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Hacha en mano, destruyó una clínica

Empezó con las computadoras y los paneles vidriados de las ventanas.
Sabado, 31 de agosto de 2019 01:18
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Un hombre que portaba un hacha de gran tamaño ingresó al principal sanatorio privado de la ciudad de Ushuaia y produjo todo tipo de destrozos hasta que la policía local logró reducirlo y detenerlo.

El incidente fue protagonizado la noche del jueves por un hombre de unos 30 años con problemas psiquiátricos, quien entró al Sanatorio San Jorge de la capital fueguina por el sector de guardia, ubicado sobre la calle Onachaga, portando un bolso.

"De repente sacó un hacha del bolso y empezó a pegarle a los monitores de las computadoras y a los paneles vidriados de las ventanas. Gritaba incoherencias, como que le habían sacado el corazón, que se traficaban órganos, que la madre se había contagiado de cáncer", relató el director médico de la clínica, Jorge Sagardía, en declaraciones a Radio Nacional.

Si bien en el momento del episodio había pocas personas en el lugar, tanto los pacientes como los empleados comenzaron a correr por el edificio para ponerse a resguardo del agresor.

"Salí del consultorio y me encontré con gente que corría por todos lados. Este hombre me vio y empezó a seguirme. En el camino seguía rompiendo vidrios del sector de diagnóstico por imágenes. Me refugié en la dirección y rompió la puerta. En ese momento entró la policía y lo detuvo", contó Sagardía.

También explicó que el agresor habría tenido un "brote psicótico" y que en el medio de las incoherencias que gritaba hacía alusión a "cuestiones políticas" y nombraba a funcionarios nacionales.

"No era un paciente habitual de la clínica. Se había atendido por última vez hace siete años. Lo que ocurrió fue realmente desagradable", completó el director del sanatorio, quien además destacó que es la primera vez que sucede un hecho así.

Fuentes médicas calcularon que el agresor produjo destrozos materiales por un millón de pesos, aunque no hirió a ninguna persona, y las manchas de sangre que dejó en los pasillos eran lastimaduras propias producidas al momento de romper los vidrios.

 

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