál será la política económica que aplicará Alberto Fernández cuando inicie su gestión presidencial, expectativa que se acrecienta conociendo el desafío que se le plantea.

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A muy pocos días de que asuma, sigue siendo una incógnita cuál será la política económica que aplicará Alberto Fernández cuando inicie su gestión presidencial, expectativa que se acrecienta conociendo el desafío que se le plantea.

Dependerá de su pericia y la del equipo económico que designe para solucionar de la mejor manera la herencia recibida, que ya es conocida por todos.

Reactivar la economía, bajar la inflación, generar fuentes de trabajo genuinas y disminuir la pobreza forman parte del núcleo de las razones y motivos por lo que fue elegido nuestro nuevo presidente.

Agenda caliente

Alberto Fernández encuentra temas urgentes e importantes para resolver. El primero, y central, el "reperfilamiento" o renegociación de la deuda en pesos y dólares que nos obliga a pagar entre diciembre y mayo del año próximo unos US$ 15.000 millones. Una urgencia perentoria e inédita en un cambio de gestión presidencial.

Las versiones -nada concretas- anticipan que el nuevo gobierno tendrá que concretar una negociación, que algunos economistas llaman "amistosa", con todos los acreedores.

Se trata de evitar el extremo de declarar el default, que sería otra vez descalificante para nuestro país. Los rumores de pasillo (que son versiones, globos de ensayo o trascendidos, pero no anuncios) la negociación consistiría en postergar el pago de los vencimientos por dos o tres años, buscando no hacer quita de capital ni de intereses pactados, hasta que se produzca la tan ansiada reactivación de la economía y así poder pagarlos. Un rastro que da la pauta de que será una negociación agresiva con los acreedores privados se vislumbró cuando nuestro futuro presidente anunció que prescindirá de los próximos desembolsos del Fondo Monetario Internacional cuyos vencimientos significativos comienzan dentro de un año.

Con el FMI

El diálogo con el FMI deberá ser muy particular para lograr la revisión del acuerdo crediticio Stand By por US$ 56.000 millones, que originalmente firmo la gestión de Mauricio Macri el pasado mes de junio y servirá de antecedente para con otros inversores de deuda argentina. Recordemos que en condiciones similares de la economía asumieron otros presidentes, como Carlos Menen que aumentó ingresos con la privatización de empresas públicas, episodio conocido como la venta de las "joyas de la abuela"; Néstor Kirchner, que asumió el gobierno después que Eduardo Duhalde le brindara la posibilidad de un dólar competitivo, superávit gemelos (comercial y fiscal) facilitado por el default, el evitaba el pago de la deuda, y el adicional de los altos precios de los comodities, especialmente la soja; Mauricio Macri pudo afrontar el déficit heredado con los créditos que obtuvo. Ahora, Alberto Fernández tendrá que mostrar como un gran logro de su gestión un ordenado reperfilamiento y posterior pago de nuestra deuda soberana.

Crisis y oportunidad

Pero hoy, sin viento de cola y sin capacidad de captar financiamiento, la situación es especialmente desfavorable, ya que Argentina tiene pocas reservas (como ocurrió en 2002 y en 2015) y un déficit elevado para poder pagar todos sus compromisos que dejó el gobierno que se va. Quizá sea esta una oportunidad única que puede llegar a potenciar su gestión con la negociación de la deuda y con ello sentar la política de crecimiento de nuestra economía y la creación de trabajos tan ansiada. La necesidad de buscar otras fuentes de ingresos de dólares genuinos y de empleos, aparte de lo producido por el campo se torna imperiosa, ya que la única forma de obtener divisas para poder cumplir con los compromisos es a través de las exportaciones de hidrocarburos y minerales.

En el sector energético se descuenta que Alberto Fernández presentará al Congreso un proyecto de ley que contemple un régimen especial para promover la exploración, producción y exportación de petróleo y gas no convencional de Vaca Muerta.

Este objetivo se tendrá que coordinar con la política fiscal (ingresos y egresos) y monetaria ya que, si existe congelamiento o atraso tarifario como lo insinúa Alberto Fernández será muy difícil convencer a los inversores para que amplíen la capacidad instalada.

La minería - especialmente en las provincias como la nuestra, con un enorme potencial exportador - también tendrá que estar en cartera y con un lugar reservado para su crecimiento.

Un tema que también tendrá que resolver muy rápidamente es que la fórmula de indexación de las jubilaciones y los planes sociales implementada por Macri en el año 2017 (que fuera motivo de un gran rechazo del kirchnerismo, en medio de episodios de inusitada violencia), aumenta los importes a cobrar por los beneficiarios aumentaría un 10% por encima de la inflación, situación que provocaría serios riesgos de colapsar el sistema.
Esta mala noticia para jubilados y pensionados necesitará, aparte de requerir que la Corte de Justicia acompañe la decisión, resistir el proyecto del diputado Sergio Massa (futuro presidente de la Cámara de Diputados) de sacarle a la Anses la administración del codiciado Fondo de Garantía de Sustentabilidad.

La industria

Nuestro futuro presidente en su reciente discurso en la Unión Industrial Argentina trató de despejar malos recuerdos de experiencias no tan lejanas y dijo que “Tenemos muchos puntos en común con la UIA. Entendemos el problema que hay en el interior del país, que el campo es una pieza central. La UIA es muy importante. Hay que ponerla de nuevo de pie la industria en Argentina y dejar de maltratarla”. La financiación y reducción del déficit fiscal también será otro desafío; la emisión monetaria y la competitividad de nuestros productos atados a la cotización del dólar en una economía bimonetaria será otro tema a resolver, sabiendo que la economía se tracciona a través de una importante variable que se llama “confianza”. La elección de los embajadores en países muy relacionados con el nuestro como Brasil, EEUU, China y Europa será estratégica para el comercio y por supuesto el crecimiento de nuestra economía. Especulaciones no faltan, como que el dólar oficial tendrá un valor superior o que se desarrollarán proyectos para aumentar la creación de nuevas fuentes de trabajo genuino que disminuirían la pobreza con la creación de emprendimientos en barrios necesitados, por ejemplo. O el temor a que aumenten los impuestos, las retenciones a las exportaciones,     que vuelva el desdoblamiento cambiario, las sombras siniestras de     una inflación no controlada o de otro tarifazo, son temores que recorren     el espacio público, pero cuyos fundamentos reales conoceremos una     vez que el nuevo gobierno asuma. Falta muy poco para empezar a  despejar incógnitas. 
 

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