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Cuando calienta el sol, mejor cuidemos nuestra piel

Los efectos son acumulativos y muy nocivos. Recomendaciones para exponerse con menos riesgo.
Sabado, 09 de febrero de 2019 08:16

Los días de sol pleno y sobre todo en temporada de vacaciones llenan calles, terrazas, piletas y playas. La exposición al astro rey es inevitable y hasta placentera, pero debe realizarse con recaudos que eviten las consecuencias nocivas que ocasiona en la piel. 
Un exceso de sol sin protección puede tener efectos muy peligrosos. Los efectos más reconocidos a largo plazo son el envejecimiento de la piel (fotoenvejecimiento) y lesiones como queratosis solares y hasta tumores en la piel como el basocelular, picterioma espinocelular y melanoma. 
“El riesgo de padecer alguna de esas lesiones aumenta de acuerdo a la cantidad de sol que se haya tomado en el transcurso de la vida. El daño solar es acumulativo, porque desde que nos exponemos en la niñez y adolescencia se va a acumulando a lo largo de la vida, con lo que empeora la piel y aumenta el daño”, sentenció en diálogo con El Tribuno la médica dermatóloga Teresa Vendramini (MN 2.752), socia de la Academia Americana de Dermatología, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología e integrante de la Comisión directiva de la Sociedad de Dermatología de Salta. 
La radiación UV es un carcinógeno que genera mutaciones y daño genético, provocando el envejecimiento de la piel. El cáncer de piel es más común que todos los otros cánceres combinados, y el 90% de estos casos es curable si se advierten a tiempo. 
Vendramini sostiene que los profesionales recomiendan que la gente se exponga lo menos posible. “Por lo que en esta época, sobre todo, al concurrir a una pileta o a la playa, es importante tener en cuenta recaudos cotidianos y sencillos. 
- Protector solar: la recomendación es usar los de factor superior a 50. Es importante tener en cuenta que deben ser colocados media hora antes de la exposición solar. “No sirve ponerselo en el momento”. Debe ponerse desde la cabeza hasta los pies, no solo en la cara. “Mucha gente acostumbra a ponerse solo en la cara y no en el resto del cuerpo, pero el sol se acumula igualmente en todas partes y produce el mismo daño”. 
-Sombreros, anteojos y ropa: los sombreros deben ser de ala ancha, por lo menos de ocho centímetros. Las gorras no sirven de mucho porque no protegen los laterales de la cara ni el cuello. 
En cuanto a los anteojos, también deben ser los adecuados porque el sol daña severamente los ojos. 
“Actualmente hay ropa diseñada con protección de los rayos UV y que puede conseguirse en las casas de deportes o inclusive en las playas. Esa indumentaria es recomendable sobre todo para los niños, ya que son cómodas, de mangas largas y delgadas, por lo que les permite ingresar al agua sin molestia y protegidos”. 
- Horario: Si se va a pasar un día al aire libre, la exposición al sol debe ser antes de las 11 o después de las 16. “Entre esas horas el sol tiene una incidencia superior de rayos UV y por eso quema mucho más. Otro factor a tener en cuenta es el reflejo que produce el sol, aun si se está cubierto por una sombrilla. Pero el sol se refleja en la arena o en una superficie clara y es igualmente dañino, por lo que también es necesario el uso de protector, anteojos y ropa adecuada en esos casos”, aconsejó la profesional. 
No se debe exponer a bebés y niños pequeños hasta los dos años y es importante protegerlos con ropa de algodón, sombreros y FPS elevado. 

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Los días de sol pleno y sobre todo en temporada de vacaciones llenan calles, terrazas, piletas y playas. La exposición al astro rey es inevitable y hasta placentera, pero debe realizarse con recaudos que eviten las consecuencias nocivas que ocasiona en la piel. 
Un exceso de sol sin protección puede tener efectos muy peligrosos. Los efectos más reconocidos a largo plazo son el envejecimiento de la piel (fotoenvejecimiento) y lesiones como queratosis solares y hasta tumores en la piel como el basocelular, picterioma espinocelular y melanoma. 
“El riesgo de padecer alguna de esas lesiones aumenta de acuerdo a la cantidad de sol que se haya tomado en el transcurso de la vida. El daño solar es acumulativo, porque desde que nos exponemos en la niñez y adolescencia se va a acumulando a lo largo de la vida, con lo que empeora la piel y aumenta el daño”, sentenció en diálogo con El Tribuno la médica dermatóloga Teresa Vendramini (MN 2.752), socia de la Academia Americana de Dermatología, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología e integrante de la Comisión directiva de la Sociedad de Dermatología de Salta. 
La radiación UV es un carcinógeno que genera mutaciones y daño genético, provocando el envejecimiento de la piel. El cáncer de piel es más común que todos los otros cánceres combinados, y el 90% de estos casos es curable si se advierten a tiempo. 
Vendramini sostiene que los profesionales recomiendan que la gente se exponga lo menos posible. “Por lo que en esta época, sobre todo, al concurrir a una pileta o a la playa, es importante tener en cuenta recaudos cotidianos y sencillos. 
- Protector solar: la recomendación es usar los de factor superior a 50. Es importante tener en cuenta que deben ser colocados media hora antes de la exposición solar. “No sirve ponerselo en el momento”. Debe ponerse desde la cabeza hasta los pies, no solo en la cara. “Mucha gente acostumbra a ponerse solo en la cara y no en el resto del cuerpo, pero el sol se acumula igualmente en todas partes y produce el mismo daño”. 
-Sombreros, anteojos y ropa: los sombreros deben ser de ala ancha, por lo menos de ocho centímetros. Las gorras no sirven de mucho porque no protegen los laterales de la cara ni el cuello. 
En cuanto a los anteojos, también deben ser los adecuados porque el sol daña severamente los ojos. 
“Actualmente hay ropa diseñada con protección de los rayos UV y que puede conseguirse en las casas de deportes o inclusive en las playas. Esa indumentaria es recomendable sobre todo para los niños, ya que son cómodas, de mangas largas y delgadas, por lo que les permite ingresar al agua sin molestia y protegidos”. 
- Horario: Si se va a pasar un día al aire libre, la exposición al sol debe ser antes de las 11 o después de las 16. “Entre esas horas el sol tiene una incidencia superior de rayos UV y por eso quema mucho más. Otro factor a tener en cuenta es el reflejo que produce el sol, aun si se está cubierto por una sombrilla. Pero el sol se refleja en la arena o en una superficie clara y es igualmente dañino, por lo que también es necesario el uso de protector, anteojos y ropa adecuada en esos casos”, aconsejó la profesional. 
No se debe exponer a bebés y niños pequeños hasta los dos años y es importante protegerlos con ropa de algodón, sombreros y FPS elevado. 

Conciencia

La dermatóloga aseguró que actualmente la gente está más consciente sobre los riesgos del sol y el uso del protector para cualquier actividad. “Por eso el valor de las campañas, cuyo efecto es llevar información, deriva en un aumento de los controles dermatológicos”, indicó Vendramini.

Debe colocarse media hora antes de estar abajo del sol y reponerse cada dos horas. Debe aplicarse en toda la piel expuesta, prestando especial atención en zonas como tobillos, escote y cabeza en caso de calvos.

El uso de sombrero de ala ancha es ideal ya que protege también nariz y orejas. A los niños protegerlos con ropa de algodón clara y/o indumentaria diseñada con protección UV que permite el ingreso al agua. 

 

No todo es malo: el sol también tiene beneficios

 En los lugares de recreación de verano se percibe una sensación generalizada de felicidad. Gran parte de ese estado de ánimo positivo se debe a la mayor presencia de luz solar, y es que los rayos son esenciales para fabricar serotonina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de bienestar.
Cuando entran en contacto con la piel provocan que una enzima se transforme, lo que da lugar a la producción de vitamina D, una sustancia esencial para multitud de procesos biológicos que garantizan una buena salud y que se obtiene, en un 90% gracias a la exposición solar (el otro 10% lo aporta la alimentación).
Un adulto necesita 400-600 UI de vitamina D, que aporta lo siguientes beneficios:
Fortalece los huesos y aleja la osteoporosis: el calcio es esencial para los huesos, pero por mucho que se incorpore al organismo a través de la dieta, este es incapaz de aprovecharlo sin la presencia de la vitamina D.
Controla la presión: esta vitamina reduce los niveles de la hormona paratiroidea, encargada de regular la presión sanguínea. Por eso, al tomar el sol, la tensión baja.
Activa las defensas: de la vitamina D también depende en parte el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Los linfocitos T, un tipo de glóbulos blancos encargados de defender el organismo de infecciones, necesitan esta vitamina para realizar correctamente su trabajo. Por eso, tras un verano de sol, en invierno se resfría menos.

Más beneficios

Regula el biorritmo: la luz solar regula los ritmos circadianos, los cuales están implicados en el sueño y el ánimo, entre otras cosas.
Mejorar afecciones de la piel: como la psoriasis y el acné. Las lesiones escamosas que produce la psoriasis mejoran hasta un 90% en verano gracias a la acción de los rayos ultravioleta que evitan que el sistema inmune ataque las células sanas de la piel (lo que ocurre cuando se sufre este trastorno). La piel con acné también mejora aunque en este caso conviene utilizar una protección solar libre de aceites y, sobre todo, no excederse con la exposición porque puede producir un efecto rebote.
Es importante tener en cuenta que los efectos biológicos de las radiaciones UV son muy diversos y dependen de su longitud de onda, penetración en la piel, tiempo de exposición, hora del día, distintas estaciones del año, la altura y la polución ambiental.
Se necesita solamente un momento para sacarle provecho al sol. Con muy poca exposición es suficiente, entre 10 o 15 minutos al día en el dorso de las manos, brazos y cara se puede obtener los beneficios del astro.


 

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