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Las risas grabadas, los chistes inocentes, el sentido de oportunidad para hacer humor del día con los hechos noticiosos relevantes, los gritos de la tribuna, la actitud de “egresados del secundario” que ellos mismos asumieron tener... Toda esta esencia de “Peligro sin codificar” llegará hoy, a las 20, al Teatro Provincial (Zuviría 70).
“Yayo” Guridi, “Pichu” Straneo, Nazareno Móttola, Walter López y Marcelo Ruiz Díaz presentarán durante una hora y media una sucesión de cuadros desopilantes a través de personajes que han obtenido la aprobación del público como El Intendente, La Rata y Los Rebos. Luego de un 2018 exitoso con el programa televisivo, que cumple 10 años, el elenco salió a las rutas para experimentar la devolución de los espectadores de las provincias, que no tienen acceso a conocerlos en los canales, pero que también aprecian una foto, un autógrafo y el compartir su historia con los comediantes. Esta es la tercera temporada teatral de “Peligro sin codificar” (que ya estuvo por Mar del Plata y Carlos Paz) y la primera de Nazareno Móttola, quien integra el grupo desde 2012 y como preámbulo a esta nota cuenta que entonces estaba participando del éxito “Más respeto que soy tu madre” (de Hernán Casciari y protagonizado por Antonio Gasalla) cuando se enteró de que, con aquellas fluctuaciones de la grilla que imponen los tiempos modernos, a Telefe iba a volver “Peligro sin codificar” y entonces desde su rol de espectador se proyectó en esa pantalla. “Como conocía de productor a Gustavo Pavan, porque había estado en VideoMatch, me presenté y le propuse tres personajes. Y a partir de ahí arrancamos.
Le propuse hacer un canguro y la verdad es que no funcionó. Era la buena la imagen, pero no sabíamos bien qué hacía”, confesó. A los ojos de una mirada exitista el elenco se presenta heterogéneo si se analiza las carreras de cada uno de sus integrantes, pero Móttola evalúa que es justamente esta condición lo que ha traccionado la fórmula por una década. “No tenemos problemas de ego y creo que es lo que funciona del programa. Somos compañeros y nos damos una mano, no competimos entre nosotros. Esto tiene que ver con la generosidad y también con los carrerones que tienen ellos. El talento que tienen todos, más allá de que algunos tienen más carrera que otros, es impresionante”, señala. También resulta llamativa -y cálida para el público- la pose de “impresentables” que toman y el desenfado con el que improvisaciones y pases se suceden, que en el caso de la obra de teatro seguramente ocurrirán en menor medida.
“En este programa no existe la presión de que sí o sí tiene que funcionar porque te vas a quedar sin trabajo y eso te da la posibilidad de pensar en cosas que pueden funcionar o no y es una manera de crear cosas nuevas. No siempre lo que hacemos es bueno. A veces funciona y a veces tus compañeros te dicen: ‘Esto es una cag...’. O te preguntan: ¿‘Y el remate? Y ya está el remate. ‘¡Cómo! ¡Ese era el remate!’. Y termina siendo más gracioso lo que te dicen que el chiste”, describe Nazareno, quien reconoce que siempre los más insospechados momentos de convivencia como un almuerzo juntos les ponen a funcionar la usina imaginaria.
Consultado acerca de cómo rehuir de aquella senda humorística en que los discursos del odio vienen disfrazados de buenas intenciones, señala que “uno se va acostumbrando a los tiempos que va viviendo.
El humor mismo cuando uno lo va pensando día tras día va cambiando. Si hay una realidad y es que nosotros nunca fuimos agresivos con nada y por eso no tuvimos que modificar nuestra esencia para vivir los tiempos de ahora. Sí es real es que existen humoristas, y hablo en general, que han tenido que modificar su estilo de humor, pero es real también que en su momento había cosas que funcionaban y hoy realmente uno las mira desde otro lado y quizá no son buenas”. ¿Por qué hace humor? es la pregunta clave y final. “Un día me lo planteó Antonio Gasalla y creo que tiene que ver con ayudar a otros a pasar un mal momento. Y lo bueno es cuando nos encontramos con esa gente, porque uno no se da cuenta adónde llega. Y nos cuentan que tuvieron un problema de salud o familiar o que sufren depresión y que lo único que los sacaba de ese lugar era vernos a nosotros en la pantalla y eso es lo más importante”, sintetiza.