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“El acuerdo con la Unión Europea no le va a cambiar mucho la situación a nuestro sector”

Entrevista con Sergio Raffaeli, presidente de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (Clera). 
Viernes, 05 de julio de 2019 02:03

El presidente de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (Clera) Sergio Raffaeli consideró que el acuerdo logrado entre los bloques económicos del Mercosur y la Unión Europea solo puede traer buenas noticias, aunque aclaró que al sector que encabeza no le va a cambiar demasiado la situación ya que las legumbres cuentan con aranceles bajos y una enorme demanda por parte del mercado europeo. Indicó que para mejorar las condiciones del sector se necesitan cambios en el ámbito local, vinculados a los impuestos, costos de producción e investigación genética para mejorar el rendimiento de los cultivos.

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El presidente de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (Clera) Sergio Raffaeli consideró que el acuerdo logrado entre los bloques económicos del Mercosur y la Unión Europea solo puede traer buenas noticias, aunque aclaró que al sector que encabeza no le va a cambiar demasiado la situación ya que las legumbres cuentan con aranceles bajos y una enorme demanda por parte del mercado europeo. Indicó que para mejorar las condiciones del sector se necesitan cambios en el ámbito local, vinculados a los impuestos, costos de producción e investigación genética para mejorar el rendimiento de los cultivos.

¿Cuál es la posición del sector de las legumbres respecto del acuerdo logrado entre el Mercosur y la Unión Europea?
En lo inmediato no va a cambiar nada el acuerdo porque hasta que se ponga en marcha faltan por lo menos dos años. Además, la realidad es que a nuestro sector no le va a cambiar mucho la situación porque nosotros estamos con un arancel muy bajo de entrada a Europa, con lo cual no modifica particularmente nuestra situación que es, si se quiere, de privilegio en este sentido. 
Sí coincidimos en que incorporar el comercio exterior argentino a un bloque de ese tamaño, donde está el 25% de la población, solo puede tener un costado positivo. De eso no hay ninguna duda.

Su sector viene trabajando sostenidamente no solamente para colocar la producción en los mercados del mundo sino también para lograr un incremento del consumo interno, que es muy bajo...
Desde lo social hay un plafón más importante para trabajar sobre el consumo interno. Hoy la visión que hay, desde el punto de vista alimenticio, de las legumbres, es bastante diferente que el que había hace algunos años atrás, y eso es lo que nos permite hoy ver que algunos indicadores del mercado interno están mejorando levemente. El camino por recorrer es largo, Argentina no tiene una tradición de consumo de legumbres y hacerla costumbre va a ser muy difícil. Actualmente en el país se consumen entre 400 y 500 gramos de legumbres por año por habitante, mientras Brasil está por arriba de los 17 kilos. Desde la Cámara (de Legumbres) venimos haciendo un esfuerzo enorme con los recursos reducidos que podemos dedicarle. 
En cambio, en la exportación para nosotros -excepto lenteja y arveja, que prácticamente se consume en el mercado interno todo lo que se produce- en la última parte de este año se afianzaron los precios y se está exportando algo. Además, como cultivo alternativo para la producción de carne y leche probablemente vaya a crecer en el sector forrajero en el futuro, pero todo el resto es exportación; tanto porotos como garbanzos el 98% es para exportación, con lo cual ojalá seamos capaces de fomentar mercado interno.
Hoy ayuda la información que hay respecto de la nutrición, la concientización de la alimentación más saludable y, en este contexto, la comunidad científica concluye que una dieta saludable incluye 60 gramos por persona de legumbres por día, con lo cual si eso se cumpliera en Argentina estaríamos en un consumo de un millón de toneladas, cuando hoy producimos 500 mil y exportamos casi todo. 

¿Cree que Argentina tiene potencial para crecer en cuanto a producción de legumbres como para aumentar el consumo interno o incrementar las exportaciones, dado el acuerdo del Mercosur y la UE? 
El acuerdo con la Unión Europea no creo que signifique mayor posibilidad de exportar. De hecho, el bloque europeo es hoy por hoy nuestro principal importador de poroto blanco, poroto colorado y cranberrie, que son los tres productos más importantes que tenemos en porotos. Y en garbanzos probablemente sea la Unión Europea el primer o segundo importador, con lo cual no va a haber, en mi opinión, para nosotros más oportunidades que las que tenemos, porque de hecho tenemos las que hay. Pero sí creo que el mundo va camino a un consumo de legumbres mayor, sin ninguna duda. Se están viendo países que incorporan legumbres a su dieta y países muy importantes que pueden variar muy rápidamente los consumos mundiales. Hay que prestar mucha atención a lo que pase con India y China en los próximos años, porque van a ser los que van a cambiar la balanza en cuanto a oferta y demanda.

Si este acuerdo no beneficia particularmente al sector, ¿qué necesita la producción argentina de legumbres para estar mejor?  
Nosotros hemos planteado permanentemente una serie de temas que tenemos que resolver. Esta semana (martes 2) tuvimos una reunión con representantes del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), en el marco de un plan de trabajo que tenemos con la Secretaría de Agroindustria para poder incorporar el acuerdo fitosanitario, en principio para arveja, con China, y a posterioridad el de porotos en todas sus variedades y garbanzos. Esas son cosas que son importantes. Obviamente las retenciones, para nosotros que somos una economía netamente regional, que produce a 1.500 o 2.000 kilómetros de distancia de los puertos, es letal un impuesto como el que tenemos, eso está claro y el Gobierno lo entiende, más allá de las circunstancias en la que se dio y que esperemos que dure lo prometido. La realidad es que en poroto blanco nuestro principal mercado es Argelia, que tiene como proveedor, además de nosotros, a Egipto; nosotros estamos a 35 días de viaje y Egipto a 4. Además, Egipto no solo no tiene impuestos, sino que tiene fomentos a la exportación y nosotros tenemos, hoy, un impuesto que ronda el 10 al 12 por ciento, dependiendo del tipo de cambio de la Argentina, porque son cuatro pesos por dólar exportado, pero hay que pensar que cuando vendemos una mercadería a 1.000 dólares FOB (Free On Board), pagamos sobre ese valor el 10 o 12 por ciento. Pero en el caso de la mercadería, el productor por todo el costo agregado que tiene en el medio, que es el flete corto desde la planta, el proceso de la mercadería, la caída, la bolsa, el acondicionamiento, el transporte a Buenos Aires, el consolidado, el flete marítimo, todos esos movimientos no representan un 10 por ciento, sino que probablemente estemos hablando de un 18 o 19 por ciento. Eso es lo que lo hace más gravoso, a diferencia de la soja, que desde el valor de campo al valor de terminal la diferencia es solamente el flete. Son cosas a resolver.
También hay temas meramente técnicos que en la sumatoria de todos van a hacer que tengamos un mejor sector, donde claramente el desarrollo que podamos tener en mejoramiento genético nos va a dar una mejor ecuación. Hoy el campo se ha desarrollado en la Argentina en la manera en que lo ha hecho porque lo que ha ganado es productividad, pero en el caso nuestro ha sido muy difícil ganar productividad. Si se miran los últimos 15 años, la media de exportación de kilos por hectárea no cambió prácticamente en nada, seguimos estando en poco más de mil kilos por hectárea, con lo cual no generamos una utilidad a partir de la mejora productiva, que es lo que sí hicieron la soja, el maíz y el trigo. En maíz, por ejemplo, estamos en 14 mil kilos y hace 20 años atrás eran cuatro mil. Y nosotros seguimos produciendo lo mismo que hace 20 años atrás. Encima nuestro costo en dólares se incrementó, con lo cual eso nos resta competitividad. El desarrollo genético para nosotros es fundamental.

¿Y cómo se llega al desarrollo genético?
Con una masa crítica de negocios que hoy no tenemos. La Cámara organizó un fideicomiso financiado por productores del norte que lleva ya casi nueve años y se llegó a algunos resultados, pero menos de lo esperado. A ello se sumó el problema de la sequía en 2013, que nos llevó varios casilleros para atrás y nos costó volvernos a rearmar, algunos materiales se perdieron. No obstante, fue fundamental el trabajo conjunto con el INTA, tenemos una cantidad de técnicos idóneos que hoy no están siendo aprovechados para lo que se necesita, que es lograr un sector cada vez más fuerte.
Además, el norte puede variar su producción de poroto y garbanzo y soja o maíz, a más o menos una cosa o la otra, y eso depende del negocio que el productor tenga, obviamente. Entonces, en la medida en que los mercados nos permitan poder ser más agresivos y que el productor vea que tiene un negocio más importante que sembrar soja, dejará de sembrar soja y sembrará más poroto, y cuando vea más complicado el negocio del poroto sembrará más soja o más maíz. La realidad es que nosotros no tenemos un mercado futuro, nuestro mercado futuro son operaciones reales y las operaciones reales de cumplimiento efectivo se dan si el productor puede vender en enero, febrero y marzo 100 toneladas de poroto si hay un exportador que se la compra, y ese exportador a su vez la va a comprar si tiene un importador a quien vendérsela. Pero si el mercado comercial cambia al momento de la ejecución del contrato, ese contrato no conlleva riesgo. Entonces, la realidad es que tenemos muchas menos herramientas y no hay una masa crítica para que con las herramientas que hoy dispone el sector podamos tener un brutal desarrollo genético, un mercado a futuro que funcione como un Rofex, no existe esa posibili    dad.
 

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