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El trabajo después de la pandemia

Jueves, 14 de enero de 2021 02:18

Algunas expresiones populares famosas, como "chango viejo no aprende maroma nueva" o "el que nace barrigón es al ñudo que lo fajen", que se destaca en la famosa obra del Martín Fierro, hacen alusión en cierta manera a la dificultad de aprender que suele profundizarse con la edad o el tiempo o que es inútil hacer algo para torcer el destino o reorientar la conducta de las personas.

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Algunas expresiones populares famosas, como "chango viejo no aprende maroma nueva" o "el que nace barrigón es al ñudo que lo fajen", que se destaca en la famosa obra del Martín Fierro, hacen alusión en cierta manera a la dificultad de aprender que suele profundizarse con la edad o el tiempo o que es inútil hacer algo para torcer el destino o reorientar la conducta de las personas.

Son expresiones que significan paradigmas que la COVID-19 rompió. Quedó demostrado que, a pesar de la resistencia y temores iniciales manifestados al inicio de la pandemia, el estereotipo extendido de que los trabajadores de más edad tienen dificultades para adaptarse a métodos y técnicas nuevas no se hizo realidad. El virus dejó al desnudo que estas percepciones estaban equivocadas en su mayoría.

La cuarentena impuesta resultó desafiante a las aptitudes que tienen las personas para llevar a cabo las diferentes tareas en los puestos de trabajos que ocupan.

Si se evaluara lo que es posible que alguien haga con toda la experiencia que nos dejó la pandemia, seguramente la medición de desempeños y los parámetros contemplados cambiaron.

La tecnología que se incorpora copiosamente para la realización de las tareas en general y para el control de la gestión en particular, están marcando un antes y un después.

La buena noticia es que todo comportamiento complejo que se plantea organizacionalmente se puede seguir aprendiendo atendiendo al lugar que nos toca estar. Inclusive, para muchos de nosotros, toda esta cuarentena significó un tiempo de aprendizaje continuo y en todo momento; implicó, un cambio permanente en nuestro comportamiento como resultado de la experiencia que nos tocó vivir. Tuvimos que incorporar a nuestro acervo nuevas habilidades y competencias relacionadas con la adaptabilidad y flexibilidad (el teletrabajo nos hizo sentir este cambio), el conocimiento tecnológico y habilidades digitales; creatividad e innovación para hacer las tareas virtualmente; digitalización de datos para comprenderlos, seguirlos y tomar decisiones oportunas; y la capacidad de aprendizaje continuo entre las más relevantes.

Es imposible que luego de la pandemia "todo vuelva a la normalidad" (lo que se entendía por normal antes de la COVID) porque el aprendizaje y el conocimiento que incorporamos en esta cuarentena que nos permitieron continuar aunque sea en parte con la actividad, no podrán dejarse de lado, pues vinieron para quedarse.

Ya no nos manejaremos como antes.

Aprendimos a responder diferente y hacer uso de la tecnología disponible que nunca hubiéramos imaginado capitalizando en la tarea realizada los beneficios de la misma. Una manera de verificarlo es preguntarnos si la experiencia de la COVID da como resultado un cambio permanente en el comportamiento; en la manera en cómo veníamos haciendo las cosas, las tareas, etc. Si la respuesta es sí, puede decirse que el aprendizaje ha tenido lugar.

Fue un tiempo en que el aprendizaje social tuvo un notable protagonismo, entendiendo a aquel aprendizaje que se incorpora observando a otras personas, o por experiencias directas siendo la percepción protagónica en el proceso de aprender.

Las personas respondieron en función a como percibieron y definieron las consecuencias.

¿Volver a la "normalidad"?

El riesgo del desempleo está latente. Muchos de los cambios que introdujo la COVID-19 en el ámbito laboral y de los negocios llegaron para quedarse.

En la pandemia muchas empresas y organizaciones tuvieron que adaptarse para seguir operando: aceleraron la digitalización de sus procesos; brindaron oportunidades para trabajar de forma remota a través del teletrabajo; automatizaron tareas; reasignaron trabajadores a nuevas labores; incorporaron herramientas digitales en su quehacer diario, etc.

Por ejemplo, es imposible imaginar futuros negocios sin utilizar plataformas, o sin incluirlas en planes de ventas, además de las presenciales en los locales comerciales.

El comercio electrónico, la Big Data y la computación en la nube son una gran prioridad para todas las actividades económicas llegando a incursionar, cada vez más, en la inteligencia artificial y la utilización de robots. Todo esto hace que se deban transformar tareas, trabajos y habilidades ya que muchos puestos de trabajo serán desplazados por un nuevo cambio de la división del trabajo entre humanos y máquinas. Los procesos de trabajo se están digitalizando en muchos casos lo cual hará posible cada vez más el trabajo remoto; en este contexto el sentido de comunidad, conexión y pertenencia se facilitarán utilizando herramientas digitales.

Como implicancia de estos cambios, se está generando cada vez más una importante proporción de trabajadores en riesgo de desempleo, los perfiles de puestos existentes están cambiando, están apareciendo nuevos puestos de trabajo y las empresas están incorporando nuevas formas de trabajo poniendo el acento en sistemas híbridos donde el componente virtual adquiere más protagonismos.

Los trabajos del mañana

Cada vez más irán apareciendo nuevos roles y puestos de trabajo con perfiles diferentes para satisfacer la nueva demanda, los cuales estarán determinados por el conocimiento digital del candidato para facilitar el proceso del negocio o el servicio.

En una reciente encuesta realizada durante la pandemia a empresarios de todo el mundo por el Foro Económico Mundial, consultando sobre las mejores habilidades para los próximos cinco años, por orden de importancia, los empresarios y expertos destacaron el pensamiento analítico e innovación; el aprendizaje activo; resolución de problemas complejos; pensamiento crítico y análisis; creatividad, originalidad e iniciativa; liderazgo e influencia social; uso, seguimiento y control de la tecnología; diseño y programación de tecnología; flexibilidad y resiliencia; inteligencia emocional y análisis y evaluación de sistemas , entre las más importantes.

Se priorizaron y destacaron habilidades que antes de la COVID-19 no eran protagónicas. Teniendo en cuenta las habilidades transversales y especializadas, es decir las que son aplicables y transferibles a muchas ocupaciones y roles, linkedin realizó recientemente un estudio destacando, por ejemplo, al marketing digital y comercialización de productos pero con nuevos grupos de trabajo emergentes que para este caso pusieron el acento en el análisis de los datos e inteligencia artificial; el ciclo de vida del desarrollo de software, como habilidad, hace necesario que se trabaje con computación en la nube, datos e inteligencia artificial; la publicidad y redes sociales también requerirán trabajar con datos, contenido e inteligencia artificial.
Todas las actividades y profesiones están siendo afectadas de alguna manera por la creciente incorporación de tecnología y deberán actualizarse y estar dispuestas a aprender.

¿Quién capacitará los nuevos empleos?

La actual alteración de los mercados laborales impulsados por la Cuarta Revolución Industrial se complicó y aceleró, por el inicio de la recesión relacionada con la pandemia de 2020. 
Abordar los desafíos planteados por la COVID-19, junto con la disrupción que plantea el cambio tecnológico, requiere innovación renovada de las políticas públicas en beneficio de trabajadores afectados en todas partes, además de la revisión de los planes de acción de las instituciones.
Encuestados empresarios de Argentina, por el organismo antes mencionado, acerca de quienes considera serán los principales proveedores de formación para esta nueva etapa, más de la cuarta parte de los consultados dijeron que recurrirán al aprendizaje y desarrollo interno; la otra cuarta parte recurrirá a proveedores de educación privados; alrededor del 18% manifestó que acudirá a instituciones educativas públicas; el 16% acudirá a instituciones educativas privadas ; el 14% a la formación online externa; y el 3,4% a proveedores públicos de formación.
Ante esta realidad seguramente las instituciones educativas en general verán necesario renovar y actualizar sus planes de estudio, introduciendo nuevas metodologías y recursos de aprendizaje para formar a los recursos humanos en las nuevas competencias y habilidades que se necesitan para responder a las necesidades de la época actual y erigirse en un actor protagónico en la capacitación a lo largo de la vida.
 

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