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"Gracias a Dios sigue vivo, si me lo mataban no sé qué iba a hacer"

Un joven (25) fue brutalmente patoteado y su madre reclama que nadie hizo nada.El ataque fue en la madrugada del domingo 19 de enero, en la zona del puente de río Ancho.
Jueves, 20 de febrero de 2020 02:26

El primer mes y medio en Salta la violencia casi que no dio respiro. Al mismo tiempo que los medios locales y nacionales se hacen eco del tremendo crimen ocurrido en la ciudad balnearia de Villa Gesell, donde al menos diez rugbiers terminaron con la vida de un joven de 18 años, en esta provincia los crímenes y despiadados ataques se suceden unos tras otros. En la madrugada del domingo 19 de enero un joven de 25 años fue patoteado por una horda de sujetos que lo dejaron inconsciente al borde de la muerte. Su madre, Cristina, agradece a Dios que su hijo sigue vivo y criticó la inacción de fiscales, policías y jueces tras el hecho.

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El primer mes y medio en Salta la violencia casi que no dio respiro. Al mismo tiempo que los medios locales y nacionales se hacen eco del tremendo crimen ocurrido en la ciudad balnearia de Villa Gesell, donde al menos diez rugbiers terminaron con la vida de un joven de 18 años, en esta provincia los crímenes y despiadados ataques se suceden unos tras otros. En la madrugada del domingo 19 de enero un joven de 25 años fue patoteado por una horda de sujetos que lo dejaron inconsciente al borde de la muerte. Su madre, Cristina, agradece a Dios que su hijo sigue vivo y criticó la inacción de fiscales, policías y jueces tras el hecho.

Después de la atroz golpiza que recibió Gustavo Ezequiel Medina, de 25 años, para él y su familia nada fue lo mismo. Cristina, su madre, desde aquella madrugada violenta acompaña a su hijo en el hospital donde los profesionales de la salud certificaron que el joven llegó con "hundimiento y rotura en el cráneo", además con algunos dedos de una de las manos fracturados.

De acuerdo al testimonio brindado por la madre de la víctima al diario El Tribuno, esa noche Gustavo salió cerca de las doce de su casa ubicada en el barrio Solidaridad, con destino a la casa de un amigo. "Al no conseguir un remise decidió ir caminado y cruzó el puente del río Ancho, abajo hay un asentamiento y creo que se trata de Sanidad II, donde fue atacado", contó la mujer.

En un primer momento en el lugar irrumpieron "unos cuatro sujetos" quienes le exigieron la entrega del teléfono celular, "mi hijo se resistió a darles el aparato y aparecieron como diez más y ahí lo empezaron a masacrar a golpes, si bien él no recuerda casi nada parece que entre tantos golpes que recibió uno fue con algún objeto porque le terminaron partiendo la cabeza".

Por momentos el tono de voz de la progenitora parece quebrarse, sin embargo no se detiene y sigue con la convicción de hacer público lo que ella considera es una "verdadera injusticia porque gracias a Dios mi hijo está vivo pero, ¿si me lo mataban? Esto seguramente seguiría igual, sin nadie que se haga cargo", reclamó Cristina.

Un grupo de amigas y amigos de Gustavo se percató del ataque y alertó la situación. Pidieron ayuda y la presencia de una ambulancia donde fue trasladado al hospital San Bernardo. Al parecer algunas personas que viven en la zona lograron captar en imágenes la brutal agresión.

Consternada por lo ocurrido en la zona sudeste de la ciudad, la madre estuvo todo el tiempo al lado de su hijo, "en determinado momento me hice una escapada a la dependencia de Solidaridad y a la de Pinares, en ninguna de las dos me quisieron recibir la denuncia, me dijeron que tenía que ir el damnificado. Estaba internado y no podía moverse, pero no me quisieron tomar la denuncia". Esa misma jornada el ataque quedó registrado en la dependencia de Solidaridad.

El amigo, sigue en el hospital

En medio de la paliza que recibió Gustavo Medina, a quien le diagnosticaron hundimiento y rotura múltiple de cráneo, un amigo intentó ayudarlo y también lo golpearon. “Le quebraron una pierna y hace prácticamente un mes que sigue en el San Bernardo esperando que lleguen unos clavos para poder curarlo, una locura”, sostuvo Cristina y agregó: “A mi hijo esa noche, además, le sacaron todo: celular, remera, zapatillas, solo quedó con el pantalón”. Gustavo trabaja en el Papa Francisco, “le quedaron secuelas porque no puede desenvolverse como lo hacía siempre”, apuntó. 

 

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