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Asimetrías que se profundizan y nada cambia

Advierten que hay provincias cada vez más ricas y otras más pobres.
Martes, 15 de septiembre de 2020 02:49

"En Buenos Aires, el producto per cápita se parece a los de países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y en otras provincias argentinas es similar a un país africano", advirtió Roberto Dib Ashur, ministro de Economía y Servicios Públicos de la Provincia.

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"En Buenos Aires, el producto per cápita se parece a los de países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y en otras provincias argentinas es similar a un país africano", advirtió Roberto Dib Ashur, ministro de Economía y Servicios Públicos de la Provincia.

El funcionario, que participó en un trabajo académico en el tema que fue premiado, trazó un mapa de la desigualdad. "Tenemos un país que tiene grandes divisiones, un norte pobre, un centro rico y potente y la Patagonia despoblada. Nosotros estamos muy abajo de San Luis, Catamarca, de las provincias del norte".

Si bien remarcó que en las provincias del centro se produce el 75% del país, resaltó que hay posibilidades estructurales que lo permiten.

"Se debe generar un grado de desarrollo equivalente al que fue hacia el centro del puerto, que logró que haya más diferencia entre nosotros", agregó el ministro.

Nueva discusión

Armando Simesen de Bielke, uno de los referentes de las ciencias económicas en la provincia, también indicó que es necesario discutir el régimen de coparticipación e hizo hincapié en las asimetrías.

"El país tiene zonas muy marcadas, provincias con mucha población como Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe y provincias cada vez más marginales", enfatizó.

El contador indicó que esta asimetría "cada vez más notoria "quiso ser salvada con la ley 23548, pero hoy es "un conjunto de parches" y un "desmadre".

"La idea de la reforma de 1994 era que el régimen sea parejo. Se tuvo muy en cuenta de que el resto del país tiene una población cada vez más pobre y la participación del producto bruto interno es cada vez menor", indicó.

"Nos debemos un debate profundo que aunque no resulte algo perfecto será mejor de lo que hay", aseveró el profesional.

Aunque por su lado, Dib Ashur no vio que pueda ser tan fácil un acuerdo, ya que para lograr un nuevo régimen se necesita no solo el visto bueno del Congreso, sino también de las cámaras legislativas provinciales, lo que el ministro considera una "trampa".

"Nosotros deberíamos haber discutido, porque la Constitución nos dio dos años para que hagamos un nuevo régimen de coparticipación federal de impuestos, con criterios objetivos de repartos", acentuó.

"Pero hemos caído en una trampa autoimpuesta, porque es imposible que un legislador se baje un porcentaje de coparticipación para dárselo a otra provincia. Además tiene que ser aprobada por la legislatura local. Hay que pensar cómo hacerlo", reflexionó.

Ingresos y dependencia

En cuanto a la injerencia que tienen los ingresos por coparticipación, que representan el 80 por ciento de los ingresos a las arcas provinciales, y que de cada 100 pesos , 70 son destinados al pago de la administración pública, Dib Ashur aseguró que una coparticipación más justa sería destinada, entre otras cosas, a invertir en mejorar la capacidad productiva de la provincia.

Simesen de Bielke, por un lado, resaltó que "la excesiva dependencias de las provincias de la coparticipación muestra la insuficiencia de los recursos provinciales propios".

Por otro lado, cruzó que apuntar a mejorar la coparticipación para la producción "lo dicen todos los ministros y principales economistas" y apuntó al clientelismo que permiten los puestos laborales en la administración pública.

"Es solo una expresión de deseo, es ideológico. Se debe superar el gasto público estatal en sueldos y retribuciones a costa de los contribuyentes. Tenemos un Estado paquidérmico, ineficaz y destructor del empleo que crea el sector privado", aseveró.

En medio de la crisis económica que trajo aparejada la pandemia, Simesen indicó que esto dejó muy en claro "que la administración publica está desguarecida, cobrando sus salarios, mientras que el privado ha sido lanzado a su mala suerte, no alcanza a producir y tiene restricciones".

 

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