¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

16°
29 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Las tertulias: el espacio del debate

Domingo, 16 de febrero de 2020 00:00

"Tertulia" era un lugar de encuentro y también de diálogo de más de dos personas.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

"Tertulia" era un lugar de encuentro y también de diálogo de más de dos personas.

Suele derivar del molde del Parlamento en tanto planteo y discusión, como remotamente podríamos remitirnos al diálogo en el ágora ateniense del barrio del Cerámico, lugar en que empezaron a fundamentarse los ideales de la cultura griega. Cualquiera sea su origen, su prestigio invadió las costumbres. Sus personajes son el coro público de los sucesos privados que atañen a protagonistas contemporáneos, quienes comentan los eventos que sacuden al país y cristalizan la naturaleza de las clases y tipos que lo dirigen. Y, a su vez, incorporan el ingrediente de historicidad y sociología.

En la modernidad fueron lugares de encuentro, faros convocantes de la vida burguesa y pasarelas públicas para la clase más ávida de figuración, poderosa y segura de sí misma.

El trasiego y acumulación de la renta dieron lugar a un cierto tiempo ocioso, que estimuló el diálogo sobre temas nacionales o privados y la exposición continuada en sitios donde anudar negocios o mantenerlos, abrirse al cotilleo menudo o simplemente dejarse ver y participar: una economía sin sobresaltos balanceada apenas bajo una política compleja y crítica, permitió en sus favorecidos la rutina del café, la tertulia y los teatros.

Se advierte que esta sociedad tiene dos caracteres inexcusables: su oralidad, que se extiende desde los salones familiares al Parlamento, y su teatralidad consecuente que se verifica invariablemente más allá de las palabras, en los palcos, los paseos y otros perímetros consagrados por la moda, con mayor o menor exclusivismo.

La representación de la clase media pudiente estaba dotada de un hogar que albergaba un salón de tertulias, y que acogía a un abigarrado clan de allegados y parientes, pero también de invitados variopinto. La tertulia evolucionó desde conciliábulo de escasos interlocutores, hasta su anonadamiento en la teatralidad, facsímil de la tenida senatorial y el mitin. La amistad tiñó de amabilidad la reunión.

Perfume de mujer

Una nota peculiar del desarrollo de la nueva corriente intelectual acunada al abrigo del siglo XVIII fue su alejamiento de las universidades y academias oficiales, donde chocaba, como es lógico, con la resistencia del Estado y las autoridades. Los filósofos y literatos partidarios del pensamiento ilustrado se agrupaban en los salones de París, que en esta época desempeñaron un papel importantísimo en la cristalización de las formas intelectuales.

El salón, como centro de refinamiento espiritual, tenía en Francia una tradición de dos siglos; pero durante el XVIII se convirtió en crisol de la Ilustración. En el club del Entresuelo, los abates D'Alary y Saint Pierre reunieron desde 1724 a personalidades relevantes en el campo del doctrinarismo político y del utopismo literario: Montesquieu, Helvetius, Walpole, entre otras celebridades. Más tarde, la difusión del pensamiento tiene por anfitrionas a las damas, siendo muy concurridos los salones de Madames Deffand, Lespinasse, Geoffrin, Epinay.

Pero, sin duda, fue el salón de Madame de St„el, nacida Anne-Louise Germaine Necker, Baronesa de St„el Holstein , escritora, filósofa y tertuliana francesa de origen ginebrino el más famoso. Creció en un ambiente de intelectuales que frecuentaban el salón literario de su madre, entre los que se encontraban Georges Louis Leclerc, Marmontel, Edward Gibbon, Guillaume Thomas Raynal y Jean Francois de la Harpe. Con solo catorce años, concurría al salón de su madre a conversar con los huéspedes, destacándose por su erudición y cultura. Este prestigio, le abrió las puertas tanto de la aristocracia como de los círculos intelectuales de la Europa de su época.

Inspirada por la expresión de libertad inglesa, destacó por sus ideas políticas, favorables a la Revolución francesa y a la independencia de Estados Unidos, compartió ideales con Benjamin Constant. Era apasionada lectora de las ideas de la Ilustración. Sus ideas de una monarquía constitucional la colocan como una opositora temida. En sus "Reflexions sur le procés de la Reine", un alegato en defensa de la reina María Antonieta y dirigida a las mujeres, denuncia las miserias de la condición femenina y la misoginia propia de la época. Esta adhesión política de confrontación ocasionó que más tarde fuera expulsada de Francia por Napoleón Bonaparte, que la consideró un obstáculo a su política, por sus ensayos tanto en sus novelas sentimentales de corte feminista, aire prerromántico y en sus obras de crítica político-cultural. Creía que la inteligencia femenina era tan potente como la masculina y dotada de una sensibilidad superior, abogó para que la mujer fuese educada igual que los hombres y que las relaciones maritales se desarrollaran en un plano de igualdad.

La tertulia vernácula

En nuestro terruño, los caballeros españoles avecinados entre nos, de conocidas casas y de ilustre cuna, eran personas de cultura que adherían a las corrientes literarias, y eran ávidos lectores de las obras clásicas.

Con familiaridad hablaban el latín como su propia lengua, conocían a la perfección muchísimos de ellos el francés. Pero, contradictoriamente les llamaba la atención y vivían prendados de las obras contemporáneas que se producían por aquellos días en Inglaterra, en España y particularmente en Francia, obras que propiciaban la Revolución y obras que trataban y analizaban los gobiernos desde su origen y presentaban al descubierto sus abusos, que abordaban la economía política. Se debe considerar, que mucha de esta bibliografía opositora, estaba prohibida para los territorios de americanos, pero, sin embargo, se introdujeron, leyeron y difundieron.

Entre los textos de difusión y de comentarios cabe citar a los de Historia de España en primer término, las Sagradas Escrituras en sus diversas páginas, las biografías de los santos, los principales clásicos de la literatura española con El Quijote a la cabeza. Los españoles que arribaron a nuestras tierras en el siglo XVIII, no venían cargados con las espadas, sino cargados de libros. Así una generación aristocrática, ilustrada y culta que esta vez se derramaba desde España en América, eran portadores de la misma educación que por aquellos días se presentaban en los dorados salones franceses.

Al respecto Bernardo Frías, en sus “Tradiciones Históricas”, expresa: “Así dieron realce al antiguo hogar americano, animándolo con la cultura elegante y fina, que estaba de moda en Europa y en la cual ellos habían sido educados, imitando en la expresión de sus palabras, en la elegancia de sus maneras, en la conveniente y amable compostura de su rostro. La fineza y civilidad francesa, sin medro, sin embargo, de la gravedad y grandeza española”.

La expresión “gente de estrado”, se acuña en este momento, para designar la corrección de las maneras, ritos, significación de la oralidad de la sociedad salteña que era ejemplo en la región, Chuquisaca y el Alto Perú. Esta sociedad competía con Lima, la brillante, la coqueta y la ciudad que era la escuela social por excelencia entre las comarcas americanas.

En aquella sociedad tan ceremoniosa, al abrigo de salones, en las visitas frecuentes, entre chocolates humeantes, colaciones, licores o en las reuniones de mediodía, de mantel largo, fina vajilla y cubertería de plata altoperuana, en los bailes amenizados con las orquestas de esclavos, discurría la ceremonia perpetua del intercambio de noticias, novedades literarias y periodísticas, porque muchos de aquellos personajes eran suscriptores de los primeros periódicos de la época. En ellas la voz de los recién llegados de allende los mares; y portadores de las novedades europeas; eran las palabras más apreciadas y la política, el tema central.

Las tertulias de hoy

En nuestro tiempo, proliferan los lugares de reunión como así también los medios de comunicación. Pero, ¿cuántos lugares son auténticos foros de discusión de ideas, de novedades bibliográficas y de comentario cotidiano de la política interna como internacional? Todo ello con un análisis serio, racional, de calidad y jerarquía intelectual y un debate enriquecedor en el que se evalúen posiciones y se puedan efectuar aportes que lleven al consenso, y que cierre las grietas que actualmente segmentan a nuestra sociedad.

Las redes sociales, con sus frases lacónicas, no generan un espacio de verdadera discusión. El perfil de los sujetos no elimina cierto anonimato y la densidad de pequeñas frases, no permite la construcción de conclusiones claras.

Cabría recuperar la palabra, la auténtica comunicación, la que se acompaña no solo desde la oralidad, sino desde la gestualidad. Recuperar nuestras miradas, sonrisas, enojos o la expresión de asombro. Debemos recuperar tiempo y espacios para el diálogo, con mate, café o licor espirituoso mediante, pero siempre en la idea de los aportes que sujetos pensantes puedan brindar a nuestra sociedad.

En aquellas viejas tertulias se cimentaron las bases para las revoluciones que traerían las necesarias transformaciones en el mundo. Actualmente es necesario recuperar la posibilidad de construcción de una república mejor y de una auténtica vida democrática, y este proceso requiere y debe darse en el diálogo.

Al respecto, Werner Jaeger en “Paideia”, expresa: “Cuando la comunidad sufre una enfermedad orgánica que afecta a su conjunto o es destruida, la obra de su reconstrucción, solo puede partir de un grupo sano de hombres identificados en ideas, que sirva de célula germinal para un nuevo organismo; es la forma fundamental de toda comunidad humana que sea puramente natural, sino una comunidad espiritual y ética”.

Nuestro mundo y nuestra república, con rasgos en extremo individualistas, requiere recuperar palabra y diálogo. Es el desafío que la hora impone para superar las largas antinomias que se han ido gestando a lo largo de varias décadas y que han propiciado el divorcio entre diversos sectores en nuestra comunidad.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD