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Sin voz y entre cuatro paredes, clama por fondos para una cirugía mayor

Micaela Villavicencio fue agredida en la vía pública por tres mujeres en el este de la ciudad. Describió de puño y letra su sufrimiento y anhelos. “Me confinaron a la cárcel de un hospital”.
Domingo, 14 de julio de 2019 01:26

Internada en una sala del hospital San Bernardo y tras superar lesiones gravísimas en la cervical, una neumonía y una lesión grave en el esófago Micaela Villavicencio (20) logró volver a la lucidez, y al reencontrarse con su mundo cayó en la cuenta que las cuatro paredes del hospital son desde hace meses su casa y su cárcel.

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Internada en una sala del hospital San Bernardo y tras superar lesiones gravísimas en la cervical, una neumonía y una lesión grave en el esófago Micaela Villavicencio (20) logró volver a la lucidez, y al reencontrarse con su mundo cayó en la cuenta que las cuatro paredes del hospital son desde hace meses su casa y su cárcel.

Confinada a los tratamientos paliativos de bajo costo y a las promesas de una atención de alta complejidad que no llega y no se cumple, decidió escribir su dolor, la angustia que le provoca su encierro y a la vez es crítica con el sistema de salud, que a los veinte años pretende abandonarla a su suerte. Su relato en primera persona se lo regala a quien lo quiera leer, porque desde hace meses no puede hablar ni alimentarse, por la lesión en el esófago y la ausencia de una prótesis que nunca llegó.

-Me llamo Micaela Villavicencio tengo 20 años. Antes de llegar aquí (hospital) tenía mi negocio, estudiaba en la UNSa enfermería y, en forma privada, un curso de peluquería por las noches. Ayudaba a mi abuela a vender comida, por lo cual no tenía tiempo para otras cosas de las chicas jóvenes del barrio, a decir verdad, me gustaba estar con mi familia.

-¿Cómo fue el incidente que te marcó la vida de esta manera?

-La verdad no sé por qué me paso esto. Siempre era de estar en casa, no salía, solo para hacer compras y las veces que me las cruzaba me arrinconaban para agredirme contra la pared.

Si yo las miraba ya me insultaban, por simplemente ser para ellas una "chetita". Nunca me creí más que nadie y crecí con las mismas necesidad que mucha de la gente que vive en mi barrio, siempre trabajando a la par de mi abuela para poder llegar a fin de mes.

Eso fue hasta que yo pude poner mi negocio en casa, no era el gran negocio pero de a poco iba progresando.

Cuando se retiró como bailarina clásica.

-Hoy, la vida cambió para ti.

-La verdad mal, porque quiero volver a ser la misma de antes, Me deprime estar en una habitación de cuatro paredes.

Lo peor es ver cómo mi familia se esfuerza tanto por estar y acompañarme. Yo quisiera volver hablar y comer, es tan poco pero por cómo me veo hoy parece un sueño inalcanzable: poder hablar y comer.

El tiempo se hace eterno aquí y el no ver respuestas me desespera y deprime a la vez.

Yo era muy activa, limpiaba, atendía el negocio, estudiaba y ahora estar en cama o caminar solo en el hospital me desespera. Veo millones de pesos en campañas políticas y en el hospital, a los 20 años, me abandonaron sin presupuesto.

-¿Cuál es tu necesidad de urgencia?

-Que me operen de la tráquea. La prótesis que necesito en el esófago (para poder hablar y comer) y eso se hace en Buenos Aires, ya que es una operación de mucho riesgo y complejidad, pero además de alto costo. En el hospital nos dan vueltas, primero salieron con el viaje y conque allá no había cama para que me quede. Luego me salieron que a fines de julio iban a venir médicos, pero no sé si es verdad.

Y la última novedad fue que van a hacer una junta el lunes para determinar la situación.

Lo que necesito es una respuesta y que no me dejen en la nada después de tanto tiempo.

Que se pongan en mi lugar un poco. Porque para ser ignorada hubiese preferido morir.

Estoy desesperada, no tengo voz para reclamar, aún así tengo fe y planes a futuro.

Trato de pensar que todo esto va a tener solución y va a ser pasajero.

Tengo pensado a seguir con el curso de peluquería y retomar mi estudio el año que viene.

Esa es la esperanza que se ha hecho fe. Si no me escuchan, al menos leánme.

Deben entender lo que me pasa. Lo que siente un ser humano postrado, encarcelado en un edificio de hospital, escuchando solamente. Comiendo a través de sondas. Mirando pasar la vida. Escuchando mentiras y promesas una tras otra.

No veo a los buenos de este país. Cuáles son las oportunidades para los jóvenes y de las víctimas de la inseguridad.

Miento si digo que voy a volver a ser la misma pero quiero o exijo una oportunidad.

-¿Cómo y por qué te agredieron?

Me amenazaban porque yo no me juntaba con ellas. No tenía tiempo ni compartía su mundo, es la verdad.

Me amenazaron que me iban a marcar la cara y luego me pegaron.

Llegué a este hospital al borde de la muerte. Me tenían que operar de la cervical. Al salir de esa operación me pasaron a traumatología, donde estuve dos días o tres y caí en coma por una fuerte infección en la cervical. Me contagie de neumonía en el hospital y después encontraron una lesión en el esófago. Gracias a Dios pudieron controlar la infección de la cervical y la neumonía pero el esófago no por falta de fondos.

El ataque fue un sábado a la tarde. Yo terminaba de limpiar para dejar todo en orden así venga mi compañera de la Universidad a hacer un trabajo práctico. Salí de mi casa a esperarla y allí me atacaron. Ya fue, hoy solo deseo empezar de nuevo y necesito la mano de Dios, hecha hombre.

 

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