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El coqueo mueve 24 millones de dólares por año en negro

Diputados nacionales de Salta promueven la regularización del ingreso de las hojas de coca. Solo se necesita adecuar un artículo del Código Aduanero para sincerar el comercio.
Domingo, 19 de mayo de 2019 01:22

Desde 1989 la tenencia y consumo de hojas de coca en su estado natural, destinado a su masticación o a infusiones, están permitidos en todo el país.

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Desde 1989 la tenencia y consumo de hojas de coca en su estado natural, destinado a su masticación o a infusiones, están permitidos en todo el país.

Fue un diputado nacional cerrillano, Juan Carlos Castiella, quien con categóricos informes médicos y científicos logró que el Congreso de la Nación apartara al coqueo de la ley nacional de estupefacientes.

Treinta años después, otro diputado nacional de Salta, Martín Grande, con el apoyo de pares de distintas bancadas, insiste ante autoridades nacionales y locales sobre la necesidad de reglamentar el ingreso y comercio de la hoja de coca para los usos que están autorizados por el artículo 15 de la ley nacional 23.737 desde hace tres décadas. "Para ello solo se necesita adecuar un artículo del Código Aduanero", aclaró a El Tribuno el exlegislador radical que en 1989 demostró que la hoja de coca "no es un estupefaciente" ni un "vicio pernicioso". Así la había calificado Jorge Rafael Videla en el decreto nacional 648, del 17 de marzo de 1978, con el que prohibió su importación legal hacia la zona de consumo habitual que abarcaba a Salta, Jujuy y Tucumán desde 1958.

Castiella recordó que antes de que se firmara en Nueva York el Convenio Único sobre Estupefacientes, en 1961, las leyes aduaneras permitían importar hasta 190.000 kilos de hojas de coca que se expendían a través de farmacias en forma libre, legal y controlada.

Detrás de la propuesta de Grande, como en la de Castiella en su momento, hay sólidos fundamentos históricos, culturales, sociales, legales, económicos y sanitarios, pero la iniciativa está estancada en los niveles de decisión nacional por las inflexibles interpretaciones de los convenios internacionales que se firmaron en los años 60 y 70.

En Salta, como en otras vecinas provincias del norte, el coqueo es una costumbre que está enraizada desde tiempos inmemoriales en comunidades originarias, trabajadores rurales, choferes y empleados públicos y privados.

También mascan hojas de coca con mayor o menor asiduidad profesionales, deportistas, artistas, médicos, fiscales, jueces, diputados, senadores, concejales, intendentes, ministros e incluso gobernadores.

El mercado informal

Solo en la capital salteña se venden por día más de 14 mil kilos de hojas de coca, de acuerdo con un sondeo que investigadores del Instituto de Ingeniería y Desarrollo Industrial de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) desarrollaron, como parte de la propuesta de Grande, en octubre de 2018.

La venta de hojas de coca se promociona en los más diversos negocios con carteles y pizarras a la vista de todos. Kioscos, almacenes, mercaditos barriales, ferias y negocios que están abiertos las 24 horas las expenden fraccionadas con distintas calidades de selección y precios.

También son ofrecidas por vendedores ambulantes en las peñas, restaurantes, confiterías, estadios de fútbol y hasta en las banquinas de vías rápidas como la avenida Bolivia.

Grande afirmó que en toda la provincia el comercio de la coca mueve en negro cerca de 24 millones de dólares por año. Iván Rodríguez, uno de los ingenieros que trabajaron en el sondeo de impacto económico, coincidió con esa estimación.

“Lo que proponenos es regular la importación, con un mecanismo absolutamente controlado, para que el comercio de la hoja de coca se convierta en una actividad formal, generadora de recursos provinciales, con un proceso de empaque y esterilización que ofrezca más garantías al consumidor y a un precio más bajo que el actual”, puntualizó el legislador del bloque de Cambiemos. 

La iniciativa contempla el establecimiento de una zona de exclusión supervisada por organismos y fuerzas federales. El ingreso desde Bolivia se haría en contenedores sellados y con pesos controlados por tara.

“La regulación separaría la paja del trigo y pondría al coqueo en distancias definitivas con el contrabando y el narcotráfico”, sostuvo Miguel Nanni, diputado nacional de la UCR.

Pablo Kosiner, legislador del Interbloque Argentina Federal, consideró que “una regularización, a la par de los positivos aspectos sociales y sanitarios, supondría un reconocimiento a los fundamentos históricos y culturales que tiene el consumo tradicional de la hoja de coca ya no solo en la región, sino también en muchas provincias del centro y sur del país donde miles de trabajadores norteños residen con sus familias”. 

Andrés Zottos, del mismo Interbloque, se expresó a favor de “una regularización que trascienda a los fines recaudatorios, sirva para derrumbar prejuicios que alimentan injustas estigmatizaciones y evite que pequeños negocios que hoy subsisten con el comercio informal de la hoja de coca terminen excluidos del circuito económico”.

Javier David, otro diputado nacional justicialista, agregó que una regulación “suena razonable en la medida en que se entienda lo que pasa culturalmente en el norte y se definan claramente los objetivos, para evitar complicaciones como las que generó la aplicación del nuevo régimen de importaciones simplificadas, en el departamento Orán, por el desconocimiento de aspectos sensibles de la realidad de los trabajadores de la frontera y la economía de la zona”.

 

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