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La vía pandémica al socialismo

Domingo, 24 de mayo de 2020 00:00

La década de los setenta fue, posiblemente, la de mayor énfasis de la antigua Unión Soviética (URSS) en su esfuerzo por "construir el socialismo", sin perder de vista que la década anterior estuvo también activa, especialmente por parte de su punta de lanza, la Cuba socialista de Fidel Castro, sostenida precisamente en todos los aspectos por la colapsada URSS. En la Argentina, luego del frustrado foco guerrillero en nuestra Salta, surgieron los así autodenominados Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) con el explícito propósito de construir el socialismo según el "viejo" manual que exigía la lucha armada bajo la dirección de la "vanguardia iluminada" (no se sabe muy bien por quién, ya que la capacidad de generación eléctrica de los "paraísos socialistas" era bastante precaria...)

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La década de los setenta fue, posiblemente, la de mayor énfasis de la antigua Unión Soviética (URSS) en su esfuerzo por "construir el socialismo", sin perder de vista que la década anterior estuvo también activa, especialmente por parte de su punta de lanza, la Cuba socialista de Fidel Castro, sostenida precisamente en todos los aspectos por la colapsada URSS. En la Argentina, luego del frustrado foco guerrillero en nuestra Salta, surgieron los así autodenominados Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) con el explícito propósito de construir el socialismo según el "viejo" manual que exigía la lucha armada bajo la dirección de la "vanguardia iluminada" (no se sabe muy bien por quién, ya que la capacidad de generación eléctrica de los "paraísos socialistas" era bastante precaria...)

Sin embargo, justamente en los sesenta y setenta del siglo pasado, en Chile y también en Francia e Italia, los partidos comunista y socialista tenían un importante caudal de votos que hacía presumir que se podía llegar al socialismo a través del voto y no de la lucha armada, en lo que pasó a llamarse "la vía democrática al socialismo", vía que parecía generar un choque con la tradicional, lo que creó no pocas discusiones dentro de las infinitas interpretaciones hacia las enseñanzas de Marx.

Lo cierto es que, si bien en Francia e Italia la vía democrática descarriló -más allá de que el socialismo francés en una versión socialdemócrata logró varios gobiernos luego de su refundación en 1969, aunque fue perdiendo luego densidad electoral- en Chile en cambio obtuvo la presidencia con Salvador Allende, lo que no impidió que el experimento fracasara como todos los del socialismo, si bien el mantenimiento de las formas democráticas no produjo la represión de las experiencias socialistas de "vía armada", pero abortó por un golpe de estado asociado a un descontento de gran parte de la sociedad ante los fracasos del gobierno, traducidos en un importante estancamiento de la economía, desabastecimiento y elevada inflación principalmente, al mismo tiempo que el derrocamiento de Allende contaba, por lo menos, con la simpatía de Estados Unidos que no veía con buenos ojos el socialismo, más allá de los mecanismos por los que este accediera al poder.

¿Una vía "pandémica"?

El gobierno actual de la Argentina, que no simpatiza demasiado con las vías férreas, al punto de que la gigantesca red de cerca de 50.000 km de longitud al momento de la estatización de los trenes en 1947 bajo un gobierno del mismo signo político que el actual, no llega hoy a más de 18.000 km, está proponiendo no obstante una nueva "vía" al socialismo, más allá de que el creador del partido político del gobierno actual simpatizaba abiertamente con el fascismo.

Este novedoso camino inexplorado hacia el socialismo, no sería otra cosa que "la vía pandémica" y resultaría del "enroque" entre el Gobierno y las empresas a las que ayuda con fondos originados en la impresión de billetes (billetes a los que en forma inminente se añadiría el de 5.000 pesos de Ramón Carrillo y verosímilmente y en breve, el de 10.000 que el lector ya habrá adivinado a quién tendrá como prócer en su anverso).

Por su parte, el gobierno, a cambio de esos fondos, tomaría la titularidad de las empresas, alcanzando así el socialismo con la propiedad estatal de los "medios de producción". ¿No es genial? En lugar de los grandes preparativos necesarios para reunir las armas y los luchadores de la "libertad" que requiere la lucha armada, y en vez de realizar también grandes esfuerzos para convencer a la gente de las "bondades" del socialismo por la vía democrática, con este simple y "barato" mecanismo de imprimir billetes al amparo de la pandemia, el Gobierno se queda con todas las empresas y consuma así el sueño socialista del partido que gobierna, aunque, como se decía, no queda claro si este habría sido también el sueño del fundador del partido.

¿Una vía barata al socialismo?

Desde estas líneas se ha sostenido insistentemente en que la explicación excluyente de la inflación basada en el déficit fiscal y su financiamiento monetario no agota el tema, porque también cuenta la cerrazón extrema de la economía a la competencia internacional. Sin embargo, el tener en cuenta este otro aspecto no equivale a sostener que la creación ilimitada de dinero es inocua respecto a la inflación, sea de los precios de los bienes y servicios o, como en el caso de la Argentina, de la "disparada" hacia el dólar.

En efecto, los monetaristas, con razón, sostienen que si el dinero no importara, bastaría con crear la suficiente cantidad para que todos seamos felices, lo que claramente no es el caso. Evidentemente, debe existir una razonable relación entre los bienes y servicios que se producen y los medios de pago necesarios para transarlos, pero no es aconsejable siempre que el dinero "vaya por delante".

¿Socialismo, o tormenta perfecta?

El gobierno actual está abocado a la renegociación de la deuda sin un programa que contemple la viabilidad de su pago a futuro, mientras encuentra en la prolongación de la cuarentena un escenario impecable para postergar la necesaria conformación de la estrategia antiinflacionaria y de crecimiento de la economía que los acreedores reclaman y la propia economía requiere imperativamente.

Paralelamente, ante la parálisis que ocasiona la cuarentena con la prohibición de las actividades económicas y la obvia recesión que genera, la “solución”, ya mencionada, de “ayudar” a las empresas, si bien atenúa en principio algunas de las complicaciones que la cuarentena provoca, al mismo tiempo origina una masa formidable de recursos que, obviamente, no se vuelcan en su totalidad a la compra de alimentos y otras productos básicos (ya que estos no agotan las necesidades de la población, o, para decirlo bíblicamente, “no solo de pan vive el hombre”). 

Estos excedentes, verosímilmente, se reorientan a la compra de dólares y probablemente, también al atesoramiento o ahorro en tanto las tasas de interés resulten atractivas. 

Sin embargo, si se percibe que los intereses no compensan la inflación y mucho menos el mantener efectivo inmovilizado, al mismo tiempo que resulta más difícil comprar moneda extranjera, no sería de descartar que se busquen algunos “bienes refugio”, como en otras épocas en la Argentina como el ladrillo o los célebres “fideos” que se acaparaban- y esta conducta impulse aún más la inflación. 

Tormenta perfecta

Al mismo tiempo, las amenazas del gobierno de conculcar la propiedad tampoco serán gratuitas, obligando a las empresas todavía no apropiadas a defender su capital de la forma más simple que existe, que es remarcando su stock, ya que la mercadería aún sin vender forma parte de su capital que se procurará proteger.

No debería dejar de prestarse atención al hecho de que, evidentemente, los acreedores, ante la amenaza de “socialismo” del gobierno, muy probablemente se tornen más reacios a acordar un arreglo con un país que desconoce el derecho de propiedad y viola la Constitución que la protege. En resumen, se está frente a una inflación existente y rampante junto con recesión y pronóstico reservado para el arreglo de la deuda. O sea, ante una tormenta perfecta...

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