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Una plaza donde se mezclaron peregrinos, rezos y vendedores

Lunes, 16 de septiembre de 2019 02:14

Cuando el día del Milagro transcurría recién sus primeras horas, las calles que rodean la plaza 9 de Julio ya palpitaba la ida y vuelta de cientos de peregrinos. Con sus botellas con agua, otros con el mate, más allá las reposeras y una torre de frazadas hacían prever que ninguno se retiraría antes del alba. La misa de las 10 los encontró desayunando, turnándose para usar el baño y cuidar los bártulos. 
Por esas horas de la mañana comenzaron también a llegar los misachicos que caminaron desde las 8, desde La Merced, San Agustín y Cerrillos. 

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Cuando el día del Milagro transcurría recién sus primeras horas, las calles que rodean la plaza 9 de Julio ya palpitaba la ida y vuelta de cientos de peregrinos. Con sus botellas con agua, otros con el mate, más allá las reposeras y una torre de frazadas hacían prever que ninguno se retiraría antes del alba. La misa de las 10 los encontró desayunando, turnándose para usar el baño y cuidar los bártulos. 
Por esas horas de la mañana comenzaron también a llegar los misachicos que caminaron desde las 8, desde La Merced, San Agustín y Cerrillos. 


Entre ellos ya se reconocen, se saludan y se ubican juntos para palpitar en el Milagro desde el corazón de Salta, la plaza 9. 
Margarita Velázquez de 74 y Rolando Quispe de 45 vinieron desde San Pedro de Jujuy y llegaron el sábado a las 9 de la noche. “Todos años venimos y hacemos penitencia en la plaza. En la procesión hacemos un par de cuadras hasta la Belgrano y nos volvemos. Esperamos el regreso de la imágenes y retornamos a Jujuy”, detalló Alberto, quien vivió una noche cargada de oraciones y rezos. Margarita expresó que pidió por trabajo y salud, no solo para su familia sino también para todos los argentinos. 
Laura Serrano trabaja en un supermercado de calle La Florida, y desde hace 12 años, junto a otros compañeros de trabajo, realiza la asistencia a los peregrinos y creyentes. “Entregamos agua, yogurt y magdalenas. Vinimos a las 10 de la noche del sábado, también les ofrecimos café, y ahora volvemos al trabajo”, destacó la joven que junto a sus cinco compañeros retiraron ayer a la mañana los carritos cargados de residuos. 
En el centro de la plaza, los turistas y salteños se entremezclaron ayer para vivir el septiembre salteño. Desde la localidad correntina de San Roque llegó un grupo de 100 personas. Este es el segundo año que vienen a Salta, gracias a la organización San Roque de Montpellier y al acompañamiento del sacerdote Juan Manuel Blanco. “Los felicito por la organización que tienen, y por la fe que profesan. Además, reciben muy bien a los visitantes”, expresó Paola Pasetto, quien llegó a vivir solo el Milagro y si bien junto a Gladis Godoy y Claudia Pasetto quisieron quedarse para la procesión, no les fue posible, porque debían volver a sus labores como docentes en su ciudad. 
Desde Cerrillos, Leonardo Careaga llegó a las 4 de la mañana cargando las imágenes de la Virgen de Urkupiña y el Señor de Quillaca. “Venimos con fe, así que fue una hermosa caminata. El sábado vinimos en la mañana con los chicos y a la noche con los más grandes”, contó Leonardo, quien cuida las imágenes mientras los creyentes se acercan, las tocan, las limpian y rezan. Leonardo tiene 67 años y representa una feligresía que comparte las imágenes y recibe a sus creyentes en una capilla al lado del hospital en Cerrillos. 

 Pidiendo bendiciones

Pese a su problema de salud, Aydé Suárez llegó a la plaza junto a su hija en una caminata desde Cerrillos. Mañana será sometida a una cirugía y su oración fue pedir que “todo salga bien”. A las 2 de la mañana de ayer participó de las oraciones de los jóvenes, donde su hijo fue uno de los encargados de la lectura central. Cerca del mediodía, y ya ubicada frente a la Catedral sostenía dos pequeñas imágenes del Señor y la Virgen. “Las tengo hace 7 años, y siempre las traigo, espero poder cumplir mi promesa el año próximo”, expresó Aydé. 
Mientras las oraciones se multiplicaban, los vendedores se acercaban con rosarios, estampas y pañuelos. Todo estaba listo para el gran momento.
 

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