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“El hospital de Tartagal no tiene las condiciones para enfrentar pandemia”

Viernes, 03 de julio de 2020 02:17

El médico Mario Cerrutti está aislado en la sala COVID-19 del hospital Juan Domingo Perón desde el 29 de junio, fecha en que él y su familia recibieron la información más temida: positivo para coronavirus. Cerruti es asintomático y 48 horas después que el aislamiento se hizo público dio a conocer cuáles son las verdaderas condiciones en las que se encuentra el hospital Juan Domingo Perón de Tartagal para recibir a los enfermos de COVID-19. Al hablar con El Tribuno, el médico de 50 años recordó en qué circunstancias el SARSC-COV-2 ingresó a su organismo y otras vivencias de estas últimas semanas que, seguramente, quedarán para siempre en su memoria y en la de su familia, conformada por su esposa (una conocida instructora de fitness de la ciudad) y sus dos hijos adolescentes.

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El médico Mario Cerrutti está aislado en la sala COVID-19 del hospital Juan Domingo Perón desde el 29 de junio, fecha en que él y su familia recibieron la información más temida: positivo para coronavirus. Cerruti es asintomático y 48 horas después que el aislamiento se hizo público dio a conocer cuáles son las verdaderas condiciones en las que se encuentra el hospital Juan Domingo Perón de Tartagal para recibir a los enfermos de COVID-19. Al hablar con El Tribuno, el médico de 50 años recordó en qué circunstancias el SARSC-COV-2 ingresó a su organismo y otras vivencias de estas últimas semanas que, seguramente, quedarán para siempre en su memoria y en la de su familia, conformada por su esposa (una conocida instructora de fitness de la ciudad) y sus dos hijos adolescentes.

¿Cómo se siente doctor?
Me siento bien, clínicamente no tengo ningún síntoma y en ese sentido estoy tranquilo. Estoy angustiado por mi esposa y mis dos hijos que están aislados en nuestro domicilio y así es de cruel esta enfermedad porque es en este momento cuando uno más quiere estar al lado de los afectos, porque son el apoyo más grande y más valioso que se puede tener. A ellos les pasa lo mismo, lógicamente y están muy angustiados por mí. A mi familia le tomaron las muestras el día 30 de junio pero no tienen ningún síntoma. A mí me quedan dos semanas o hasta que el hisopado dé resultado negativo.

¿Usted ya sabe cómo y cuándo se contagió? 
El día 15 de junio el doctor (lo nombra al neurólogo que fue el primer caso positivo de Tartagal) lleva adelante una cirugía muy compleja en la clínica San Antonio de un chico que trabajaba en una empresa y se había caído de gran altura realizando su trabajo. Fue un caso muy comentado por la complejidad que tuvo esa intervención quirúrgica que se realizó en Tartagal. El doctor lo operó y lo pasó a terapia, donde yo me encontraba de guardia y haciendo la coordinación del servicio justo en ese momento. Ya en terapia el paciente se nos descompensa hemodinámicamente y nos llevó entre 3 y 4 horas compensarlo, reanimarlo. Esa fue la única circunstancia en la que tuve contacto estrecho con el doctor durante todo ese tiempo.

“Me expresé sin mala fe, pero no puedo pasar por alto la verdad. Me encontré con un lugar que no es el adecuado para tratar a pacientes enfermos ni  asintomáticos” 
 

¿Cuándo inició su aislamiento?
El día que el hisopado le da positivo al otro médico -el martes 23- se me comunica esa novedad y ahí mismo inicio el aislamiento, pero en mi domicilio. El día noveno del contacto -día 24- me hicieron el test pero me dio negativo. Cuando trascurrieron 12 días del contacto -el 27 de junio- me hacen el segundo test que sí me arroja positivo para COVID-19. Por esas fechas que le doy es que yo no descarto, como creo lo están haciendo las autoridades sanitarias de Bolivia, que por el tema del transcurso de los días el paciente “0” haya sido la persona que provino de la ciudad de Yacuiba. Esta enfermedad recién se está estudiando y se está conociendo, de manera que nada puede descartarse de plano. Al menos lo que nosotros, como médicos, tenemos presente, es que el doctor que fue el primer caso de Tartagal no tuvo otro contacto en el que pueda haber contraído la enfermedad. Por lo que conozco, la enfermera de la clínica que dio positivo por ejemplo no estuvo en terapia en esa circunstancia que yo relato, sino que era enfermera de sala y tuvo contacto con el paciente que vino de Bolivia. Yo no tuve ningún contacto con este señor. Solamente con mi colega que había sido su médico y que después estuvo conmigo en terapia con ese paciente descompensado.

¿Cuándo trascendió que uno de los contagiados era usted y cuál fue la reacción de la gente de Tartagal? 
La verdad que recibí palabras de afecto, de apoyo y hasta oraciones de la gente. Yo no entro a las redes sociales y me comentan que algunas personas hacen algunos comentarios malos pero la gran mayoría fueron de apoyo, de darme fuerzas y de apoyarme a mi y a toda mi familia. Eso es algo muy recorfortante en este momento.

Cuando tuvo que someterse al aislamiento en la sala COVID-19  del hospital Juan Domingo Perón, ¿con qué realidad se encontró?
Yo me expresé públicamente y la verdad pareciera ser que ha molestado. Lo que expresé lo hice sin ninguna mala intención, pero tampoco puedo pasar por alto y no decir la verdad. Me encontré con una situación para nada conveniente, en un lugar que de ningún modo es el adecuado para tratar pacientes ni enfermos, ni asintomáticos. La sala COVID está en el segundo piso donde antes funcionaba el servicio de PAMI. Y voy a reafirmar que las condiciones de aislamiento desde el punto de vista médico no son las adecuadas ni siquiera para mí, que soy asintomático. Pero si yo, que soy asintomático, no tengo las condiciones, ¿qué le queda para una persona que venga con síntomas o con algún tipo de patología previa? Eso me preocupa más todavía.

“Yo vine al hospital a cumplir con la cuarentena, no a enfermarme por las condiciones de la sala que es fría, sin elementos
de higiene ni cosas básicas como una manta”

 

¿A qué se refiere cuando dice que no hay condiciones en la sala COVID?
A que todo este sector no cuenta con calefacción y estamos en invierno; los médicos sabemos que el virus tiene su proyección y se ve favorecido por las bajas temperaturas. Para ser claros, acá hace frío y eso me deja a mí o a cualquier otro paciente expuestos a otra enfermedad que tranquilamente nos la podemos agarrar acá durante este aislamiento. Antes de hacerlo público yo le hice conocer la situación a las autoridades del hospital pero nunca me respondieron. Como nadie respondía a las necesidades que yo estaba teniendo tuve que recurrir a los colegas médicos para que me acerquen cosas básicas como una manta, una frazada, una almohada para poder dormir más o menos cómodo. 

¿Nadie del hospital le respondía?
No, nadie, porque me dejaron en aislamiento y se fueron todos. Capaz el gerente no le correspondía contestarme, no sé qué pensar. Yo me podía aguantar porque mi estado general de salud es bueno. Pero pienso qué pasaría si llega acá una persona en una situación un poco más compleja que la mía. Yo soy médico, tengo contacto de amigos y colegas y les podía pedir lo que necesitaba. Pero esa posibilidad no la tiene el vecino, el ciudadano común. Cuando me tenía que venir a aislar pregunté qué debía llevar y me dijeron traé un cepillo de dientes. Yo pensé que iba a contar con las mínimas condiciones. Yo pedía que me traigan una manta, una almohada, elementos de limpieza personal y para la habitación. Yo no pedía un trato privilegiado sino lo mínimo que se puede pedir por la dignidad de una persona, de un paciente. Yo desconozco si llegaron o no recursos a este hospital porque me desempeño en el sector privado, pero las condiciones de este lugar no son las adecuadas. 

El hospital entonces, ¿no está equipado, no está preparado?
En absoluto, para nada. Eso se lo puedo decir sin ninguna duda. No sé si el equipamiento del que se hablaba lo tendrán en otro lugar, pero yo estoy acá hace más de 72 horas y no lo vi y si no reclamaba que me traigan una frazada iba a pasar frío. Pero otro gran problema es que nadie se comunica; se va la enfermera y la puerta queda cerrada y recién cuando me pude comunicar con alguien les grafiqué la situación, pero nunca respondieron, nunca me trajeron nada, no sé si porque no hay o por qué motivos. Después que me expresé en los medios le mandé un mensaje al gerente del hospital y se lo tomó en broma, algo increíble en esta circunstancia. Quizás ellos deben pensar que no quiero hacer cuarentena, que quiero privilegios o no sé qué piensan. Yo, como cualquier paciente que le toque atravesar esta circunstancia, vengo a cumplir con la cuarentena, no vengo a enfermarme por las condiciones en que está esta sala. Pero parece que eso tan sencillo a las autoridades de salud les resulta difícil entender. Pero más allá de eso y por mi condición de profesional de la salud mi obligación, mi deber es advertir cuál es la realidad del hospital de Tartagal.
 

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