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Las piedras o cálculos fueron reconocidos desde muy antiguo como asociados a enfermedades urinarias o biliares, pero también se vincularon con la enfermedad mental por la presencia de una piedra cerebral. Identificada la piedra por extraer, hoy sabemos que es la glándula pineal calcificada, el otro componente imprescindible es el orificio a través del cual se la extraerá del interior del cráneo por trepanación (del griego trypanon, perforador). La trepanación ya se conocía desde las edades de Piedra y del Bronce en Europa y en las culturas precolombinas.
En las actuales circunstancias por las que atraviesa nuestro país tal vez no haya otra lectura del estado de nuestra sociedad, dada nuestra antigua experiencia, de que está enferma y habrá que extraerle la piedra de la locura.
Las rigurosas investigaciones sobre base estadística muestran vencidas una cantidad de enfermedades humanas a punto tal que puede anunciarse su desaparición; nuevas expresiones morbosas o enfermedades, apenas sospechadas, pasan a ocupar un primer plano en las listas demográficas, lo que obliga a concluir, que, a pesar de todo, no disminuye el número total de enfermos y en consecuencia la vulnerabilidad del hombre sigue lo más campante.
La paradoja básica de nuestro tiempo: nuestra religión, nuestra moral, nuestras teorías económicas y políticas tienden a destruir el estado de cosas que aspiran a lograr, decía la sentencia de Northrop Frye (1912-1991).
La sociedad es un todo susceptible de estar enferma en sí misma y muchas enfermedades psicosociales aparecen como meros síntomas de la enfermedad social.
Cuando fracasa la función social de la política, aparecen determinadas dolencias y padecimientos individuales y colectivos que actúan como desintegrantes de ver y pensar bien, distorsionan las relaciones sociedad-individuo, aumenta la incapacidad para el trabajo y la productividad se torna escasa, la violencia carcome todo tipo de relación. Esto demuestra que la medicina, la medicina social y la política han fracasado en el cumplimiento de su función social en importantes aspectos como las alteraciones psicosociales y el soporte al bienestar general.
La enfermedad social genera graves resultados biológicos e impide alcanzar un estado aceptable de salud biológica, psicológica y social.
Las mejores invenciones sociales como la asistencia social y los seguros pueden convertirse en focos de invalidismo individual y social que mejora en forma aparente el caso inmediato e individual, pero agravan el problema mediato y social y a la larga, también, la situación personal que se buscó aliviar.
Es evidente que todavía no se ha estudiado lo suficiente y en profundidad a gente que no es normal, que son obsesos por el dinero o el poder político o ambas cosas a la vez, que ansían poseer tanto más cuanto más tienen. Los mecanismos de la curación son muchos y variados y es preciso salir del error el creer que siempre cura mejor el que más sabe; es, en cambio cierto que siempre cura mejor el que mejor sabe. La curación es contagiosa; el remedio pasa y la curación permanece; con el correr del tiempo una misma enfermedad se cura con remedios distintos y aun contradictorios; es posible y frecuente que se cure una enfermedad con el diagnóstico de otra y en consecuencia con un tratamiento que no era el adecuado; el hecho de curar es un fenómeno muy complejo donde el medicamento puede ser sólo una parte de cuyos componentes no siempre tenemos cabal conocimiento y cuya dinámica desconocemos. En realidad, siempre juzgamos por los resultados y esto cabe para el hombre o la sociedad enferma.